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El mito según el cual la Costa elige presidentes en Colombia dejó de existir en 1982, cuando Alfonso López Michelsen aspiró a la reelección y fue derrotado por Belisario Betancur. Cuentan que cuando el expresidente liberal empezó a recibir los reportes de la votación en todo el país, pero especialmente los provenientes de la Región Caribe, se preguntó anonadado ¿Qué pasó en la Costa?

En la Costa pasó que los caciques electorales del liberalismo, que eran mayoritarios en el Congreso, gastaron todo su capital político y económico en las elecciones de marzo y cuando llegaron las presidenciales de mayo –ya elegidos buena parte de ellos- no hicieron mayores esfuerzos para llevar por segunda ocasión al Pollo López al palacio presidencial.

A ello se sumó que la campaña de Betancur supo vender muy bien la promesa de 'casas gratis', que caló fuerte en la población más necesitada, al punto de que los barones electorales del liberalismo no supieron contrarrestar el ofrecimiento del candidato de Amagá, Antioquia.

Con los resultados del pasado domingo en las elecciones parlamentarias, donde las listas del oficialista partido de La U se impusieron a todas las demás, especialmente a las del Centro Democrático, respaldadas por el expresidente Álvaro Uribe, volvió a tomar fuerza la creencia de que la Costa será determinante para definir la suerte del nuevo presidente del país.

A juzgar por las cuentas que están haciendo unos y otros –los oficialistas de la Unidad Nacional y los opositores del Centro Democrático- podría pensarse que, en efecto, la Costa tiene en sus manos la suerte de la campaña presidencial de mayo o junio, en caso de que haya segunda vuelta. Una sola cifra muestra la validez de esa conjetura: el 26 por ciento del Senado quedó compuesto por aspirantes de la Región Caribe, la mayoría de ellos provenientes de Atlántico, Córdoba y Sucre, donde La U barrió en términos electorales.

De hecho, los dos mayores electores del partido del presidente-candidato, Juan Manuel Santos, son cordobeses: Musa Besaile Fayad y Bernardo Ñoño Elías Vidal. A ellos les siguen otros grandes electores de la Unidad Nacional, como Arturo Char Chaljub de Cambio Radical, José David Name de La U y Roberto Gerlein y Efraín Cepeda del Partido Conservador.

En total, las cifras de los partidos oficialistas quedaron así: La U (2.230.208), Partido Conservador (1.944.284), Partido Liberal (1.748.789), Cambio Radical (996.872) y Opción Ciudadana (527.124), para un gran total de 7.447.277.

De esa votación, está por definirse la suerte de los votos de los congresistas azules, que tienen a Marta Lucía Ramírez como su candidata presidencial y que –en caso de respaldar a Santos- podría llevarlos a incurrir en doble militancia, lo que les significaría perder sus investiduras.

No obstante, Santos les ha hecho saber que cuenta con ellos para su reelección y así lo ha expresado el presidente de la colectividad, senador reelecto Efraín Cepeda. Los azules santistas, además, están a la espera de la suerte de la demanda que interpusieron por los resultados de la convención del partido que eligió a Ramírez como su candidata para llegar a la Casa de Nariño.

Lo que tiene al país político hablando de lo determinante que sería la votación de la Costa en las elecciones presidenciales es que buena parte del total de la votación parlamentaria quedó en cabeza de los candidatos oriundos de la Región Caribe. En el caso del Senado, por ejemplo, Atlántico tendrá 10 curules, Córdoba 9 y Sucre 7, cifras realmente llamativas, mucho más si se tiene en cuenta que provienen de departamentos que no superan el 9 por ciento del total de la población del país.

¿Qué podría pasar con los electores costeños en mayo próximo? ¿Se podrá repetir la votación de las parlamentarias en las presidenciales? ¿Quién se quedará con el voto costeño? ¿Qué pasará con el uribismo en mayo?

Lo que va de Alfonso López a Juan Manuel Santos

Cuando Alfonso López Michelsen aspiró por segunda vez a la Presidencia de la República, lo hizo cuatro años después de haber ocupado la jefatura del Estado, es decir cuando no tenía a su disposición ni la nómina oficial, ni podía definir la suerte de multimillonarios contratos en obras de infraestructura. En otras palabras: López no contó con la mermelada que sí tiene Santos para ‘oxigenar’ a quienes respalden su candidatura reeleccionista. Todo lo contrario: a López no solo le tocó cargar con el bacalao que le había dejado el llamado Estatuto de Seguridad de Julio César Turbay Ayala, con quien, además, había tenido agrias relaciones, sino que tampoco tenía fuerzas ni para ayudar a nombrar al portero del edificio del Ministerio de Agricultura de la época.

Santos –por el contrario- tiene toda la maquinaria a su favor, como quedó demostrado el pasado 9 de marzo, donde resultaron elegidos los 'reyes de la mermelada', como los llamó el expresidente Andrés Pastrana, para referirse a los conservadores Gerlein y Cepeda en el Atlántico. O como sucedió con Ñoño Elías y Musa Besaile en Córdoba, o con los demás aspirantes oficialistas de la Costa que pudieron disponer de los llamados cupos indicativos, que definen la suerte de las obras en los departamentos. El músculo electoral de la mermelada es, pues, indiscutible y evidente.

¿Qué tan santista es la Región Caribe?

A juzgar por los resultados del pasado domingo, si hay una región santista en el país, esa es la Costa. El hecho de que la inmensa mayoría del 26 por ciento que ocupará las curules del Senado en representación de la Región Caribe, sea de la Unidad Nacional así lo demuestra.

Ocurre, sin embargo, que nadie garantiza que el respaldo que obtuvieron los candidatos oficialistas por cuenta de la mermelada sea endosable al presidente-candidato. En otras palabras: los congresistas elegidos ya solucionaron su problema –que era, precisamente, hacerse elegir- ahora deben ocuparse de que sea elegido quien les suministre la mermelada. A ellos les gustaría, obviamente, que sea Santos, pero si no es él, entonces se encargarán de que quien lo reemplace les mantenga su buena dosis de mermelada.

Pero, además, está demostrado que una campaña para ser elegido congresista vale mucha plata en Colombia –solo en Barranquilla dicen que hubo aspirantes que se gastaron hasta 15 mil millones de pesos- y no existe la menor posibilidad de que alguno de ellos esté dispuesto siquiera a invertir la tercera parte de esa plata en las presidenciales.

La Costa elige, pero no cuenta

A pesar de su importancia en materia electoral que tiene la Región Caribe, está demostrado que a la hora de cubrir los puestos más importantes de las campañas presidenciales –empezando por la Vicepresidencia de la República- poco o nada cuenta. De hecho, ninguno de los actuales aspirantes tiene como fórmula vicepresidencial a un costeño, o una costeña.

Tampoco los hay en los altos cargos directivos, donde abundan los apellidos bogotanos, en el caso de Santos. Los tiempos en que un costeño ocupó la Vicepresidencia de la República –Gustavo Bell Lemus, durante el gobierno de Andrés Pastrana- parecen remotos. Para no hablar de la ‘prehistoria’, cuando Evaristo Sourdis aspiró a la Presidencia. La verdad monda y lironda es que la Región Caribe sigue siendo subvalorada por los candidatos presidenciales, que una vez en el ejercicio del poder se limitan a replicar un modelo centralista y excluyente del manejo del Estado. La Costa es buena para carnavalear –ajá, tú sabes- pero poco importa a la hora de tomar decisiones sobre cuadros directivos de las campañas.

También es buena para manipular a los electores, muchos de ellos ignorantes del valor que tienen sus votos para el sistema democrático. Y no me refiero al valor monetario, precisamente, que dicen que esta oportunidad llegó a $60 mil pesos en Barranquilla.

Elección presidencial, un futuro incierto

Aunque en la campaña reeleccionista de Juan Manuel Santos se da por descontado el respaldo masivo e incondicional de la Costa al presidente-candidato, mucho más después de los resultados del pasado domingo, nada está dicho sobre esa materia. Y ello es así porque en esta oportunidad –aparte de los factores ya mencionados, como la relación directa entre aspirantes y electores, que se dio en marzo y que en mayo desaparece- ahora hay que tener en cuenta otras variables, como es el caso del voto en blanco que, sin duda, jugará un papel determinante en las presidenciales, como lo muestran las encuestas.

Una 'ola blanca' podría impedir, incluso, un triunfo de Santos en primera vuelta, como es su apuesta, y crearía un escenario de una segunda ronda con resultados totalmente inciertos. Muy seguramente, en las próximas semanas la Costa será epicentro de la arremetida de los candidatos presidenciales, uno de ellos –Santos- para mostrarse agradecido con la Región y otros para tratar de persuadir a los electores que les resultan esquivos. Todos saben que el voto costeño será determinante. La pregunta es: ¿lo saben los electores de la Costa?

@leydelmontes