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María Cristina es una mujer de 62 años que vivió toda su vida en la fría capital, Bogotá. Sus dos hijos viven en el exterior y la han motivado a irse con ellos a vivir con uno de ellos, para hacerle compañía a sus nietos. Ella y su esposo, han preferido quedarse en el país, para estar más cerca de sus negocios familiares. Desde sus 45 años fue diagnosticada con hipertensión y más adelante desarrolló problemas depresivos, generados por la falta de cercanía con sus hijos. Su médico de confianza le recomendó mudarse a un entorno más tranquilo, fuera de la gran ciudad, preferiblemente al nivel del mar.

Fue así como en el 2015 tomaron la decisión de adquirir un terreno en la Urbanización El Santuario, en donde ya habían tenido la oportunidad de visitar a unos amigos. 'Me enamoré de la vista, y la inmensidad del mar', cuenta María Cristina, 'lo que no sabía era que eso traería también beneficios para mi salud'. De hecho, sus problemas de hipertensión y depresión han tenido una importante mejoría y sus recaídas recurrentes son más bien cosa del pasado. 'Aquí tengo un estilo de vida más saludable, me he motivado a hacer más ejercicio y a practicar yoga con mi esposo, que tanto nos encanta'.

Así como María, son muchas las personas que han optado por los beneficios de alejarse del ajetreo de las ciudades y tener una vida más tranquila, donde el mar los inspire a practicar más deporte y actividades físicas. Diversos estudios científicos han demostrado que el ambiente que se genera en lugares próximos al océano, incentiva la práctica frecuente de actividades físicas y una mayor desconexión de las actividades rutinarias.

En la misma vía, Científicos de la Universidad de Pearson, Nueva Zelanda, descubrieron que las personas que tenían vista al mar registran menores niveles de trastornos psicológicos. En efecto, por cada 10% más de azul que la gente podía ver, se disminuye en un tercio la puntuación promedio en la escala de malestar psicológico de Kessler, la cual se usa para predecir trastornos de ansiedad y de humor.

En concordancia con lo anterior, el científico y experto en economía y recursos naturales, Wallace J. Nichols, autor del libro Mente azul, afirma que: «La proximidad al agua inunda el cerebro con hormonas como la dopamina y la oxitocina, que ayudan a sentirse bien, al tiempo que los niveles de cortisol, la hormona del estrés, disminuyen. Adicional a ello, los científicos han manifestado que el cerebro prefiere el color azul por encima de todos los demás y que el agua aumenta nuestra capacidad de concentración».

Por esta y otras razones, la urbanización El Santuario, en su nueva etapa AltaVista, ofrece para sus futuros residentes espacios de esparcimiento y deporte como canchas múltiples, senderos ecológicos, miradores, y la posibilidad de la práctica de actividades como ciclismo, senderismo, kayak, pesca y otros deportes náuticos a pocos minutos de casa. Eso sin contar los beneficios que el solo hecho de despertar con una vista al mar traería para sus niveles de felicidad y salud mental.

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