El periodista Daniel Coronell publicó este domingo en su columna de la revista Semana apartes del capítulo cinco del libro ‘EL NOBEL, Santos un presidente que se quedó solo’, que fue escrito por su colega Vícky Dávila –y que será publicado en los próximos días-, en donde se comenta que el exvicepresidente y hoy candidato presidencial Germán Vargas Lleras era espiado en su residencia oficial cuando ejercía dicho cargo.
De acuerdo con Coronell, quien se basa en el texto de Dávila, 'en mayo de 2016 una compañía de seguridad privada efectuó rastreo en la residencia oficial del entonces vicepresidente (…) encontrando que en su habitación matrimonial y en la sala de juntas privadas habían sido camuflados varios dispositivos de monitoreo de audio y video'.
En el libro se expone, indica la columna, que el pago de ese registro electrónico no fue realizado con dineros públicos, sino que corrió por cuenta de un abogado amigo de Vargas Lleras, y que encontró lo que no había hecho las revisiones que del lugar hacían las agencias de seguridad del Estado.
Coronell plantea que ante esa situación caben tres conjeturas: 'o los registros de las autoridades habían sido descuidados y negligentes. O los aparatos de espionaje habían sido instalados por miembros de las propias agencias de seguridad del Estado. O la compañía privada de seguridad, contratada por el buen samaritano, había plantado elementos en la revisión'.
E, inmediatamente, se indaga por quién habría podido estar interesado en esa acción: 'Si no había espionaje, ¿quién estaba interesado en hacerle creer al vicepresidente que vigilaban su intimidad y con qué propósito? Y si la conclusión era genuina: ¿para quién trabajaban los que acechaban a Vargas? ¿Para el gobierno o para alguien más?'.
El columnista afirma que conversó 'extensamente' con Vargas sobre el asunto, quien le dijo que 'no tenía plena certeza de la naturaleza de los dispositivos encotrados, y que lo ideal para él sería tener una verificación de una entidad independiente, no colombiana, que emitiera concepto sobre lo hallado'.
El texto de opinión agrega que Coronell se comunicó con la compañía de seguridad que realizó el informe pagado por el abogado, y uno de sus directivos le 'negó nerviosamente' al periodista que se hubiera realizado algún rastreo en la vicepresidencia.
'Unos días después vine a Bogotá y en una librería me encontré con la cabeza de una de las agencias de inteligencia del Estado. Después de una breve conversación me di cuenta de que estaba enterado de los hechos y le pedí que me contara lo que sabía. El funcionario me dijo que pensaba que todo era un montaje patrocinado por alguien que estaba tratando de indisponer al vicepresidente con los organismos de seguridad y con el propio presidente de la república', concluye Coronell.