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Nada más saludable que traer a colación aquellos recuerdos que con gran satisfacción compartimos con familiares y amigos, produciéndonos las bellas sensaciones de los tiempos pasados. Los momentos de la infancia, la época de estudiantes, en escuelas, colegios o universidades. Los amores adolescentes, la primera novia, el primer fracaso. Viajes placenteros y los felices momentos que nos da la vida.

Resulta inaceptable para los pobres televidentes que se gasten tantas energías, dinero y demás, para tratar de reconstruir una historia que solamente nos deja tristezas, rechazos, impotencia, valorando héroes en el crimen y dejando a las nuevas generaciones ejemplos de personajes que en vez de recordar debemos borrar de la memoria. Esto no tiene sino un objetivo comercial, que no valora el daño, que en el menor de los casos vuelve a traer a la memoria personajes que no desearíamos ya ni valorar, como consecuencia de sus repudiables acciones. Han existido tantos héroes en el mundo, por encima de las figuras criminales, con quienes ahora nos quieren deleitar los grandes productores, con la inaceptable excusa de recordar la historia, de cómo se hace un criminal, cómo segó la vida de importantes hijos de la Patria, cómo se organizaron las fuerzas del mal, se entronizó la corrupción, se burló el orden, el gobierno y la justicia de un país. El resultado que se espera es estimular el conocimiento de aquellos que en su vida desconocieron las actuaciones abominables. Que no es difícil ser un héroe sobre la base de la destrucción, de la debilidad de las instituciones y de los malos gobiernos. Lo peor, el irrespeto a los familiares de los asesinados maltratados, los hijos de los policías, los líderes, que de cualquier manera no pudieron seguir expresando sus ideas, y el gran número de personas inocentes que fueron masacrados. Tampoco sabemos qué influencias tendrá sobre los nuevos delincuentes ver tantas formas de desarrollar acciones criminales para seguir el mismo camino.

Claro, en medio de los malos ejemplos de los grandes temas de interés, mostrar las hazañas de Pablo resulta más entretenido y productivo, para ocultar los temas más relevantes actuales. Por otro lado, no se muestra a los televidentes la vida de grandes hombres, o temas como el fracaso de la reforma de la Justicia, en qué va la Ley de Tierras, y la manera como se viene enrutando la reforma de la salud, también destinada al fracaso, sin llenar el más importante requisito. Las reformas, aun cuando se hagan en el Congreso, para que sean exitosas, deben tener la aceptación de la comunidad y de los gremios.

Quien quiera saber quién fue Pablo Escobar y sus secuaces que lo investigue por todos los medios habituales, pero no a través de la estimulación al televidente a repetir sus acciones. Sin mostrar un país que lucha, en medio de dificultades, por salir de la violencia, mientras que por otro lado la presentación de programas llenos de violencia criolla no hacen sino incrementarla, enriqueciendo a otros, usando el más importante medio de influencia de la comunidad como lo es la televisión. Terminar con estas zagas es función de la Comisión de Televisión, del defensor del Pueblo, del mismo Ministerio de Comunicaciones, y demás funcionarios competentes. Nosotros seguiremos tratando de que algún día se tengan en cuenta nuestras propuestas.

Por Álvaro Villanueva, MD
alvillan@post.harvard.edu.
@49villanueva