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El posconflicto es entendido de distintas maneras dependiendo de quién lo describa. Para unos son todas las actividades estatales y privadas requeridas para cumplir lo definido en el Acuerdo de Paz con las Farc. Para otros contempla el entendimiento y la gestión del nuevo mapa de la seguridad nacional y en las regiones tras la desmovilización de la guerrilla, su actor más importante. También están quienes usan la expresión para agregar las reformas socioeconómicas y la transformación social requeridas para vivir en sociedad después de la guerra.

Por último están quienes incluyen en el concepto del posconflicto los cambios individuales y privados para hacer efectiva la reconciliación.

No importa qué se entienda por posconflicto, varios hechos de las semanas recientes han golpeado severamente alguna de estas esferas: la arquitectura institucional, el estado de la seguridad nacional e incluso la percepción de amplios sectores de la sociedad de la urgencia de implementar el Acuerdo de Paz. Los señalamientos sobre malos manejos de los dineros destinados al fondo Colombia En Paz mina la confianza ciudadana en el aparato gubernamental diseñado para el posconflicto. El asesinato de los periodistas en la frontera con Ecuador pone sobre la mesa los grupos disidentes de las Farc y la captura de ‘Santrich’ dispara las alertas sobre el compromiso de la cúpula guerrilla desmovilizada de no delinquir tras la firma del Acuerdo.

¿Quién gobierna el posconflicto?

Para nadie era un secreto que del diseño que se escogiera para estructurar el aparato burocrático encargado de implementar los acuerdos de las Farc dependería en buena parte el éxito de la paz. Blindar esa estructura de la incidencia clientelista, elevar el lugar de prioridad de estas iniciativas dentro de la agenda presidencial y un delicado manejo de comunicaciones para 'posicionar la reconciliación' podrían incluirse dentro de los pilares de esa estrategia.

No obstante, los recientes escándalos dentro de ese aparato apuntan a lo impensable e inaceptable: prácticas irregulares, propias de otros sectores, mancharon la tarea más importante del Estado colombiano pos-Acuerdo. La 'mermeladización' de la paz -un concepto inexacto de acuerdo a las denuncias publicadas en los medios- es lo que la opinión pública está percibiendo de esos señalamientos e investigaciones. A un proceso de paz enredado, haciendo agua por varios frentes administrativos y políticos, y con sus opositores en cabeza de las encuestas, lo único que le faltaba para empeorar su situación era este manto de duda. No se puede olvidar que, según la más reciente encuesta Gallup, el 91 por ciento de los colombianos cree que la corrupción está empeorando en el país y constituye uno de los temas prioritarios en la agenda pública.

Las 'neo-Farc'

Otro grave hecho que ha estremecido las bases del posconflicto es el vil asesinato de los periodistas ecuatorianos por las disidencias de las Farc comandadas por ‘Guacho’. Al lado de las serias consecuencias diplomáticas, cabe entonces preguntarse si la política de seguridad del gobierno ha dimensionado adecuadamente el impacto y la capacidad de estos grupos delincuenciales. ‘Guacho’ y las demás disidencias no aparecieron de la noche a la mañana y, por más de un año, su accionar venido en aumento. O lo que es peor, habría que establecer cuál es el grado de conexión y comunicación que hay entre esos grupos y la cúpula desmovilizada de las Farc.

La administración del posconflicto debe contemplar integralmente esa nueva estrategia de seguridad que prevenga la consolidación militar, territorial y económica de estas disidencias en unas nuevas 'Farc'. Sin embargo, el desafío de ‘Guacho’ no sólo al gobierno colombiano sino también al ecuatoriano, hoy hospedando los diálogos de paz con el Eln en Quito, es inmenso y todo el país estará atento de la respuesta oficial.

'Santrich-gate'

Por último, la captura de ‘Jesús Santrich’ en una operación anti-drogas golpea en numerosos niveles. Primero, ratifica la alta desconfianza de los colombianos en que la guerrilla cumpliría lo acordado: tres de cada cuatro compatriotas según la más reciente encuesta Invamer. En segundo lugar, abre una nueva puerta de 'narcotización' de la agenda Colombia-Washington en la era Trump vía proceso de paz que se suma a la de los cultivos ílicitos. Y tercero, si bien el Acuerdo saldrá fortalecido si se aplica a cabalidad su contenido, en especial en el tema de Justicia, en el corto plazo esta detención provee munición a los opositores al proceso, que hoy lideran la carrera presidencial.

En conclusión, no importa desde dónde se aborde, el llamado posconflicto está en una crisis múltiple. A la alta desconfianza en la implementación del Acuerdo de Paz ya existente se añaden razones adicionales alrededor de la corrupción, la seguridad nacional, las relaciones diplomáticas con Quito y Washington y el diseño institucional. A seis semanas del día de elecciones, el mayor impacto de esta crisis se podría sentir en las urnas.

Trinos de papel

• No importa nacionalidad de los periodistas vilmente asesinados por las #neoFarc. No hay fronteras en ejercicio del periodismo. Solidaridad con sus familias y colegas. #NosFaltanTres

• Nueva encuesta de @cifrasyconcepto refleja que @IvanDuque aguanta el TodosContraDuque propio del puntero, @petrogustavo estadísticamente estancado(crece dentro del margen, techo cerca), @sergio_fajardo sigue cayendo, no puede detenerlo y @German_Vargas recupera terreno pero poco.