Si algo dejaron claro las elecciones presidenciales de este año fue que ejercer la oposición paga. Aunque esta es una conclusión obvia para la gran mayoría de las democracias del mundo, no ha sido tan cierta en Colombia por su tradición de 'frentes nacionales', 'unidades nacionales' y demás esquemas de mayorías parlamentarias. En poco más de cinco años y siempre desde la oposición, el Centro Democrático ganó esta vez la Presidencia de la República.
El entrante gobierno de Iván Duque enfrentará una oposición similar y quizás más feroz que la que ejerció el uribismo contra el saliente presidente Santos. Ya Gustavo Petro en su discurso de aceptación de derrota la noche de la segunda vuelta declaró más que la oposición, la llamada 'resistencia'. La semana pasada el Polo Democrático se declaró asimismo en oposición para 'promover la más amplia unidad de acción para enfrentar las políticas económicas y sociales del gobierno Duque'.
A la izquierda-que también la integran la nueva bancada de Decentes y las Farc- seguramente se le sumarán los dirigentes de la Alianza Verde. Ya algunos de los próximos senadores de esa bancada han manifestado su intención de enfrentar a la nueva Casa de Nariño, en especial en el tema de la paz. Incluso algunos senadores del Liberalismo, que el expresidente César Gaviria ya condujo a la coalición de gobierno- se mantienen en rebeldía, aunque les será difícil oficializar su oposición.
¿Repetirán Petro, verdes, Decentes, Farc y Polo el mismo camino opositor que llevó de nuevo al uribismo a la Casa de Nariño? ¿Con ocho millones de votos detrás será el exalcalde de Bogotá el líder único de esa oposición?
La receta del No
Desde la Constitución de 1991 hasta el año 2014 la oposición en Colombia era sinónimo de izquierda. La creación del Polo Democrático en 2003 consolidó bajo una sola sombrilla las diferentes corrientes izquierdistas que conformaron en la era Uribe un bloque opositor ruidoso y con figuras descollantes. Los polistas le apostaron a una estrategia regional exitosa, ya que conquistaron y retuvieron la Alcaldía de Bogotá y otros botines regionales. El pico de ese ejercicio opositor antiuribista lo encarnó la candidatura presidencial de Carlos Gaviria en 2006, que obtuvo el 22 por ciento de la votación.
El siguiente pulso opositor tuvo un origen diferente: la ola verde de Antanas Mockus en 2010. Otra vez, con la bandera contra Álvaro Uribe, el exalcalde bogotano, a pesar de haber perdido la segunda vuelta por más de 40 puntos porcentuales, impulsó una nueva bancada independiente al gobierno, los Verdes. Los herederos de esa ola también obtendrían importantes victorias regionales y desplegarían novedosos y jóvenes liderazgos.
Sin embargo, sería la llegada del Centro Democrático al Congreso en 2014 la que marcaría una diferencia sustancial en el ejercicio opositor. La decisión del expresidente Álvaro Uribe de regresar a la política electoral y encabezar una lista cerrada al Senado constituyó el bloque opositor de derecha más numeroso de la historia reciente. Los uribistas combinaron contra Santos una efectiva estrategia de comunicación y una disciplina de mensaje y de votación que los condujo a definir la narrativa de la agenda pública en muchos temas, incluido el proceso de paz con las Farc.
Sin un voto propio y sin mucha experiencia legislativa, congresistas del Centro Democrático, comportándose como un partido a la sombra de un régimen parlamentario, se convirtieron en voceros temáticos en los programas de opinión y en el parlamento. Si bien la oposición de izquierda del Polo y Verdes también tuvo actuaciones individuales muy destacadas en este cuatrienio, el bloque uribista jaló hacia el lado derecho la narrativa en contra de la administración Santos. El plebiscito por la paz de 2016 y la victoria de la coalición del NO fue el momento cumbre de la oposición uribista.
Varias oposiciones
El gobierno Duque no se salvará de enfrentar una dura oposición. Sin embargo, a diferencia de Santos que tuvo bloques en su contra desde la izquierda y derecha, la nueva Casa de Nariño recibirá ataques principalmente del lado izquierdo. Otra diferencia será el liderazgo de esa oposición. El segundo período de Santos se caracterizó por su enfrentamiento casi exclusivo con Álvaro Uribe. El propio mandatario graduó a su antiguo mentor como líder único de su oposición. La victoria del No en el plebiscito no hizo más que consolidar ese eje Santos-Uribe.
Por el número de votos obtenidos en la segunda vuelta y la curul en el Senado que le asignó el Acuerdo de Paz, Gustavo Petro sería el indicado a liderar la oposición. De hecho, el senador Petro será una especie de 'primus inter pares' en el Senado, es decir, un poco más poderoso que sus colegas en el Congreso. No obstante, no había pasado una semana de las elecciones cuando ya voces de los Verdes y el Polo ya estaban estratégicamente poniendo en duda la 'jefatura' natural de Petro dentro de los opositores. El presidente Duque no tendrá en Petro su 'Uribe' sino más bien enfrentará varios bloques opositores: petristas, Farc, decentes, verdes, polistas y disidentes liberales.
Consciente de esa realidad en el Parlamento, el jefe de la Colombia Humana ha venido llamando en estas dos semanas a una oposición diferente a la congresional que llama la 'Resistencia'. Este ejercicio será más de manifestaciones y marchas ciudadanas así como la preparación de las campañas regionales del próximo año.
Aún es pronto para establecer qué tan exitosa será la estrategia de la 'resistencia' o si, combinada con la oposición parlamentaria, le infligirá un daño a Duque tan grande como el infligido por Uribe a Santos. Lo cierto es que los bloques opositores serán un elemento estratégico a considerar por el presidente Duque en su estrategia para el primer tramo de su gobierno.