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La amistad es algo sagrado. Benditos los que tienen muchos amigos. Conocidos hay montones, pero amigo en todo el sentido de la palabra, pocos.
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Se me ocurre empezar con el tema luego de disfrutar una tertulia que hace semanalmente Hernando ‘Cachaco’ Correa con un grupo de sus amigos, cuya camaradería y aprecio es real y duradera.
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Ellos son el Chino Lafaurie, Juventino Ojito, Rafael Bassi y no estuvo esta vez el abogado Antonio Nieto. El motivo del encuentro semanal es diferente. A la sesión a la cual fui invitado, era para hablar sobre La Mucura y las versiones que ha tenido en el mundo. Entre otros: Los Panchos, Pérez Prado, Miguelito Valdez, etc.
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Sobre la amistad recuerdo al cubano Jorge Robreño, activista político a quien acusaron de atentar contra el general Noriega y Fidel Castro. El venía mucho a Cartagena y me advertía: “No me presentes a nadie. Ya mi cuota de amigos está llena. Son los mismos de siempre”.
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Y cuando Jorge se estaba muriendo de la enfermedad de las vacas locas en España, envió un emisario a América que visitara uno a uno a los amigos que iba a dejar. A mí me visitó Luisito, el joyero cubano, con este recado: “Vengo a despedirte de Jorge. Se muere de un momento a otro. El recado que te traigo es: - Edgar, fue un placer conocerte”.
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Markoté, a los 91 años, fue invitado a la reunión y le confesó al Chino Lafaurie: “Al cumplir los 91 me llamaron para felicitarme 156 personas. El año pasado fueron 112”.
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El Cachaco manifestó: “Este es el hombre del millón de amigos”.
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El miércoles hay otra tertulia con otro pretexto. Y hay que ir porque no solo es buena por lo que se habla sino por la gastronomía tan exquisita en casa del Cachaco y María Emilia.
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Nota adicional sobre Markoté. Nos sorprendió con una entrevista que le hizo en Caracas a Juan Gabriel, donde él le presentó su novia que estaba en otro cuarto. Y resultó ser una guitarra.
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Notas liliputienses: Paquidermo…Salmonete…Colchón…Paquetico…Cachetes…Ratico…Leche…Ron.
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Ahora el capítulo dedicado al Genio del Espectáculo, Fernán Martínez Mahecha, de mi libro de memorias ‘Antes de que se me olvide’.

Fernán es uno de los pocos genios que yo conozco en vida. Es un fuera de serie en su oficio. En Colombia es el mejor de todas las épocas. Y tiene una virtud pocas veces vista: no quiere aparecer poderoso siéndolo. Últimamente callado, observador, inspirador, es disciplinado, detallista, con un ojo clínico para saber a quién debe representar, y las posibilidades inmediatas que le ve al triunfo. Pocas veces se ha equivocado. En su mente tiene tanta información de algunos grandes del espectáculo, que si alguna vez escribiera una biografía sobre ellos se haría millonario.

Desde muy joven cuando tenía una apariencia de hippie y andaba en el ‘pueblo’ de Cali, y luego en la Revista Antena, se veía en él una capacidad de talento pocas veces vista. Así lo descubrió Julio Iglesias en un solo reportaje. Al cantante le impresionó la idea que tuvo Fernán de vestirlo de heladero en plena carrera Séptima de Bogotá ante el asombro de los transeúntes. Ahora es posible que muchos periodistas hagan algo parecido, pero en aquel tiempo fue realmente original.

Alguna vez escribió Gerardo Reyes, cotizado periodista en el Miami Herald, que el mundo artístico tenía en Fernán al mejor promotor, pero que a su vez el periodismo perdió a un gran reportero. Estoy de acuerdo. Antes de representar artistas, las crónicas de Fernán Martínez en El Tiempo eran respetadas, leídas y consultadas. Tanto compromiso con sus estrellas le absorbieron el tiempo y le impidieron seguir haciéndolas, que ahora aparecen en una revista, pero no con el rigor de cuando era uno de los pupilos más aventajados de la familia Santos junto con Germán Santamaría. En la época que andábamos con Julio Iglesias, a mí me llamaba la atención la capacidad de organización de Fernán para programar las actividades, sobre todo siendo tan joven.

Era cuidadoso hasta con el menor detalle. Yo aprendí mucho de su sabiduría juvenil. Me dio una vez un consejo que lo capté enseguida y no la embarré. Cuando se habló de una visita de Julio a la casa del pintor Obregón para comprar cuadros, por una gestión mía, Fernán me llamó antes de que el cantante arribara a Cartagena y me dijo textualmente estas palabras: “Te cuento que Julio te aprecia mucho porque dice que tú no eres arribista. Si por tu gestión le cobras al pintor una comisión y Julio se entera, vas a perder al amigo”… Sabio consejo, aún cuando nunca se me pasó por la mente hacerlo.

Todo lo que toca Fernán es éxito. Le entregaron el programa de Cristina con un bajo rating y cuando él llegó a producirlo la cubana empezó a ganar premios. Hizo algo que parecía imposible, conseguir que Chabeli, la hija de Julio, fuera exitosa en la televisión. Lo de Juanes es algo que se sale de lo normal. Él era el cantante de un grupo que duró muchísimos años actuando y sin ningún éxito espectacular, tanto que cuando se presentó en el Reinado de Cartagena junto con Franco de Vita, el venezolano le dio un baño.

Fernán tomó un regular y lo convirtió en un monstruo de popularidad, le cambió la fisonomía. Le dijo que vistiera sencillo, que hablara como paisa, que utilizara modismos. Le creó una fundación para que conmoviera al país con los soldados. Todo eso fue invento de esa mente superdotada que Dios le dio. Él es callado y sabe que estoy diciendo la verdad. Él mira de lejos los acontecimientos; no es tímido, es prudente.

En su trabajo con Julio predominó primero la amistad. Éramos tres los que andábamos con él cuando venía al país incluyendo al español recién fallecido Fernando Plazas. Galante con las mujeres ricas y con mucho éxito con ella, sencillo en su trato, y un as para crear situaciones para sus pupilos y llamar la atención sobre ellos, Fernán Martínez es hoy el más grande de los grandes promotores de artistas de Hispanoaméricae; en su cotidianidad con la gente no deja ver un solo gesto de superioridad.

Es muy fiel a la amistad. Conozco un caso que no puedo olvidar de una muchachita cartagenera, una adolescente que se volvió histérica con la presencia de Julio Iglesias. Fernán le acolitaba siempre un lugar para que cuando nos viéramos con el cantante ella pudiera observarlo o tomarle fotos. Eso aconteció durante años. Yo me daba cuenta. De tanto servirle de contacto para su admiración a Julio, nació una amistad, y cuando la entonces niña creció, Fernán logró que ella se fuera a Estados Unidos a estudiar periodismo y luego se convirtió en una de las estrellas del periodismo de Miami, dirigiendo la revista de Cristina. Yo me conmoví mucho cuando Luz Marina Doria, así se llama, le hizo una entrevista a Julio para la revista que entonces dirigía y no sé si le dijo todas las observada que le hacía – en complicidad con Fernán – durante años en las visitas periódicas a Cartagena.

Son muchos los artistas, además de Julio, que le deben mucho a Fernán. El caso de Pedrito Fernández, cuya carrera andaba en picada, o Eduardo Verástegui, que ahora anda de religioso, Bonka, Vanessa Mendoza, la Toti Vergara, Paula Andrea Betancourt y Flora Martínez, un caso especial, hechura pura de él, como el de Enrique Iglesias, un chico muy abordable con quien viví una experiencia interesante gracias a Fernán.

Los dos vinieron a Barranquilla a promocionar un primer sencillo de Enrique y me reuní con ellos en el restaurante Marsolaire, en donde por cierto apareció Shakira y allí los presentamos. Me encontré con un muchacho con apariencia de basquetbolista o universitario español. Llamé al colega Sergio García y le dije que le llevaría a la radio a Fernán y a Enrique para que lo anunciara. Estaba lloviendo apenas, y pensé encontrar la emisora repleta de fans, pero me encontré que solo cuatro jovencitas lo esperaban. Y les dije: agárrenlo, tóquenlo, pellízquenlo, que cuando vuelva no lo podrán ver. Palabras proféticas. Cuando el cantante estaba hablando con Sergio, yo en un papel le dije al astro cuál de los discos que estaban promocionando sería hit mundial; me refería a Experiencia Religiosa.

Cuando salimos de la emisora andábamos en un carro de un amigo barranquillero de Enrique que luego asesinaron: Andrés Lobo Guerrero, y el cantante le dijo que él quería manejar el vehículo. Con indicaciones fuimos a mi casa para darle una sorpresa a mi esposa y llegando, Enrique tropezó un bordillo. Se bajó y al ver el pequeño daño – no era mucho – sacó unos dólares pretendiendo pagarme. Lou se impresionó cuando vio semejante visita. De ahí nos fuimos para el aeropuerto y la lluvia se convirtió en diluvio y los lectores saben cómo es eso en Barranquilla: Estaba hecho un manojo de nervios. Cuando al fin llegamos, Enrique dijo:

-“De esta ciudad me voy a acordar, pero por sus arroyos”…

Meses después en Miami nos dimos un abrazo y conversamos sobre su odisea lluviosa en Barranquilla. Me llamó la atención su prodigiosa memoria y lo atento que fue conmigo. Andaba con Fernán y Alicia Machado.

Lamentablemente el dúo Martínez-Iglesias terminó mal. Una vidente guatemalteca Ángela Sanguinelli, feísima, pero prodigiosa en su trabajo, me dijo con exactitud cómo y en qué mes Enrique iba a traicionar a Fernán. Efectivamente Enrique tomó tanta fuerza en el mundo que una vez lo citaron a un restaurante unos poderosos magnates de la producción musical que llevaban carreras de artistas de la talla de Tony Bennet, y le ofrecieron un jugoso contrato.

Enrique, al día siguiente llamó a Fernán y este al saber con quién había almorzado su ponderante, fue inteligente al decirle:

-“De todas formas lo pasamos bien y te hice una estrella”.

Y cada cual, por su lado, siguen triunfando.

Sobre la vidente puedo agregar que una vez íbamos en su carro en Miami con el cantante cubano Carlos Montiel, su marido, cuando por el celular llama a Ángela nada menos que Sylvester Stallone. La vidente lo estaba regañando y diciéndole que lo sentía mucho, pero esa semana no lo podía atender.

Según me contaba Ángela, el actor de Rocky no hacía ninguna actividad importante sin su aprobación.

La última vez que Julio actuó en Barranquilla en el Hotel El Golf, fue cuando le dijo a Fernán que quería llevárselo de secretario de prensa. Cuando Fernán fue a posesionarse con un envidiable sueldo se llevó una desilusión: en un coctel se vio frente a frente con el artista que él más admiraba, el actor de cine Michael Fox que ahora tiene Parkinson. Lo vio chiquito y de tan poca personalidad. Fernán se dio cuenta que en la vida de los artistas hay muchas falsedades. Lo mismo le pasó cuando fueron a la casa de Frank Sinatra y este cocinó unos espaguetis, que según Fernán eran desabridos.

Hace un par de años nos reunimos en Cartagena Julio Iglesias, Fernán, quien escribe y mi esposa Lourdes, a quien conocí precisamente por el cantante. Él quería saber quién era la presidenta de su club de fanáticas en Barranquilla, casada con su amigo Flash. Fueron supremamente atentos. Durante tres días estuvimos recordando viejos tiempos. Julio con su mismo carisma y su coquetería permanente a cuanta mujer se le acercaba. Cuando ya finalizaban sus días para irse a otro país, se me acercó y me dijo:

-“Nuestra amistad ya tiene 40 años y quiero invitarte en este momento al país que tú quieras ir conmigo en el avión”.

Sin pensarlo dos veces le manifesté que a China.

Llamó a Fernán y le dijo que me incluyera en un viaje que se iba a planear.

Hasta el momento no se ha cumplido ese compromiso.

Ya Fernán no está con Julio sino con Juanes.

Pero esos días en Cartagena de tres amigos de tantos años sin duda fueron nostálgicos e inolvidables.

Finalmente una anotación histórica: Yo estaba con Fernán e íbamos a comer a un sitio cuando nos enteramos aquí en Barranquilla que habían asesinado a Luis Carlos Galán.

NOTA POSTERIOR A LA PRIMERA DE ESTAS MEMORIAS

Juanes se ‘abrió’ de Fernán de mala manera. Demostró ser ingrato con quien lo subió a alturas que él nunca soñó. La carrera del paisa después del rompimiento se ha estancado. Y Fernán ahora maneja a las vedettes y actrices más bellas de la nación: Amparo Grisales, Flora Martínez, Isabella Santodomingo, Vanessa Mendoza, entre otras. Hemos seguido nuestra amistad y los correos son muy cálidos. Precisamente en febrero estuvimos unos días juntos en el Carnaval de las Artes, donde me hizo el honor de presentar la segunda edición de estas memorias.

Después fui su invitado al concierto de Paul McCartney en Bogotá. Él fue quien trajo al Beatle.

Por Édgar García Ochoa