La Encuesta de Cultura Ciudadana señalando que la confianza en la Policía Nacional es la más baja en 10 años coincidió con la presentación de la serie Comando Élite, una ficción basada en hechos reales donde los uniformados no son los villanos, pues a esta institución le caben muchos errores pero también hay que reconocerle los aciertos.
De lo primero sobran ejemplos, como lo del grafitero o lo que sucedió hace unas semanas en Bogotá, cuando un alférez roció gas pimienta debajo de la puerta de un bar ilegal, provocando pánico y la muerte de seis personas.
Conocemos muchos más casos que, para listarlos, no alcanzaría este espacio. Pero como al pan pan y al vino vino, me referiré a lo bueno.
Suena presuntuoso hablar en primera persona, pero debo contar que, luego del trabajo investigativo que derivó en mi novela Líbranos del bien, la productora de Jorge Alí Triana, Dramax, me contactó para adelantar una labor parecida siguiendo el rastro de las capturas de mayor impacto en el país, una idea acunada en el libro Objetico 4, de Germán Castro Caycedo.
El abuso contra los derechos humanos y la discriminación homosexual no son los únicos temas que me interesan, de lo cual dan fe mi citada novela y las columnas y crónicas aquí publicadas. Por eso durante dos años me incrusté en el hampa nacional. Escuché grabaciones, analicé videos, asistí a juicios, escolté seguimientos, visité cárceles para entrevistar guerrilleros, narcotraficantes, paramilitares, sicarios, políticos corruptos; leí todo cuanto se ha escrito sobre ellos, y me volví frecuente en la Dijín, la Sijín, la Diran y –en especial– la Dipol.
Al final constaté de primera mano que la Policía nacional tiene sobradas razones para orgullecerse. Hace unos cuantos años carecía de una buena estructura investigativa y en poco tiempo consolidó una tarea de inteligencia que permitió dar de baja a personajes tan funestos como el Mono Jojoy, Raúl Reyes –con todos sus yerros– y, en parte, Alfonso Cano.
Como este espacio es tan breve, enfatizo en un tema que no podrá mostrar la serie: el tiempo invertido en cada una de estas capturas. Si bien algunos casos requirieron pocos meses, en la mayoría de ellos el éxito radicó en un trabajo arduo de rastreo, un análisis minucioso de los detalles pero, sobre todo, en mucha paciencia. Alias Sebastián es, quizás, el mejor ejemplo. Del jefe de la Oficina de Envigado, al inicio de las pesquisas se desconocía no solo su nombre sino incluso su rostro. Se necesitaron cuatro años para finalmente aprehenderlo en un operativo cinematográfico en el que, por demás, solo hubo un muerto.
Comando Élite muestra esa labor positiva de la Policía que a diario no vemos.
Posdata 1: En un documental viral en redes sociales, Freda Kelly, secretaria privada de los Beatles durante once años, cuenta que, de los cuatro mechudos de Liverpool, John Lenon era el del genio irascible y tormentoso. “Paul nunca se enfadaba, Ringo era gracioso y George el más considerado”. El mismo hombre que de cara al público hablaba de paz y pedía imaginar un mundo de amor, era en privado peleonero, intolerante y celoso: “Incluso un día me despidió por pasar demasiado tiempo con los chicos del grupo The Moody Blues”. Las contradicciones humanas: los más conflictivos internamente somos –quizás precisamente por eso– quienes más propugnamos externamente por un mundo mejor.
2. El papa finalmente ha dicho lo que de tiempo atrás he pregonado en este espacio: que la Iglesia debe dedicarse a la pobreza y la evangelización, en lugar de buscar publicidad en discursos contra los gais y el aborto. Por ahí es la cosa, don Francisco.
Por Alonso Sánchez Baute
@sanchezbaute