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Nefasto, grotesco y vulgar, así es el lenguaje que se utiliza en algunas de las emisoras de radio de la frecuencia FM de Barranquilla. Simplemente da náuseas escuchar las voces de estos seudolocutores que –en nombre de la bacanería y la informalidad típica del barranquillero– tergiversan, opacan y agreden el buen nombre de la tierra.

No hay control sobre estos ‘personajes’ que con insistencia ciega arremeten contra el idioma, las buenas costumbres y la ética cívica. Porque, ¿cómo se les ocurre invitar de manera explícita al delito, la corrupción y la bebedera? Con sentencias categóricas como hoy es viernes de ron, de fría o de cualquier cosa; “huele a pelo”, en alusión directa a cierta actividad que no debería ser pregonada por este medio, estos locutorcillos despotrican e inducen a lo impúdico.

En las tales llamadas de reporte de sintonía y complacencias musicales, estos atarbanes del micrófono inducen a los participantes a confesar intimidades y aprovechan para expresar sus bajos deseos, y presentan como positivos comportamientos que la sociedad en pleno reprueba, como lo es el ser patán, grosero o vulgar, para aparecer atractivo ante las mujeres. De igual forma, dan a entender que la prostitución bien llevada es correcta, afirmando con absoluta desfachatez que la “situa” está mala y que hay que hacer lo que sea para subsistir.

En definitiva, esta radio en FM en Barranquilla desorienta, aliena y trastoca los valores del costeño. Confunden a la juventud, extravían la atención de los más jóvenes, aturden inclementemente al pueblo que los escucha por voluntad o por obligación, ya que un buen número de la población es oyente de primera línea de estas emisoras, en tanto que otros, por pura obligación, nos corresponde escuchar sus barrabasadas, porque los mejores receptores de tanta basura radial, son los taxis, buses y busetas que con su alto volumen nos someten a su yugo oral y diseminan el oprobio y sinrazón de una radio insensible y decadente.

Fernando de J. Díaz P.
Docente ENS La Hacienda