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El año comenzó de plácemes para el gobernador del Cesar Luis Alberto Monsalvo Gnecco: dos encuestas lo señalan como el mejor gobernador del país, a pesar de que es un joven hermético y con dificultades de comunicación que lo llevan a establecer contacto con sus electores sólo a través de sus redes sociales, ('He hecho grandes esfuerzos para doblegar la timidez. En el colegio sufría mucho cuando debía exponer en público. En el recreo me daba pena que la gente me mirara o me daba miedo que alguien se me atravesara y me dijera algo. En eso creo que soy más Monsalvo que Gnecco', confesará luego).

He intentado esta entrevista a lo largo de dos años, pero él siempre se ha mostrado reacio. Ahora tengo suerte: está feliz por el resultado de las encuestas. De regreso de sus vacaciones de fin de año me recibe de manera informal. Viste una camisa de pequeños cuadros azul y blanco, yines, tenis negros y un reloj juvenil con manilla de plástico. Es la segunda vez que lo veo en mi vida y me llama la atención su pulcritud: perfectamente bien afeitado, con uñas esmaltadas y cabello peinado con gel con la raya hacia la izquierda. Sus manos son pequeñas y sus dedos delgados a pesar de su 1.82 de estatura y sus 85 kilos de peso. Luce mucho más joven de sus 38 años. Casi un niño (fue Representante a la Cámara con sólo 25:

'En el 2002, mi mamá me puso como candidato. Para la gobernación, yo quise ser candidato', cuenta sin remilgos).

Sus gestos también son pulcros, a veces incluso delicados. Siempre muy calmado, proyecta ser un hombre educado que exuda 'don de gentes'. De voz recia -sonora-, con un acento muy neutro, usa un español correctísimo sin atropellar las palabras y maneja un mayor léxico al común de sus paisanos. No se parece en esto a su tío Lucas Gnecco Cerchar, dos veces gobernador del Cesar, un hombre popular y criollo, de maneras asilvestradas, que hoy paga casa por cárcel una condena de 24 años.

Lucas es el más conocido de la dinastía política más poderosa del Cesar, una familia que trabaja unida desde hace 14 años. Pero no es el único. Su cuñado Rafael Bolaños fue destituido de la Gobernación por la Procuraduría; su esposa, Lilo, fue candidata al congreso; su sobrina Flor, senadora; su hijo José Alfredo, es actualmente congresista y; su primo hermano José Francisco Gómez Cerchar, hoy en la cárcel, fue Gobernador de La Guajira. Desde los tiempos de la marimba, en más de una oportunidad algunos miembros de esta familia han sido relacionados con actos de ilegalidad como el paramilitarismo (Jorge Gnecco Cerchar fue asesinado por órdenes de 'Jorge 40' en 2001), la parapolítica (Pepe Gnecco Cerchar fue firmante del Pacto de Ralito), el contrabando de ganado y gasolina o hasta el temible Marquitos Figueroa.

Desde 2001, la mamá de Luis Alberto, Cielo –según el decir de la calle, 'una mujer perfeccionista y de mucho carácter a quien le consultan incluso la contratación de un celador'-, es el sol alrededor del cual giran todos estos planetas. Por decreto de su hijo, es la Primera Dama del Departamento y tiene asiento en los consejos de gobierno. Luis Alberto todavía vive con sus padres. No se ha casado ni tiene hijos lo cual, en sus propias palabras, le permite ''Una entrega cien por ciento al trabajo'. No es madrugador, pero sí un trabajador de domingo a domingo. Cuando no se ocupa de los asuntos propios de su despacho, atiende las fincas familiares o trota al final de la tarde (en su adolescencia le fue bien como tenista). Luego de estudiar en Vancouver y Chicago, se graduó como economista en la Santo Tomás el 1 de marzo de 2001.

Es perfeccionista, tal cual se confirma en su Sala de Gobierno: tres de las paredes están tapizadas con fotos y tablas de seguimiento que indican presupuesto, porcentaje ejecutado y fecha de entrega de cada una de las grandes obras que adelanta. La cuarta pared exhibe un gran tablero blanco con decenas de obras de menor envergadura. Según cuenta, necesitó dos años para recorrer palmo a palmo el departamento, entender las necesidades de cada zona y emprender las obras necesarias en cada lugar. Está al tanto del más mínimo detalle de ellas y tiene fama de ser obstinado: cuando se le mete algo en la cabeza no descansa hasta conseguirlo.

Monsalvo se muestra con la visión de los dictadores que juegan su prestigio al largo plazo: el Cesar está en construcción y por donde menos se espera salta el cemento. 'Al posesionarme, no creía que lograría entregar tantas obras', dice sonriente. Nunca en su historia, el departamento había visto adelantar tantos proyectos de impacto e importancia al mismo. 'Nadie imagina la satisfacción que me produce inaugurar lo que he iniciado', afirma con el orgullo de quien logra algo por largo tiempo acariciado.

A lo largo de seis pocillos grandes de café, apurados siempre con dos cucharaditas de azúcar, se toma su tiempo para explicarme en detalle cada una de estas obras, ejecutadas en su mayoría con dineros de regalías, de las que resaltan la Plaza de Ferias de Valledupar; más de 2.800 viviendas para doce mil beneficiarios en siete municipios; un Centro Integral de Educación para cinco mil estudiantes en Codazzi; una planta de aguas residuales; el Muelle Flotante de Chimichagua; el estadio de fútbol de Valledupar; el Archivo Departamental; el Hospital de Aguachica ('Con más de 200 camas, el más grande y moderno de la región'); 350 mil millones de pesos en 900 kilómetros de pavimentación de vías secundarias y terciarias ('Para mí, las grandes obras sociales son las de movilidad, pues sin vías no hay cómo transportar la comida, los enfermos o los estudiantes'); el Centro de la Cultura Vallenata contratada al consorcio español Idom (se extiende y emociona contando este proyecto: 'Vamos a dividir en dos la historia vallenata con esta megaobra de 70 mil millones de pesos que pretende seguir el ejemplo de lo sucedido en Bilbao con el Museo Guggenheim').

Amén de los temas culturales, la obra que más detiene su entusiasmo, cuya maqueta guarda en una bellísima caja del más fino cedro, es el Centro de Desarrollo Tecnológico, un proyecto de ciencia y tecnología para el sector ganadero y pesquero. 'Este es un cabezazo del que me siento muy orgulloso. La idea partió de Colciencias y yo la retomé. El Cesar tiene el quinto inventario lechero del país y somos la primera cuenca lechera. Con esto buscamos la tecnificación del campo. No es para generar empleo sino productividad a largo plazo. Tengo instalado ya un laboratorio de fecundación in vitro que es una especia de Nasa'.

El último proyecto en reseñarme es la sede local de la Universidad Nacional que educará a más de diez mil estudiantes y cuyo interventor renunció luego de enfrentar problemas por la calidad de los materiales y el cumplimiento de ejecución. 'En las más de cien obras que adelanto actualmente, esta fue la única en la que hubo problemas entre contratistas e interventores', corre a contestarme. 'Por fortuna, logramos solventarlo. El rector Mantilla se metió de lleno al proceso y nos ayudó muchísimo'.

Así como habla con excesiva fluidez de cada una de estas obras, se corta cuando se le preguntan temas incómodos: nunca mira directamente a los ojos, sus pupilas bailan de un lado a otro, gaguea, juguetea con el esfero, traga saliva o mira de reojo a su jefe de prensa buscando su apoyo. Se nota que no está acostumbrado a que la prensa local lo cuestione con este tipo de preguntas.