El proceso de globalización económica, la entrada al país de los TLC requiere que las empresas se preparen para competir con éxito y así alcanzar reconocimiento internacional. Lo anterior no deja por fuera al Aeropuerto Internacional Ernesto Cortissoz de Barranquilla, que fue entregado en concesión para su operación a la firma Aeropuertos del Caribe S.A. (Acsa), que hasta la fecha no ha arrojado los resultados esperados.
Una vez vencido el contrato de concesión en febrero de 2012, bien puede la Aeronáutica Civil ejercer el control del Aeropuerto, o el Gobierno Nacional decidir sobre su prórroga o finalización del mismo, mediante un nuevo proceso de licitación.
Al respecto, se debe tener mucho tacto al seleccionar las empresas al momento de realizar el proceso de licitación, que tengan experiencia, y tratar de evitar vicios de nulidad, es decir “los mismos con las mismas”.
Es hora de un cambio radical. Cuando a una empresa se le brinda la oportunidad de tener en concesión el Aeropuerto Internacional Ernesto Cortissoz de nuestra ciudad, debe demostrar lo que vale y pesa durante su gestión, y no entregar como resultado un Aeropuerto sin vida, sin proyección internacional y con las mismas aerolíneas de siempre.
En estos días que he estado en la ciudad de Bogotá y haber visitado varias veces el Aeropuerto Internacional El Dorado se pudo observar el progreso y la proyección internacional para enfrentar la competencia con el proceso de la apertura económica, en cuanto a infraestructura física, número de pistas, convenios con nuevas aerolíneas y empresas patrocinadoras, entre otras.
Siendo vocero de la comunidad, es hora de hacer un cambio, y no persistir en una empresa que no ha generado valor alguno al Aeropuerto Internacional de Barranquilla.
Lo anterior tiene asidero, tanto que la Contraloría General de la República se opone en dar el aval para la prórroga de concesión del Aeropuerto Ernesto Cortissoz a la firma Acsa. Al respecto, la contralora Sandra Morelli criticó el hecho de que la Cámara de Comercio de Barranquilla esté participando en concesiones y procesos licitatorios de obras públicas, donde la neutralidad y claridad jurídica deben regir en estos casos.
Por último, si las empresas nacionales no son capaces de gestionar un proyecto de alta envergadura y acorde a la ciudad, entonces brindemos oportunidad a las empresas extranjeras, como está ocurriendo en estos momentos con el Aeropuerto Internacional El Dorado, en Bogotá, y aplicar el lema que decían las abuelas en tiempo de antaño “a volar, palomas”.
Humberto Sparano Rada, MAP.
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