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Nicolás Maduro es de lejos el presidente más incompetente y corrupto de América Latina. Eso no está en discusión. Le gana por varios cuerpos a los demás mandatarios incompetentes y corruptos de la región, que ya es mucho decir, porque si algo tenemos por estos lados son presidentes incompetentes y corruptos. Pues bien, Maduro no tiene rival en esas dos categorías.

Pese a ello, Maduro ha dado muestras de ser mucho más astuto que la oposición de Venezuela, que no ha podido derrotar a un presidente que tiene una desaprobación del 80 por ciento. Ni la ONU, ni la OEA, ni Trump, ni Uribe, ni ahora Santos. Nadie ha podido con Maduro, lo que demostraría que es menos incompetente de lo que parece. O por lo menos no es tan incompetente como aquellos que han querido derrotarlo y no han podido.

El secreto de Maduro para quedarse es muy simple: divide para reinar. En eso es alumno aventajado de su mentor Hugo Chávez, que derrochó todas las bonanzas petroleras para fracturar a América Latina entre pro-chavistas y anti-chavistas. Ahora, en época de vacas flacas, Maduro tiene dividida a Venezuela entre quienes quieren que se quede y quienes quieren que se vaya.

Y por increíble que parezca, los segundos –que son la inmensa mayoría– no han podido derrotar a los primeros. Hoy la oposición buscará quedarse con la mayoría de las 23 gobernaciones del país, pero ello –de alcanzarlo– no pasará de ser un triunfo simbólico, pues ya Maduro dijo que todos los que resulten elegidos deberán supeditarse al poder de la Asamblea Constituyente, estrambótica figura que sacó del cubilete para darle un golpe de estado a la Asamblea Nacional, dominada por la oposición.

Es decir, las elecciones regionales de hoy en Venezuela no son más que un premio seco para una oposición timorata y mezquina, que desaprovechó la oportunidad de ganarse el premio mayor, cuando tuvo a más de medio país en las calles exigiendo la salida del ‘dictador’. Esos tiempos no volverán. Esa ‘oportunidad de oro’ no se repetirá, y quienes deben responder por ese fracaso son los dirigentes de la MUD, encabezados por Henry Ramos Allup y Julio Borges.

A pesar de que el chavismo perdió el respaldo popular, nadie garantiza que la oposición se quede hoy con la mayoría de las gobernaciones. La razón es muy simple: quien contará los votos será el propio Maduro, por interpuesta persona, encarnada en la presidenta del Consejo Nacional Electoral, Tibisay Lucena, ejemplo vivo del servilismo hacia Maduro y Diosdado Cabello, sus verdaderos jefes. Tibisay será, pues, quien defina las gobernaciones venezolanas.

Maduro siempre se ha salido con la suya. Para empezar, las elecciones regionales de hoy debieron celebrarse en diciembre pasado, pero no las convocó porque sabía que perdería casi todas las gobernaciones, como había perdido la mayoría en la Asamblea Nacional. Entonces sacó un decreto presidencial y se pasó por la faja la voluntad popular. Ahora sí lo hizo, porque sabe que tiene la situación bajo control.

Para ello cuenta con la incondicional Tibisay Lucena y con el Tribunal Supremo de Justicia, la otra perversa figura que se ha prestado para todas las ‘aberraciones democráticas’ de Maduro y Cabello, entre ellas las de partirle el espinazo a la Constitución Bolivariana y violentar la soberanía de la Asamblea Nacional, hasta el punto de anular todas sus resoluciones. Este hecho llevó a la fiscal general, Luisa Ortega –más chavista que Maduro y Cabello juntos– a salir despavorida de Caracas, cuando descubrió que su libertad y su vida corrían peligro. Hoy Ortega recorre el mundo denunciando los abusos del régimen chavista, el mismo al que sirvió por mucho tiempo.

De manera que con el poder electoral y el judicial en sus bolsillos, Maduro ganará hoy, aunque pierda. La oposición mordió el caramelo ofrecido por Maduro, perdió la unidad interna y –algo peor– perdió la calle, que se había ganado a pulso al ponerse del lado de los millones de venezolanos que repudian el régimen chavista, entre ellos miles de estudiantes que salieron a protestar, solo protegidos por escudos de cartón. Decenas de ellos dieron su vida y hoy sus compañeros se sienten traicionados.

¿Qué pasará con la oposición venezolana hoy en las elecciones regionales? ¿Qué pierde Maduro si el chavismo es derrotado en la mayoría de los estados? ¿Qué pasará con la Asamblea Constituyente?