Mientras en el mundo Kodak se declara en quiebra, víctima de la avalancha de las tecnologías digitales, en Barranquilla aún prevalecen los profesionales que tratan de mantener en pie un tradicional oficio que ha sido su medio económico de subsistencia durante muchos años.
Ese es el caso de Rafael García, un fotógrafo con más de cuatro décadas de experiencia, quien desde los años 70, junto a sus hermanos, creó la reconocida empresa García Hermanos. García cuenta que en sus inicios profesionales los primeros trabajos que hicieron en su laboratorio fueron fotografías sociales a blanco y negro.
Cuando habla de aquellas épocas en donde la fotografía era un trabajo casi artesanal, como el lo denomina, y un tiempo esplendoroso para el sector, cuenta también que en ese entonces Kodak tenía una exclusividad en Colombia, con una presencia reducida de laboratorios con esa marca en el país.
“Nosotros empezamos a trabajar con toda la gama de productos Kodak con más flexibilidad en los años 80, usando desde los rollos a color, hasta el papel y los químicos que ofrecía la empresa. Éstos se caracterizaban por tener una calidad superior y por eso se impusieron con fuerza en el país y en Barranquilla”, manifestó Rafael García.
Resaltó que desde que la fotografía digital tomó fuerza en el mercado, esta desplazó notoriamente a la tradicional, aunque aún existen fotógrafos que prefieren usar las películas, porque —según su apreciación profesional— obtienen una calidad superior, sin demeritar las fotos digitales, aún cuando estas les han quitado su protagonismo en el arte fotográfico.
García señaló que todavía hay quienes toman las fotografías con películas, para pasarlas posteriormente a una imagen digital, según el gusto y la necesidad del cliente, porque para los fotógrafos de antaño definitivamente la calidad de la fotografía tradicional no se iguala. Como es su caso, que aún utiliza las películas y el papel Kodak.
En la década de los 70, cuando los hermanos García comenzaron en el negocio, utilizando un sistema manual, era necesario contar con al menos cinco empleados para producir en 8 horas alrededor de 1.000 fotos. Más adelante en los años 90 la microempresa adquirió la máquina Copal ML–6131, con la que empezaron a producir de 400 a 600 fotos por hora, trabajo que podía ser realizado por una sola persona. Lo que redujo costos y tiempos en gran manera.
“Desde hace más o menos 10 años la fotografía digital ha desplazado notoriamente a la tradicional. Inclusive, se han cerrado varios laboratorios por la carencia de demanda y lo más preocupante es que la gente ha dejado de solicitar el servicio de los fotógrafos. Los aficionados toman ellos mismos las fotografías y en muchos casos no las imprimen, dejándolas solamente para fines digitales”, explicó Rafael García.
Para el fotógrafo una de las razones que provocó la quiebra de Kodak fue la gran competencia generada por otras compañías que crearon productos más novedosos, dejando a las cámaras de películas como elementos pasados de moda y que además resultaban ser poco prácticos.
García resaltó el gran papel de la compañía en el mercado de la fotografía, ya que en un principio se caracterizó por la venta de cámaras y a su vez de los rollos. Además se popularizó en el país la utilización del papel de la marca.
En la capital del Atlántico la noticia de la bancarrota de Kodak se sintió como un repentino disparo de flash, el que alguna vez iluminó un gran capitulo que ahora queda para el recuerdo y dejó desde ayer de irradiar a los amantes del oficio. Esos, que aunque no juegan un papel de accionistas de la compañía, sirvieron muchos años de sus vidas a una profesión que la tecnología ha ido desplazando.
“Pero nosotros seguimos dando la lucha con lo que ahora existe”, puntualizó García.
Por Diana Arrieta Marín