Aunque fueron amables y diplomáticas las declaraciones del presidente Juan Manuel Santos y del expresidente Álvaro Uribe al término de su encuentro el pasado miércoles, lo que pasó adentro, en la denominada Sala de Crisis de palacio, fue otra cosa.
Primero y antes que todo, la reunión estuvo a punto de no darse. Esto, una vez que el presidente Santos informó el martes por la noche de la prórroga del cese al fuego con las Farc hasta el 31 de octubre. La noticia le cayó como un baldado de agua fría a Uribe, quien horas antes pidió la cita, primero, en un noticiero televisivo, y luego llamando a Palacio desde el Congreso mientras lo grababan con celulares. Sin embargo, al final se mantuvo.
El mismo miércoles se sospechaba que algo no había ido bien, cuando de la secretaría de Prensa de la Presidencia, una vez culminó la entrevista de casi cuatro horas, informaron que las declaraciones podrían cruzarse, es decir, podrían ser a la misma hora: la de Uribe en el jardín de Palacio y la de Santos en la sala de conferencias. Luego, dijeron que el presidente hablaría primero y, al final, fue el expresidente quien lo hizo.
Tras el apretón de manos entre Santos y Uribe a un costado de la mesa rectangular en que se dio el encuentro -la despedida dicen que fue más fría, además, porque no había cámaras-, el jefe de Estado hizo una introducción y acto seguido el senador del Centro Democrático casi que protagonizó un soliloquio con tono fuerte sobre los desacuerdos que dice tener con el acuerdo de La Habana. Mientras que Santos solo intervenía para responder inquietudes, sin comprometerse demasiado y agregando siempre frase como 'ya veré' o 'vamos a revisarlo'. También intervinieron los del No, mientras que el equipo de Gobierno escuchaba.
Durante la entrevista, como lo contó este diario, no hubo almuerzo pero sí café negro y galletas en forma de palomas de la paz, casi que idénticas a las que lleva acostumbra a llevar el primer mandatario en la solapa.
Entre tanto, Uribe casi que ripiaba las 297 páginas y casi cuatro años del acuerdo con sus extensas intervenciones y críticas. Los del Sí notaron que había poco de cesión o de reconocimiento en el expresidente frente al documento y sí mucho de borrrón y cuenta nueva. De hecho, cuentan que Alejandro Ordóñez y Martha Lucía Ramírez hicieron propuestas más viables.
Y por ahí fue uno de los reclamos de Uribe a Santos: que no dividiera a los del No, a lo que el presidente respondió que eso no depende de él, que él solo aceptó las reuniones por aparte con el expresidente Andrés Pastrana y con su primo, el exvicepresidente Francisco ‘Pacho’ Santos -quien luego se echó para atrás-, como ellos se lo solicitaron.
Otra de las demandas del expresidente, por supuesto, fue el cese al fuego hasta el 31 de octubre, advirtiendo que debería ser indefinido, pero el primer mandatario contestó que era imposible porque las Farc van a buscar cómo mantenerse y harán como están acostumbrados.
Así las cosas, la sensación que parece haber quedado en el ambiente, al menos del lado del Sí, es que los planteamientos del No dilatarán sobremanera el laberinto en el que quedó el país tras la detención del proceso de paz a cuenta de las urnas en el plebiscito del domingo.