Radico ya hace algunos años en los EE. UU. Soy cantautor barranquillero y excantante de la orquesta del maestro Lucho Bermúdez. Te cuento, mi hermano, que se me volvió hábito enviarles un mensaje a cuanto columnista de EL HERALDO me traspasa la médula de los huesos con cada uno de sus trabajos, son como una transfusión de sangre que me calma el deseo incontrolable de estar allá, en mi amada Curramba. La columna de Javier Ortiz Cassiani fue mucho más que eso. No tuve el honor de ser amigo del Espartaco barranquillero, como también se me ocurrió llamarlo el día que un tío mío, en el barrio Montecristo, me lo presentó (no sabía que era cienaguero).
Cuando me dijo que era sociólogo, aproveché para preguntarle: ¿Por qué al costeño ya no le gusta la música costeña? Y con una expresión de bacán empedernido, me contestó: Eche...porque no la escucha en la radio. Solo por eso, viejo Javie, nada más por eso, no nada más oraré en este día por el descanso de su alma; también seré presa fácil de la indignación y la impotencia, ante ese protocolo cosmetológico en el que llegué a imaginar que de pronto se apareciera el expresidente Uribe para pedir ese perdón imperdonable. Y que de paso, hubiera ofrecido una explicación del porqué no le contestó las dos cartas.
Cuando me toque dejar este mundo, lleno de injusticia, de mentiras, de infamia y de maldad, viejo Javie, voy a pedir que me pongan un tubo largo y delgado para conectar su ataúd con el mío y decirle por el tubito, lo bien que me cayó; y agradecerle esa expresión fraternal tan agradable que me dejó, la misma que experimenté en el rostro de su hermano Raúl, con quien compartimos unos deliciosos pan de bonos, en una tienda Olímpica, por iniciativa de mi entrañable amigo Mike Fajardo, de RCN.
Beto Cross
Beto75@aol.com