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La corbata es y será un elemento considerado de mucha elegancia por excelencia en esta sociedad, independiente de la posición social y económica que se ostente, aunque hoy se le ha quitado protagonismo. Su llegada a la historia se remonta a unos cientos de años, siendo su origen más connotado en 1660, en la contienda entre croatas y turcos, un regimiento perteneciente gran parte al imperio austro-húngaro. Sus emperadores fueron de visita a París, donde eran presentados como héroes ante su majestad Luis XIV, entre otras cosas conocido por su gusto por el buen vestir. El Rey Sol observó con mucho detalle que llevaban ceñido al cuello unos pañuelos de colores, los cuales al parecer provenían de los oradores romanos, que se colocaban estas prendas en el cuello para calentar y cuidar sus cuerdas vocales. Fue del agrado de Luis XIV, quien diseñó unas para el regimiento real, con la insignia real y al que denominó cravette, proveniente del vocablo crabete, croata. Creo que por extensión al francés y español corbata.

Napoleón Bonaparte para el momento de su coronación, el 2 de diciembre 1804 en Notre Dame, con la asistencia del papa Pío VII dio a todos los miembros de su familia recursos económicos con el ánimo de ir a magno evento bien vestidos. Su madre, María Leticia Remolino, con la sabiduría que caracteriza a todas las madres, diseñó con sus manos un vestido sencillo y elegante, sin las pompas que pretendía su vanidoso hijo, con el argumento de ahorrarle el dinero para cuando este cayera en desgracia política, ya que tenía claro que la gloria no dura para siempre.

En la Costa Caribe, donde el calor es constante, sería una locura para algunos utilizar esta prenda que debe usarse con camisa manga larga, como me lo enseñó mi querido tío Víctor Turizo Díaz y el profesor Vidal Echeverría, ya fallecidos. De igual manera, el señor de la radio Marco T. Barros Ariza, quien recientemente cumplió 90 años y cuenta 199 corbatas, con algo digno de tener un número para cada una, de las cuales Celia Cruz y su esposo le regalaron más de 20.

En mi caso, la primera corbata me la regaló el tío Víctor y el niño Edilbert Morales González, q.e.p.d., 5 corbatas, el estudiante Andrés Certuche 8, el mecánico William Arrieta 7, mi cuñado Osmar Bermúdez 6, las cuales luzco con mucho placer y en espera de muchos más para llegar al récord de don Marco T.

Víctor Manuel Turizo Camaño
Vituca16@hotmail.com