El jueves terminó la vigencia del mecanismo legislativo especial, con el que el Congreso de la República aprobó el paquete de reformas que permitió parte de la implementación jurídica del Acuerdo Final del Teatro Colón, firmado por el Gobierno Nacional y la desmovilizada guerrilla de las Farc.
El también denominado fast track redujo el tiempo de trámite de los proyectos, pues solo se tenían que llevar a cabo dos debates (uno conjunto entre las comisiones de ambas cámaras y posteriormente otro en las plenarias de las mismas). Durante su vigencia, el Ejecutivo pudo sacar adelante cinco actos legislativos (reformas a la Constitución) y cinco leyes ordinarias.
¿Mucho o poco? El presidente Juan Manuel Santos y Rodrigo Londoño, ‘Timochenko’, tras mantener la semana pasada una reunión privada para evaluar el estado de la implementación acudieron a una metáfora: 'El vaso está medio lleno, y lo que se requiere ahora es precisamente llenarlo'.
Más allá, lo cierto es que las dinámicas políticas de un año electoral influyeron de manera importante para que se fuera desvaneciendo el impulso con el que, los primeros meses, los parlamentarios aprobaron las normas derivadas del Acuerdo.
Las encuestas empezaron a marcar la agenda y el tema de la paz aparecía, en general, como uno los peores valorados. Fue así que varios parlamentarios fueron desligándose del tema de la paz, algunos porque tuvieron legítimos reparos y otros por cálculo político.
Uno de los ejemplos más claros fue el de la bancada de Cambio Radical. Luego de que su jefe natural, el aspirante presidencial por firmas, Germán Vargas Lleras, anunciara que se desligaba del proceso de paz, la colectividad hizo lo propio en el Legislativo.
No fue la única. Miembros del Partido de la U, del Partido Conservador e, incluso, del Liberal, mostraron los dientes con el paso del tiempo y el Gobierno tuvo que redoblar esfuerzos para lograr las mayorías, apoyado en una Unidad Nacional que se deshilvana cada vez más rápido.