El informe que presentó esta semana la Universidad del Norte sobre el nuevo POT de Barranquilla debería ser de obligada lectura para todos aquellos que pretendan opinar con fundamento sobre el trascendental plan que condicionará el desarrollo de la ciudad en los próximos 20 años. El estudio, de 140 páginas, analiza con rigor los puntos esenciales del proyecto elaborado por la Administración distrital, y, con la misma contudencia con que elogia diversos aspectos del documento oficial, critica o expresa sus reservas sobre otros.
Uno de los puntos más inquietantes de discrepancia entre el centro académico y la Administración lo apuntó ayer en estas mismas páginas el columnista Thierry Ways y se refiere al capítulo de la movilidad. Los expertos de Uninorte no pueden ser más enfáticos al expresar su “desacuerdo con cualquier pretensión de invertir recursos en la ampliación de varios carriles de vías radiales” ya que ese esfuerzo, según el estudio, se debería concentrar en la ampliación del Transmetro.
Salvo que la Administración tenga unos argumentos más convincentes, parece lógica la opinión de los analistas de Uninorte de que la solución que se ofrece en el POT sería costosa en tiempo y recursos para los habitentes más pobres del suroccidente de Barranquilla y de los municipios de Soledad y Malambo, ya lo que los obligaría a utilizar la ruta deMurillo para acceder al centro de la ciudad. En su lugar, los académicos proponen construir una troncal de Transmetro por la calle 30 o cualquier alternativa viable de transporte masivo para facilitar el desplazamiento a cientos de miles de ciudadanos que carecen de vehículo privado.
Precisamente, la utilización del transporte particular es otro de los puntos polémicos que señala el estudio de Uninorte y que exigen una respuesta clara por parte de la Administración. Los expertos de la universidad reproducen el presupuesto que prevé el POT en materia de movilidad, y los datos que figuran en la tabla llaman realmente la atención: pese a que uno de los objetivos declarados del POT consiste en avanzar hacia una ciudad sostenible, un 74,3% de los recursos están destinados a mejorar la oferta de movilidad en vehículo privado, mientras que al desplazamiento en el sistema integral de transporte público apenas se le dedica el 21,5%. Y las inversiones previstas para el peatón (0,9%) y la bicicleta (0,1%) no dejan de ser testimoniales, pese a que la tendencia en las ciudades de avanzada consiste en todo lo contrario: en realizar una apuesta clara y decidida en favor de peatones y ciclistas.
La conclusión de los expertos es que el POT “privilegia exageradamente” el desplazamiento en vehículo privado con respecto a otras alternativas de transporte y a la movilidad peatonal.
Las autoridades distritales han subrayado en repetidas ocasiones que el POT no es aún un documento definitivo, sino que se trata de un proyecto en marcha, susceptible de críticas y de mejoras. Por tanto, lo que corresponde ahora es que los técnicos municipales analicen concienzudamente el estudio de la Universidad del Norte y determinen qué observaciones deben ser tenidas en cuenta para la redacción definitiva del plan de ordenamiento.
Una reflexión final: el estudio presentado por Uninorte constituye un magnífico ejemplo de la influencia que puede, y debe, tener la academia en el debate público de la ciudad. El compromiso de las universidades con la sociedad ya existe, pero cabe confiar en que cada día sea más intenso y fructífero.