Aunque el encargo provisional de Bruce Mc Master en la Alcaldía de Cartagena sosegó un poco las agitadas aguas políticas en La Heroica, pues el alto funcionario del Gobierno Nacional –cartagenero de nacimiento– ha sido garantía de seriedad, confianza y estabilidad, persiste la incertidumbre por el cada vez más complicado estado de salud del alcalde titular Campo Elías Terán, en tratamiento por un cáncer de pulmón y en los últimos días afectado, además, por una hidrocefalia que le están interviniendo en Bogotá con un drenaje para exceso de agua en el cerebro.
La grave situación de salud de Terán, que lo ha distanciado del poder distrital tan solo transcurrido un año de la elección popular de alcaldes, coincidió con una serie de ruidosos escándalos en su administración, provenientes de la suscripción de unos contratos cuestionados y de las renuncias de funcionarios como el almirante Gabriel Arango Bacci, en rechazo a la injerencia en los asuntos del gobierno cartagenero de la hija del Alcalde, Egla Terán.
Difícil saber si estos hechos conocidos por la opinión pública ocurrieron por el estado de Terán o si hubiesen acontecido aún si su salud no hubiera sufrido ninguna mengua lamentable.
Es una lástima lo que ha pasado en Cartagena para su imagen, para la de Terán, quien logró la hazaña –en una ciudad con ciertas herencias aristocráticas– de ser el primer alcalde de color, gracias al voto de sus coterráneos, en unas elecciones en que el popular locutor deportivo ganó de manera holgada, basado en un discurso llano, muy típico de su estilo desabrochado, que llegó al corazón y a la mente de los cartageneros de a pie, que son la mayoría, quienes viven en condiciones de pobreza y comparten su misma piel morena.
Siempre hemos admirado el histriónico talento de Terán, pero en aquel editorial donde EL HERALDO recomendó, días antes de las elecciones, los nombres de varios candidatos de la Región Caribe a las gobernaciones, alcaldías y concejos, preferimos inclinarnos por el joven empresario Dionisio Vélez, intuyendo que su formación era mayor garantía para una Cartagena bien administrada que siguiera la ruta de la alcaldesa Judith Pinedo, de buena gestión en su cuatrienio.
Pero la democracia hay que respetarla y la voluntad de las mayorías es sagrada. Por eso, pese a nuestra sugerencia, anhelábamos para Terán lo mejor. Desafortunadamente, una grave enfermedad se apoderó de su cuerpo y lo tiene contra la pared. Y dada la realidad de que el Alcalde no va a poder recuperarse en breve plazo, el escenario está planeado, como lo ha expresado el Ministro del Interior, para unas nuevas elecciones, que son, sin duda, un desgaste en términos institucionales, operativos y económicos.
Se habla, sin embargo, de que algunos sectores políticos locales con influencia en la Alcaldía intentarían evitar una repetición de las elecciones y conformarían una terna con la Alianza Social Independiente, ASI, con base en la cual el presidente Santos escogería el reemplazo de Terán, cuya suspensión acaba de ser solicitada al Jefe del Estado por la contralora general de la República, Sandra Morelli, en razón a un conjunto de irregularidades halladas en el contrato para el aseo de las escuelas distritales celebrado con la empresa Chemical Products por un valor de 5.893 millones de pesos.
Es doloroso que Terán, en medio del delicado momento que vive, haya tenido que afrontar, adicionalmente, episodios como este relacionado con manejos contractuales que ponen en tela de juicio la transparencia de su administración.
Desde estas páginas le expresamos a Campo Elías nuestros fervientes deseos de que se recupere, y esperamos que Cartagena salga de la incertidumbre actual.