El manto gris que por estos días se sostiene sobre la capital de Argentina fue para muchos una paradójica metáfora de la resistencia que genera entre algunos grupos las declaraciones de Álvaro Uribe Vélez.
Más allá del extraño objeto que encontraron en el teatro y que aún las autoridades locales no han podido definir de qué se trataba, si un explosivo o una bomba de humo. Unas 300 personas, la mayoría colombianas, convocados por diferentes organizaciones estudiantiles y sociales, expresaron su rechazo caminando desde el Obelisco por la Avenida Corrientes hacia el Gran Rex donde Uribe hacía su ponencia. Pero un cordón de seguridad conformado por la gendarmería (antimotines), impidió que la marcha se acercara.
“Aún estamos investigando, el artefacto encontrado pretendía al parecer sabotear la participación del ex presidente colombiano, no tenemos certeza, por eso consideramos una presencia mayor de nuestros efectivos, por la seguridad del evento y de los que marchan”, explicó un miembro de la policía.
La protesta en Argentina y en una ciudad como Buenos Aires es un derecho ciudadano que la gente conoce y lo utiliza con fervor, pero ayer, el ambiente estaba tenso y se veía en los rostros sorprendidos de los ‘porteños’ que a pie, en cicla o en carro, no entendían el por qué a esa manifestación de colombianos residentes los separaba de su objetivo la gendarmería, en una esquina de la calle Suipacha, bloqueando el paso por esa avenida reconocida por sus teatros, cafés y noches de bohemia.
“Los argentinos son los más sorprendidos porque esto es una desproporción para lo que usualmente se ve acá, mira cómo él logra militarizar a una sociedad tan civilista como la Argentina, es parte de su juego”, dice Francisco Tolosa, estudiante y miembro de Marcha Patriótica capítulo Argentina.
Las pancartas y los cánticos alusivos a hechos que ocurrieron en los ocho años de su administración como los falsos positivos denunciados, presos políticos, millones de hectáreas perdidas por campesinos como consecuencia del accionar de todos los actores armados, incluyendo la fuerza pública, bajo sus gobiernos, era el grito constante que se hacía paso en una ciudad ruidosa y siempre abierta al debate.
Respetamos la protesta. “Aquí la gente marcha casi todos los días, bloquean calles y no pasa nada, están en su derecho pero no es común ver a la gendarmería cerrando el acceso de la marcha a donde iban, cuando aquí los que están en su mayoría son pibes”, decía Gastón Acosta en tono molesto por lo que consideró una exageración de las autoridades.
“Aún estamos investigando, el artefacto encontrado pretendía al parecer sabotear la participación del ex presidente colombiano, no tenemos certeza, por eso consideramos una presencia mayor de nuestros efectivos, por la seguridad del evento y de los que marchan”, explicó un miembro de la policía.
Obvió el tema. En el discurso de más de una hora que pronunció en el teatro Gran Rex, el expresidente Álvaro Uribe obvió por completo el incidente de inseguridad reportado en la víspera y se limitó a hablar sobre su gestión de ocho años en el encuentro WOM Leadership Symposium. Al final se retiró con una fuerte custodia policial.
Durante su exposición, Uribe habló de política, economía y la sociedad de Colombia y envió un saludo efusivo a la presidenta argentina Cristina Fernández, según reportes a través de la red social Twitter.
Por Óscar López Lobo