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Urbano Medina, dueño del restaurante El Merendero, al cliente que le muestre la cédula de que cumple años el día que visita su local, le hace el 20% de descuento y lo mismo a su acompañante.
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Este 6 de julio, el profesor Ruperto Andrade Macías rifa la casa mansión ubicada en el barrio Los Andes, que quienes la han visitado dicen que luce estrato 5. El ganador o ganadora recibirá el premio sin pagar impuestos, ya que los pagará el profesor.
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La vida es un aula.
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El lector Mario Montes tiene una versión diferente a lo que dije del concierto en el Jumbo en el viernes. Publicó lo que él vio: Totalmente equivocado usted. El equipo de sonido malísimo. Fallas en la logística al permitir que el público se tomara fotos con los cantantes actuando. De mal gusto la forma como Vicky trató a la enferma de cáncer que la abordó. Y mucho peor el chiste de la cantante del mariachi. Muy provinciano el show de Leo Dan”.
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El abogado Amaury Peñaloza estuvo en Venezuela. Y me trajo estos datos: “Los venezolanos tratan bien al visitante. Hay muchos problemas económicos y no quieren a Maduro. No tuve problemas con el papel higiénico, pero hay mucha escasez de alimentos. En las carreteras molestan mucho. El vallenato es lo que se escucha. La de los intérpretes llorones. Mucha anarquía en la movilidad. Creo que puede ocurrir un suceso controversial en cualquier momento”.
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El Pibe Valderrama como Maradona tiene licencia para todo. Ha sido el único que ha hablado bellezas de Alexis García, una vez licenciado de Junior. Lo alabó como técnico y como persona.
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Hoy me ocuparé de los candidatos a la alcaldía de Cartagena. Y hoy en la web de EL HERALDO.CO, el capítulo que le dediqué a Pacheco en mis Memorias, además de este FLASH en AL DÍA.
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Notas liliputienses: Ojos lámpara…Carita de ángel…Perverso…Pintao…Orzuelo…Moco
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Antes de que se me olvide (Volumen 1)
PACHECO

Hablar de mi entrañable amigo Fernando González Pacheco me produce mucho sentimiento. Hombre muy popular, ídolo de los niños, es, sin embargo, un hombre tímido que no gusta para nada de las multitudes. Nuestra relación empezó cuando él iba a Cartagena en el mes de diciembre invitado al Casino Pierino Gallo exclusivamente a jugar ‘generala’, un juego de mesa. Con él invariablemente aparecían Alberto Osorio, Alí Humar, Álvaro Ruiz, Julio César Luna, David Stivel, Carlos Muños y María Eugenia Dávila. Eran espléndidamente atendidos por Quique Bechara, tan parecido físicamente al naviero Onassis.

La llegada de estos artistas nacionales famosos coincidía con mi cumpleaños y casi por lo general ellos asistían a la fiesta que me organizaba el local de juegos. Con el correr de los años yo empecé a destacarme como periodista y gracias a varias crónicas que me dedicó en El Espectador Hernando Giraldo, columnista vedette de esa época, tres reportajes de Óscar Castaño en El Tiempo y constantes menciones de Pardo Llada en Cali, quien decía que yo era su ‘discípulo amado’, me fueron convirtiendo en un personaje para los visitantes.

A Pacheco le llamaba la atención la combinación de mi persona: destacarme por hacer obras de caridad y mi vida mundana, anfitrión de cuanto renombrado apareciera por la ciudad. Él fue muy generoso conmigo en la parte de ayuda a los pobres. Cuando a mí se me dio por llevar unos hijos de domésticas a que conocieran Disney World, él me pagó dos pasajes, lo mismo que Julio Iglesias uno, Renato Capriles otro y decenas de amigos cartageneros los restantes. También dictó una conferencia a un ‘Club de Mujeres Separadas’ que yo inventé y fue declarado socio honorario de ‘El Club del Hogar’, asociación de miles de mujeres sin recursos.

Así marchaba nuestra amistad cuando en una ocasión al Tigre castro, mozo de espadas del torero Joselillo de Colombia se le ocurrió organizar una novillada precisamente para ayudar al sostenimiento de un hospital. Pensó en Pacheco, en un sacerdote de nombre Mariano Frías, muy moderno para la época, aficionado a los toros, y en Alberto Borda Martelo, muy conocido en los círculos políticos de Cartagena y de quien escribe, amigo de toreros famosos. Cuando el Tigre me llamó por teléfono para invitarme a la corrida yo medio dormido y enguayabado le dije que sí, pero cuando pasaban los días yo estaba arrepentido, porque jamás de los jamases había toreado; lo máximo que había hecho era cuando me tomaba unos tragos y en la Hostería Sevillana – donde Manolo Núñez tenía una vaquilla que soltaba a los turistas – nos las dábamos de toreros con los amigos.

La ciudad empezó a empapelarse y hubo un congreso de periodistas en Boyacá y allá me fui. Pero el alcalde Juancho Arango de Colosó, paisano de mi padre, le llamó y le dijo que por ningún motivo yo podía dejar de asistir al festejo porque sería una estafa de mi parte. Mi viejo lo tomó en serio y me hizo venir del congreso. Yo aterrado cuando los días se acercaban, le dije a Eduardo de Vengoechea y Baraya, crítico taurino, que me enseñara al menos cómo hacer unos cuantos pases. Él se vino de Bogotá dos días antes y nos pusimos a practicar.

El día de la corrida me fui a ‘La Quemada’ con Eduardo y me tomé unos cuantos whiskys; de ahí que cuando llegué a la plaza podía torear – en mi imaginación – cualquier astado que saliera. Pacheco, que había toreado muchas veces, hizo un faetón, lo mismo que el cura y Alberto. Mi actuación fue reseñada por De Vengoechea en El Siglo con humor, dijo que yo había inventado dos pases: ‘El Remolino’, porque siempre la muleta se me enredaba, y ‘El Burladero’ porque siempre me estaba escondiendo en él. Aquello fue tan histórico que fue narrada en un libro por el ‘Pollo’ Payares, gran aficionado a la fiesta brava.

De la noche a la mañana Pacheco se convierte en el mejor entrevistador del país y en sus ‘Charlas’ llevaba a los más famosos de Colombia y del extranjero. Para mí fue un honor muy grande cuando telefónicamente me invitó a que fuera a Bogotá para ser su entrevistado. Se me olvidaba anotar que ya para entonces yo vivía en Barranquilla y se decía que yo había sido descubridor de Shakira. El solo hecho de ser escogido para una ‘Charla con Pacheco’ me tenía muy emocionado. Ya en la capital, yo le dije que la entrevista la hiciéramos en casa de Óscar Romero, un compañero de estudios donde yo estaba alojado; él vivía muy cerca de la embajada norteamericana.

El día señalado, le dije a Óscar que me diera un whisky doble mientras llegaba Pacheco; confieso que yo estaba muy nervioso. Por el citófono me dijeron que se demoraría una hora en llegar y aproveché y me tomé otra copa. Y así Pacheco fue aplazando la llegada, porque ese mismo día iba a hacer dos entrevistas más. Y mientras se demoraba yo me fui terminando la botella. Cuando al fin anunciaron que ya subía por el ascensor, me fui al baño, me lavé la boca para que no sintiera el aliento y cuando empezó a preguntarme, ya yo era dueño de la situación. La entrevista se basó en interrogarme sobre Shakira y algunas preguntas sueltas sobre la época cartagenera.

Cuando ya yo me iba a quitar el micrófono, me dijo:

- “No, Édgar, va la segunda parte, tú tienes mucho que contar”…

Las dos charlas iniciales, porque después hubo una tercera, me convirtieron en el único entrevistado al cual Pacheco le dedicó tres programas. Un honor muy grande, recuerdo que cuando terminamos la última, me dijo:

- “Yo haría la cuarta porque no se te acaban las historias, pero van a pensar mal de los dos”…

En Bogotá hice varias amistades por esas ‘Charlas’. La popular periodista de televisión Beatriz Gómez me contactó y fui a comer a su casa. Lo mismo pasó con las actrices Gloria Zapata y Carolina Trujillo.

De aquellas famosas charlas televisivas recuerdo algunas preguntas y sus respectivas respuestas:

- “¿De qué te ha servido la fama?”
- Para pagar los taxis
- “Has vivido 35 años en hoteles, ¿qué ventajas tiene?
- Que le pagan como a 100 personas para que tú seas feliz. Tú no tienes que preocuparte de nada.
- “¿Cuántas sillas de ruedas has regalado?”
- Entre Cartagena y Barranquilla 816 sillas de ruedas.
- “¿Es verdad que ayudaste a operar a niños con problemas coronarios?”
- Sí, se hicieron 120 intervenciones gratuitas.
- “¿Conservador o liberal?”
- Conservaral
- “¿A cuál ciudad quieres más, a Cartagena o Barranquilla?”
- Soy cartañero

Y así por el estilo fueron aquellos memorables, por lo menos para mí, encuentros en pantalla con un maestro de la charla como Pacheco.

Capítulo aparte los días vividos juntos en Cali, cuando realmente esa ciudad era La Sucursal del Cielo. El hecho de ser amigos cercanos del rey de esa ciudad, Pardo Llada, nos permitió acentuar mucho más la amistad.

Cuanto evento organizaba Pardo los dos éramos sus invitados. Y no pudo faltar el toque romántico en una ciudad donde hay tantas mujeres bellas. Tanto Pacheco como yo nos fijamos en una mujer muy distinguida e importante, una banquera de nombre María Elena Vidal. Dejo en reserva cuál de los dos pretendientes salió vencedor. Fue una competencia entre dos feos contra una caleña espectacular. El resto es historia. Varias veces vino a Barranquilla y por supuesto me esmeraba por atenderlo. La última vez estuvo con otro gran amigo, César Mora.

Ahora estoy triste porque me he enterado de sus maluqueras, parece que no anda bien de salud. Afortunadamente el país no lo ha olvidado. El mismo J. Mario Valencia lo reconoce: Pacheco será siempre el No. 1.

Dos anotaciones finales:

Precisamente J. Mario Valencia también me hizo dos entrevistas para el programa de televisión ‘Valores humanos’, pero no llegamos a la tercera como pasó con Pacheco.

Revisando fotos, qué locura aquello de la corrida benéfica. De Vengo (el crítico taurino) me vendió la idea de que hiciera la suerte de don Tancredo, que consiste en ponerse cerca de la salida del toro – o sea en la puerta de cuadrillas – y esperarlo arrodillado. Según él, el toro sale ciego y salta al matador, no hay peligro y uno queda como un héroe.

Por los tragos que tenía encima le hice caso. Y no pasó nada…