Colombia posee una amplia experiencia en procesos de reintegración de combatientes de grupos ilegales a la sociedad civil. En 216 años como República, el país ha atravesado por numerosos conflictos y los ha resuelto con diversos acuerdos, que han abarcado necesariamente la desmovilización y la reinserción.
Durante los últimos 13 años, 49.000 de 59.000 desmovilizados de grupos armados ilegales se han acogido a la política de integración, que actualmente lidera la Agencia Colombiana para la Reintegración (ACR), y 13.013 han culminado satisfactoriamente un proceso que busca llevar a los excombatientes a las condiciones promedio de civilidad en Colombia.
Lucas Uribe, director programático de la ACR, sostuvo el pasado mes en un evento en la Universidad del Norte que existen muchas dificultades psicosociales para esta población, que apuntan hacia la necesidad de un trabajo más duro para lograr la meta planteada.
Lo anterior parte de que el 75% de las personas acogidas por el programa de reintegración son analfabetas y en su mayoría no han aprendido habilidades que les permitan tener una actividad calificada. 'Eso tiene unas connotaciones importantes porque llegan sin un arte o un recurso que le permita generar recursos', explica Uribe.
De igual forma, el 90% de las personas en proceso de reintegración tienen síntomas de algún tipo de afectación emocional derivada de su participación en grupo armado. 'Estar en los grupos armados no genera el trauma per se, sino el estar presente ante actos de violencia', indica Uribe, añadiendo que estas personas viven entre 17 y 20 eventos traumáticos en su vida, en comparación a los tres que vive una persona promedio.
Traumas. Edith Aristizábal, docente e investigadora del departamento de Psicología de la Universidad del Norte, quien ha atendido a desmovilizados en el programa de la ACR, señala que en varios excombatientes que se han acogido a la política de reintegración social se han encontrado síntomas y traumas tan graves como los que presentan las víctimas del conflicto.
Este hallazgo Aristizábal, doctora en psicología lo pudo constatar por medio de entrevistas a profundidad con más de 100 desmovilizados a lo largo de ocho años. De acuerdo con la experta, resulta de gran pertinencia pues estudios previos en Colombia no habían considerado la posibilidad de traumas en este tipo de personas.
'Sí se ha considerado, y lo he podido probar en más de cuatro investigaciones, que la violencia, tanto padecida como ejercida, está asociada a producción de traumas psicológicos'. Traumas que, según Aristizábal, se han encontrado todos en excombatientes cuyas condiciones de entrada al grupo se hicieron en condiciones de forzamiento.
Sin embargo, aclara que el trauma puede o no suceder; depende de la condición del sujeto antes, durante y después del hecho violento y su capacidad reaccionar o defenderse. Otros factores que entran en juego son el nivel socioeconómico y su soporte familiar y social.
Las particularidades del hecho violento, por supuesto juegan un papel importante. En Colombia, el conflicto se ha desarrollado de manera irregular en las selvas y montañas, donde la visibilidad es baja y es difícil determinar de dónde proviene el sonido del disparo de un arma, lo que genera un impacto psicológico muy alto. 'Esta situación les causaba horror e inmovilidad, pues no sabían si podían estar corriendo hacia el lugar donde se encontraba el enemigo. Ese aturdimiento generado por el ruido ensordecedor y por la imposibilidad de saber de dónde viene el fuego, es algo que he encontrado tanto en personas civiles como en combatientes y que produce traumas muy graves', explica la experta.
De igual forma se desarrollan traumas cuando no se puede estimar el daño, por ejemplo en los casos de explosiones de minas antipersonales, cilindros bomba y animales que cargan con bombas – prácticas usuales en nuestro conflicto—. Tanto para quien es impactado como para quien observa el daño recibido por un compañero. 'Hay afectaciones en combatientes que tuvieron que sacar del campo a compañeros heridos por minas antipersonales y que durante muchas horas debieron estar cerca de sus compañeros mutilados, viendo cómo iban desangrándose hasta perder la vida, sin posibilidad de llevarlos a un puesto médico. Eso ha generado traumas muy graves en combatientes'.
El forzamiento a ejercer la violencia brutalmente en un civil es otra condición que la experta describe como 'victimizante' y que genera en algunas personas 'traumas terribles, gravísimos, que no logran ser superados luego de 5 y hasta 10 años de intentos. No duermen tranquilos, escuchan los gritos de las víctimas y están atormentados completamente'.
Aristizábal considera que las descritas anteriormente 'son cosas muy complejas que han hecho necesario que en el proceso de reintegración haya un espacio de especialistas que se puedan ocupar de este tipo de asuntos'.
Estigmatización. Varias cifras que maneja la Agencia Colombiana para la Reintegración pueden relacionarse con la estigmatización que conlleva ser desmovilizado. Muchos empleadores consideran que el nivel de habilidades de un desmovilizado no es idóneo para el mercado laboral.
Aunque la proporción de personas que ingresaron al programa que se encuentran ocupadas es positiva (76%), el 72% de estas tienen lo hacen a través trabajo informal. En comparación, el porcentaje de trabajadores informales del país en general es de un 50%.
Una encuesta realizada en 2013 por la facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad Javeriana revela que de 19 posibilidades de empleo dentro 30 empresas encuestadas, solo un 19% estaba en disposición de acoger a un desmovilizado. En sectores de construcción y agropecuario aseguraron tener disposición del 100% para vincular desmovilizados. En el sector industrial y el de servicios la respuesta es mayoritariamente negativa. Por su parte, en el sector comercial y financiero existe una negación absoluta a contratar desmovilizados.
La falta de estabilidad económica, relacionada a la falta de oportunidades, es un escenario que puede conducir a que los desmovilizados reincidan en las actividades ilegales y pongan en riesgo el proceso de reintegración.
Por otra parte, la seguridad de un excombatiente es uno de los temas más difíciles derivado de lo anterior para la Agencia, que señala que es cuatro veces más probable que una persona muera en Colombia si es desmovilizado, que si continúa combatiente. 'De las 57.000 personas desmovilizadas casi 4.000 han muerto por homicidio. En una ciudad violenta como Medellín puede haber, en su año más difícil, 36 homicidios por 100.000 habitantes. En el país asesinan a entre 250 y 1000 desmovilizados por cada 100.000. Es un exterminio peor que el de la Unión Patriótica', manifestó Lucas Uribe de la ACR.
Esto según Edith Aristizábal, produce grandes dificultades para aquellos desmovilizados con trastornos de ansiedad graves, como la hipervigilancia, la irregular conducta del sueño y el pensamiento anticipatorio de que algo malo les va a suceder. 'En un momento durante las entrevistas, se produjeron algunas muertes de personas en proceso de reintegración y eso les produjo mucho pánico, porque no sabían quién era la amenaza, o quién estaba ocasionando estas muertes sistemáticas'.
Dificultades sociales. Aristizábal explica que la primera dificultad que enfrentan los excombatientes en un proceso reintegración social, es el hecho de tener que compartir con exintegrantes de un grupo contrario.
'Experimentaban mucho miedo de ir al programa, pero si no iban salían del programa y tenían que entrar a la justicia ordinaria y pagar una condena', comenta la experta.
Un sentimiento común en los desmovilizados que entrevistó Aristizábal era que percibían que el profesional reintegrador asignado a ellos les 'miraba como un criminal'. La psicóloga explica que una persona con un trauma psicológico puede malinterpretar las emociones de otra persona e incluso las suyas y, por lo tanto, sentirse más rechazados o estigmatizados y actuar según esa interpretación
Añade que muchos de los desmovilizados no habían dicho a su familia que hicieron parte de un grupo armado pues en un principio no era obligatorio al entrar a la ruta de reintegración. 'La familia creía que eran vendedores de dulces, pescadores o lancheros, pero después eso cambió un poco, porque había que hacer la memoria histórica y las empresas que los buscan contratar necesitan saber quiénes son y de dónde provienen'. Explica Aristizábal que a raíz de esto, muchos prefirieron buscar nuevas parejas que afrontar una situación incómoda.
La investigadora añade que muchos de los reintegrados tienen problemas de autoridad y prefieren trabajar individualmente, en emprendimientos propios. 'En las empresas algunos tuvieron muchas dificultades porque no aceptaban que los mandaran y tenían muy poca tolerancia con los otros. Cambiar la mentalidad de una persona que llegaba a un pueblo a hacer lo que quisiera y lograr que por ejemplo hagan una fila no es tan sencillo. Hay que tener muy buena voluntad y en muchos casos también tratamiento'.
Desmovilización
Logros de la Reintegración.
El proceso continuo realizado por la Agencia Colombiana para la Reintegración ha permitido que el 93% de desmovilizados con afectaciones emocionales (90% del total de los desmovilizados) se sobrepongan a estas situaciones y el 82% de personas analfabetas (el 75% del total), superen esta condición. El modelo de educación que ha creado la ACR, para personas que han atravesado el conflicto armado, ha arrojado como resultado a 15.000 bachilleres y 2750 adelantando su educación superior.
Ver infografía: Traumas asociados a la violencia en excombatientes