Ayer escribí sobre las personalidades que al ver la cercanía de sus muertes solicitaban que sus cenizas fueran esparcidas en determinado lugar. Y hoy leo que Manuel Teodoro, el director de Séptimo Día al sobrevivir de un infarto ya le dijo a los familiares: “Mis cenizas que las lancen a la Isla de San Andrés”.
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Sara Ortiz es la secretaría de gerencia de Electricaribe. En ese cargo ha tenido 12 jefes en 27 años de desempeño. Hoy se gradúa de abogada y recibirá el diploma escoltada por sus dos hijos. Felicitaciones.
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Ha causado curiosidad el comentario del columnista José Deyongh, quien manifestó que el profesor Maturana en varias ocasiones le ha dicho que no tendría inconveniente encargarse de la dirección del Junior.
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Este sábado es la elección de la Reina del Carnaval de la 44. Hay 7 aspirantes. El jurado lo conforman Edgar Blanco, Leonardo De Castro y Flash. Empezará además la grabación de la película sobre el Carnaval, La otra reina. Cuba Rodríguez estará con sus cámaras filmando las primeras tomas.
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Y la ganadora será la representante de Colombia en el Reinado Internacional del Carnaval de la 44 que dirigiré.
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Sobre la impresionante lectura de AL DÍA en la Costa ya no cabe la menor duda. Sobrepasa a todos los competidores. Los duplica. Ayer, Alberto –asistente de Flash – vivió una incomodidad. Eran tantas las personas que llamaron solicitando el producto para frenar la diabetes, que llegó un momento que dijo: “Ya no más”, y no era para menos. Tenía disponibles 40 frascos y llamaron más de 100 lectores.
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Con urgencia le pido un S.O.S al fabricante, el tío de la Toti Vergara para que se reporte con más frascos.
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Y lo hacemos para ayudar al prójimo. Se entrega el producto completamente gratis.
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Notas liliputienses: Bingo…Naipes…Ramito…Sola…Conga…Pensador…Ritos.
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Ahora la última parte del capítulo Una vida apasionada, dedicado a Nancy Meyer, de mi libro ‘Barranquilla de mis amores’, tomo I.
Todas mis relaciones amorosas han durado mucho más de lo que creen, no un mes ni dos, sino varios años. Con Generoso, la muerte me separó de él, después con Elías, un hombre extraordinario, once años de vida, viajé con él y estuve en Rusia y en Israel, pero las cosas duran hasta cuando tienen que llegar, no soy una mujer hipócrita, tú puedes dar todo de ti cuando el amor llega, aquí el problema está en que tenemos otra mentalidad, hay que estar hasta la muerte sin quererlo, haciéndole más daño a los hijos, originando situaciones tirantes y horribles. Para mí, en cambio, todas las situaciones con mis hombres fueron llenas de felicidad, incluso el dinero es algo secundario, por encima de él está la comprensión, el respeto y el trato como una reina, la conquista. Soy una mujer para que me conquisten, por eso yo tuve tantos novios, no tuve amantes, tuve novios.
Volviendo al tema de la duración de mis relaciones, después de Elías me casé con un portorriqueño Jorge Acevedo, duré con él cuatro años de mi vida, un hombre con mucho dinero me dio esta vida y la otra, era un playboy, no era un hombre hogareño, que era lo que yo buscaba, en realidad no obtuve estabilidad con él, a pesar de que era bueno y me dio a conocer muchas cosas que yo no conocía. Alguien a quien no puedo olvidar es a mi gran amor en Inglaterra, Juan María Toro, hombre de fuerte temperamento, de pequeña estatura y ojos simplemente maravillosos, estuve a punto de casarme con él, dejé tarjetas listas y sábanas de seda marcadas con nuestros nombres, pero su temperamento me hizo escaparme a los Estados Unidos, sin embargo siempre ha sido un caballero y un hombre de buena mesa. Otro hombre apasionado en mi vida ha sido Rafael Malagón, hicimos todo tipo de locuras, hasta meternos al mar desnudos.
Después me casé con un barranquillero, Henry Vellojín, en los Estados Unidos, con toda una ceremonia civil despampanante, estuvo en ella Miami Sound Machine como orquesta de la fiesta, duré casada con él 4 años hasta cuando pude ser feliz. Yo quería que mi padre me entregara en ese matrimonio suntuoso, lo llamé y muy simpático me contestó: Si no voy a esta hija, iré a la próxima, ese es mi padre, un hombre bello, moderno, comprensivo, igual a mi abuela, una mujer adelantada al 2000. Mi quinto esposo fue Rubén Darío Borrero, él es de ascendencia huilense, pero nacido en esta ciudad, con él llevo 11 años, es un buen hombre de 36 años, un muchacho de espíritu corto, pero un buen hombre. Con él tengo una preciosa niña, Natalie, mi compañera, hacia la cual tengo volcado todo mi amor.
Conservo muy buena amistad con Rubén, en estos momentos se encuentra viviendo en casa de su madre, estoy en este apartamento planeando cosas para hacer, siempre estoy inventando cosas qué hacer, quiero ir a Europa y a Cuba porque me encanta, me maravilla, y la conozco desde los 8 años, allí viví algunos años. Soy una admiradora de Fidel Castro, es un hombre que me impacta profundamente, me impresiona, me identifico con su trabajo por la salud y la educación para el pueblo. El se encuentra entre mis personajes favoritos al lado de la madre Teresa de Calcuta, Lady Di, Carolina de Mónaco, el Che Guevara (no soy de ideas izquierdistas, admiro su valentía), Carlos Pizarro (fue amigo mío), Gabriel García Márquez (por favor), Alejandro Obregón.
Personas diferentes, revolucionarias, deferentes, no personas comunes y corrientes, que han marcado pautas en el mundo son mis personajes. Sonia Osorio es una mujer que admiro muchísimo, una mujer que le ha dado mucho a Colombia, ha puesto el nombre de la patria en alto por todas partes del mundo.
De Julio Iglesias tengo recuerdos bonitos, él en el año 80 vino a Barranquilla. Ilva Tarud, que en paz descanse, lo trajo a Colombia porque mi amigo Aldo Romano, que vivía en Estados Unidos, era el vicepresidente de la CBS, y en compañía de Ilva se encargaron de traerlo ya que para mí era difícil por los costos tan altos, pero hicimos hasta lo imposible para que ellos lo lograran, y así fue, ellos lo lograron y la primera entrada que hicimos a Barranquilla, nos quedamos en el Hotel del Prado, pero yo no fui novia de él, nosotros hemos sido buenos amigos, en compañía de una amiga, Patricia Lugarden, Ilva y yo fuimos con él a Cartagena, Medellín, Bogotá, lo que sucede es que como él me llamaba a toda hora pensaban que entre él y yo había algo.
Otro de los personajes, repito, que han hecho parte de mi vida, ha sido el general Torrijos, un hombre muy inteligente, yo con él no tuve salidas cortas, estuvimos juntos casi dos años, fue mi personaje y mi novio, hombre inteligente, culto, educado, de una bondad y de una nobleza absolutas, un hombre que pensaba en su pueblo y su gente, un hombre que quería dar todo para educación, todo para la salud, no entiendo cómo el hijo habiendo dejado su padre tantas cosas sembradas, no ha podido ser presidente, él era un hombre común y corriente, admiraba mucho a mi país, él decía – Nancy, si yo tuviera diez personajes de los que hay en tu país, este fuera un país fuera de serie- y es la verdad, porque aquí en Colombia hay mucho talento desperdiciado, él era un hombre de ponerse un delantal y cocinar para mí, me tocaba la puerta a las 4 de la mañana, nos mecíamos en una hamaca frente a los farallones, se fumaba su primer tabaco, su tinto, y luego cocinaba para mí, esas cosas me amarraron mucho de él, era un hombre descomplicado, se portaba como tal en cada sitio, era una persona muy cariñosa, muy agradable.
Después me fui a vivir a Estados Unidos y allá me casé, porque prácticamente la relación se estaba acabando y una relación de lejos para mí es imposible sostener, pero el general Torrijos me dejó marcada, él me mandaba a buscar en helicóptero a cualquier parte todas las veces que yo quería, nos veíamos, íbamos a los gallos, me regaló unas joyas un sábado de Carnaval de la joyería moderna y Adelita Char, Anita Arcila, fueron al Hotel del Prado a mirar las joyas que el general quería, pero la joyería estaba cerrada, ellas las sacaron especialmente del Hotel del Prado. Anita aún vive y está en la Joyería Moderna. Él venía mucho en su avión presidencial a visitarme, eran unos amores clandestinos, pero nunca me escondió, él nunca le avisaba a nadie que iba a aterrizar aquí, y cuando lo veía era al frente mío, hubo muchos camarógrafos que nos tomaban fotos a escondidas, esas fotos deben existir en los periódicos, estuvimos en casinos, íbamos en helicóptero donde el maestro Escalona que vivía en Colón, ahí en Panamá, y le hablaba al maestro desde el helicóptero y le decía: sal que voy llegando.
Eran cosas como de películas, espontáneas, cuando eso el maestro Escalona era el cónsul de Panamá y vivía allá con su amor que en ese momento era Dina Luz, y él nos hacía sancocho, tomábamos champaña, él es otro de mis personajes, lo admiro mucho, como también admiro a García Márquez, con él tuve mucho acercamiento, porque mi casa en los años sesenta quedaba diagonal a la Cueva y mi padre, un hombre bohemio, se reunía con él, con mis primos Ricardo González Ripoll, Kike Scopell, Juancho Jinete, un personaje, todos ellos personas agradables a quienes quiero muchísimo, Guillo Marín, Helenita Vellojín, Alfredo Llinás, un hombre muy amigo de mi padre, yo lo llamo tío, de mi grupo de amigos también el Conejo Lemaitre Junior, Jaime Mauricio Lemaitre, Aníbal Turbay, sobrino del expresidentes Turbay, fui amiga de grandes pintores, de Guillermo Ardila, Wolfgran Mercado, Grau, Huberto Alean, José Cohen, Álvaro Barrios.
Ahora salgo poco, pero aún me gusta y yo estoy viva todavía, tengo las ansias de vivir, me emociona el canto de un pájaro, las guitarras porque todo esto lo viví desde niña, en mi colegio nos levantaban con música y nos acostaban con música, y nos recreaban con música, yo bailé ballet en el teatro de Bellas Artes por tres ocasiones, en el Teatro Metro, en el Teatro Colón, desde siempre he estado en el medio artístico, me enseñaron buenas costumbres, sé cocinar perfectamente y cuando tengo a mi hombre al lado lo atiendo como un rey, y tengo ganas de volverme a casar…
Nota del autor:
A la interesante vida de Nancy Meyer quisiera agregar dos notas personales de las muchas que me ha tocado captar de su vida:
En una ocasión asistí a la inauguración de un casino, donde estuvo todo lo que pesa y vale en Barranquilla. Y Nancy durante la fiesta que se prolongó hasta el día siguiente, se cambió tres veces de vestido. Aparecía, se iba, volvía y regresaba. Y siempre con un vestido diferente.
Cuando estaba escuchando el relato de su vida la fui a visitar a su apartamento y al momento de despedirme, me dijo que entrara a una alcoba. Abrió un armario y me mostró los vestidos enteros de varios de sus exmaridos.
Me señaló y me dijo: - Escoge un esmoquin de tu talla y llévatelo.
En mi ropero está ese regalo de finísima tela italiana, pero no sé francamente de propiedad de cuál de los esposos era”.