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Ya empezamos la filmación de La Otra Reina y las primeras tomas fueron en la primera sesión de candidatas que aspiran a la corona de Reina del Carnaval de la 44.
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Edgar Blanco este año ha reunido un primer grupo de hermosas jóvenes del pueblo raso de Barranquilla, todas profesionales y que bailarinas. Bailaron cumbia, mapalé y salsa. Dos de las concursantes impresionaron al cazatalentos Aldo Romano. Una que tiene un impresionante parecido con Beyonce y la rubia bailarina del grupo Bananas.
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Por supuesto, las gestiones con ellas no tienen nada que ver con el concurso. Son posibilidades de viajar al exterior.
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Este año Edgar cree que será histórico en la 44, si agregamos el Reinado Internacional del Carnaval que dirigiré. Y habrá algunas variaciones como el del veredicto de la reina ganadora, lo hará un poeta como se hacía antes en el Reinado de Cartagena.
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Para tal efecto el poeta Santodomingo – vestido de poeta – y con el faraón como “partenaire”, creará un poema dedicado a la candidata escogida y diciendo en los párrafos finales su nombre.
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A Edgar le acompaña siempre el mismo Rey Momo vitalicio, que tuve oportunidad de conocer y se declara lector puntual de AL DÍA.
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Me gusta que este reinado alternativo se haga en buenas migas con el de Carnaval S.A. Al principio hubo las rebeldías del caso, pero actualmente Carla y Edgar se van bien.
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Solo que el Reinado de la 44 aventaja al otro y es que tendrá su propia película de largometraje, La Otra Reina. Con la productora Flash Producciones-Cuba Rodríguez.
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¡Ojo que la idea es ganarnos un premio internacional!…Conociendo los pergaminos de mi socio César Rodríguez, no dudo que se haga realidad ese deseo.
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Notas liliputienses: Miquerías…Palabra de honor…Mojicón…Balón…Valeria…Masa…Masita…Morral…Pata.
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Ahora la primera parte del capítulo dedicado a José Miguel Racedo, Testigo de milagros, de mi libro ‘Barranquilla de mis amores’, tomo I.

Ya tiene 72 años, barriga voluminosa y el pelo abundante en canas. Es el principal testigo de lo que ocurre semanalmente, frente a los predios que son suyos, una importante extensión de terreno, en donde por una privilegiada circunstancia, gran parte de la semana es testigo directo de los milagros que ocurren casi frente a sus narices. Sus lotes también se les convirtieron de pronto en un milagro. Son miles de personas que forzosamente tienen que subir donde está él para alquilarle sillas, mesas, hamacas y solicitarle refrescos, cervezas frías o un poco de comida.

José Miguel vive frente a frente al padre Hollman y a sus seguidores. La vez que le fui a visitar para biografiarle, me sentí metido en un ambiente que ya había visto en la televisión o me imaginaba por los relatos que me contaban, pero la realidad al tenerla de cerca era diferente. Romería de gentes, de los lugares más remotos, una caravana de vehículos de los Santanderes, peregrinos de Sucre, enfermos de Barranquilla, Tolima, Cartagena, Medellín, Panamá, Costa Rica. Todos tienen que tener paciencia, no desesperarse, se quedan horas, días interminables, duermen a la intemperie, incómodos, pero no les importa porque aspiran a que el padre Hollman los toque o los mire o les rece. La fe es muy grande y los resultados son vistos en la TV.

En el propio programa del predicador, quien alquila un espacio para presentar sus milagros. Racedo participa en todo, ve, observa y gana con cada persona que llega en busca de esperanza. Para él es camello dormir 3 veces a la semana en ese lugar sin confort, pero tiene que hacerlo forzosamente, sus clientes en gran parte vienen en busca de la última oportunidad y por calor, los sufrimientos y el hacinamiento, deben buscar un poco de alivio, ya sea gaseosa, gastronómico o para descansar de las piernas o el cuerpo. Racedo no se aprovecha, sino que es necesario que esté allí o de lo contrario los desórdenes serían brutales.

Al menos los terrenos son suyos y en ellos manda él y busca la forma de organizar en lo que se pueda a tantos que buscan la salud. Y dentro de ese escenario poco propicio para recordar, hicimos lo que se pudo y en dos hamacas nos instalamos para retroceder la máquina de la memoria y tratar de reconstruir una vida.

Se pudiera decir que José Miguel estaba predestinado a estar en la madurez cerca de un religioso, ya que cuando niño era acólito, monaguillo, de las procesiones donde cobraban 10 centavos por oficio. Con el Juancho Jinete y otros muchachos que no recuerda, quienes le acompañaban y no quiso dar el nombre de quien se robaba las limosnas. El quería ser veterinario ya que el padre tenía ganado y sus hermanos se inclinaban para otras rutas. Estudiaban en el colegio Americano en las primeras letras, pero luego a él lo pusieron interno en el Instituto Colombia, donde el coronel Enrique Visbal, padre de Max Henríquez, el famoso meterólogo.

A donde el coronel enviaban a los muchachos díscolos que no podían aguantar en las casas. La disciplina era rígida y cuando lo llevó su padre a donde el militar, este le preguntó si jugaba al cuco, dama o si le gustaba la pesca y cacería. José Miguel le contestó que gustaba de todo lo que él mencionaba.

Al internarse mandó a buscar pijamas de seda para no desentonar con muchachos hijos de ricos que estaban en el instituto, y a las dos semanas se fue de pesca a Salgar con el rector y otros alumnos, apartándose él en un lote y sacó según su versión 40 piezas, entre pargos, jureles, róbalo y todo lo pescado lo consumieron. La complicidad de la pesca acercó al severo rector con el rebelde Racedo y le daba permisos seguidos. Luego el coronel Visbal se agravó y muriéndose le mandó a buscar y delante de sus hijos dijo:

“Si existiera la más remota posibilidad de vida, se lo debo a Racedo”

Luego mandó a buscar a los padres de José Miguel y les comentó:

“Les entrego un muchacho civilizado, dispuesto a servir a la patria y que podría servir para cualquier oficio en este mundo. Ustedes me lo entregaron malcriado y yo les devuelvo un hombre honrado.

Comenzó a trabajar en la zona industrial en una textilería. Tenía 17 años, empezó con la fábrica Marisol, donde la dirigen 5 socios y ellos le regalaban el algodón que sobraba a solicitud suya y él lo convertía en colchones, desde esa época han pasado 50 años y todavía sigue Colchones Racedo”.

La afición por la pesca seguía y un día fue a un lugar llamado La Cueva, donde se reunía un grupo de intelectuales y en donde le habían dicho que podría encontrar compañeros para salir de pesca con anzuelos y caña. Allí estaban Juancho Scopiel, Eduardo Villa, Juancho Ripoll, Obregón, Germán Vargas y Cepeda Samudio, más tarde conoció a Gabo y a Fuenmayor. Encontró lo que quería y antes de partir le invitaron a una cerveza. Volvió varias veces y terminó siendo contertulio. Él recuerda las reuniones de ese histórico grupo que empezaban a las tres de la tarde y terminaban a las 8. Se hablaba mucho de literatura, se tomaba mucha cerveza y a veces había borrachos, pero la filosofía era charlar, ampliar conocimientos, pasar el rato. De Obregón dice que era malgeniado, pero hombre de buena manga, es decir siempre dispuesto a iniciar aventuras.

En una ocasión no tenían nada que hacer y Obregón le dijo al español VIlá que salieran a pelear a la 20 de julio para animarse. Así lo hicieron, se golpearon fuerte, luego hubo una pausa para unas frías y siguieron peleando. A Obregón le decían el Mono Camionero porque manejaba un camión, y a Cepeda Samudio Flor de Pea. Del escritor fallecido dice que era muy amplio y de unos detalles imborrables. Un día le dijo que le acompañara a una empresa de vehículos donde conocía, ya que deseaba que Racedo tuviera una camioneta. Llegaron, le presentó al dueño, sirvió de fiador, insistió en la venta, porque quería ver a su amigo con cabrilla y Racedo se llevó lo que no estaba en sus planes. De Gabo, dice que llegaba como asustado porque no tenía plata para las cervezas y vestía unas camisas floreadas que llamaban mucho la atención y se iba muy bien con Alfonso Fuenmayor.


Continuará….