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Hacen parte de los atractivos de la vegetación barranquillera. ¿Quién se imaginaría que las iguanas, las ardillas y las tierrelas (las llaman tórtolas) pudieran vivir en las junglas de cemento que hoy son las ciudades de Colombia? En esta ciudad no es la excepción. Estos animales, atrapados por la civilización, adornan nuestros parques, jardines y patios, y nos alegran la vida con su presencia, y se acostumbraron a convivir entre nosotros.

Se acostumbraron al ruido, al tráfico de vehículos, y no temen a los humanos. Como ya las añoradas hondas (llamadas caucheras también) no existen y los muchachos de hoy no las conocen, la población de estos animales es prolífica. Los almendros con sus frutos es alimento para las graciosas ardillas, los tiernos cogollos de matarratón, y de otros árboles es el alimento de las iguanas. Las tierrelitas comen de todo en materia de semillas y granos. Como no tienen predadores naturales, hondas ni trampas, estos seres viven en su hábitat urbano. Cuidemos y protejámoslas para que convivan también con las cartageneras mariamulatas.


Pablo Romo Romo

romoromop@hotmail.com