La transición presidencial de 2018, ese período en el que conviven un mandatario en ejercicio y otro electo, está generando un escenario curioso donde el mundo político y el resto de la sociedad parecen vivir en dos Colombias separadas. En el mundo político la campaña electoral no ha terminado mientras que, de acuerdo a las más recientes encuestas, los colombianos están más optimistas del rumbo del país.
El empalme del entrante gobierno se ha desarrollado sin mayores sobresaltos pero rodeado de un ambiente político con una intensidad de campaña. La aprobación de la ley de procedimiento de la Justicia Especial de Paz (JEP) desató fuertes críticas a la nueva coalición mayoritaria que estaría conformándose alrededor de Iván Duque. Mientras el presidente electo se fue de gira para Estados Unidos y España —donde se encontró con el vicepresidente norteamericano y los jefes de Estado y gobierno español—, su excontendor Gustavo Petro quiere estrenar su oposición con una marcha el mismo día de la posesión.
A la declaratoria de oposición de partidos políticos como el Polo se sumaron los ataques partidistas alrededor del fallo del Consejo Electoral sobre la curul de Antanas Mockus y el señalamiento contra Iván Duque y el uribismo a raíz de los asesinatos de líderes sociales. A pesar de que los atentados mortales contra estos dirigentes regionales se vienen presentando desde antes de la firma del Acuerdo de Paz, líderes de la oposición como Petro los están asociando desde ya con el regreso del uribismo al poder.
No obstante, la publicación de dos encuestas post-segunda vuelta, Yanhass y Gallup, reflejan que, aunque el mundo político siga en la batalla, una mayoría de colombianos está empezando a tener una visión menos negativa de la situación del país.
'La marea que levanta todos los botes'
La más reciente encuesta bimestral de Gallup, publicada la semana pasada, confirmó la tendencia optimista a la alza que se empezó a reflejar en distintas encuestas unas semanas antes de la segunda vuelta presidencial. Parecidos resultados muestra otro sondeo de la firma Yanhaas. Lo curioso es que, como la famosa frase de Kennedy de la 'marea que levanta todos los botes', este tono positivo favorece tanto al gobierno saliente de Santos como al entrante de Duque.
En cuestión de dos meses, de acuerdo con Gallup, los colombianos que piensan que las cosas en Colombia están empeorando cayó 18 puntos del 68% al 50%. En ese mismo período el bloque de optimistas que consideran que las cosas están en mejoría saltó 13 puntos llegando al 31%. Desde hace dos años y medio, en diciembre de 2015, el país no vivía un nivel de pesimismo tan bajo. De hecho, en febrero de este año, la misma encuesta Gallup registró el segundo peor índice negativo del rumbo del país de los ocho años de la era Santos: 75%. La reducción de 25 puntos porcentuales de rumbo pesimista en cuatro meses refleja un fenómeno de significancia y lejos de ser marginal.
Un brinco igualmente significativo experimentaron los niveles de aprobación del presidente Santos: en dos meses pasó del 23 al 35%. El primer mandatario no llegaba a esos índices de aceptación desde hacía un año y medio. En el caso del presidente electo su negativo bajó seis puntos a 31% mientras que el porcentaje de colombianos que aprueba su imagen subió 4 puntos a 56%. Esa misma tendencia de caída del pesimismo se replica en otros temas de gobierno como la corrupción, la economía, el manejo de la guerrilla, la inseguridad, las relaciones internacionales y la reintegración de los desmovilizados.
Ventana de oportunidad
¿Qué se esconde detrás de este optimismo generalizado y hasta cuándo podría durar? Es común que, tras contiendas electorales intensas y con opciones tan marcadamente distintas como la colombiana en 2018, la opinión pública le brinde al gobierno entrante una 'luna de miel'. Aunque para muchos líderes políticos, incluido Gustavo Petro, la campaña sigue y ahora se ejerce desde la oposición, un bloque significativo del electorado le estaría dando a la administración Duque un compás de espera.
Ese compás constituye para el nuevo gobierno una invaluable ventana de oportunidad para convertir el apoyo electoral mayoritario en una base sólida de aprobación. Estos niveles de optimismo, especialmente en los temas económicos y de seguridad, le podría generar al presidente Duque valioso capital político contra el cual girar cheques en momentos difíciles como el debate de reformas. Además la agenda de cambio generacional y juventud que el mandatario electo ha promovido podrá cimentarse con mayor facilidad en un entorno de optimismo dentro de la opinión pública.
Por último, la más potente inmunización del nuevo gobierno frente a la dura oposición que desde ya la izquierda está desplegando está en el optimismo y la aprobación de un bloque significativo de la opinión.
Para el actual presidente Santos estos números son un bálsamo a un segundo período caracterizado tanto por su máximo logro histórico —la firma del Acuerdo de Paz con las Farc— como por los más bajos índices de popularidad. De mantenerse esta tendencia, la era santista terminará con mayor aceptación que las impopulares presidencias de Andrés Pastrana y Ernesto Samper.
Sin embargo, no hay que olvidar que el optimismo es un indicador voluble que cuesta mucho subir pero que cae con más facilidad. El cruento fenómeno del asesinato de los líderes sociales —que refleja graves problemas de implementación territorial de la paz— podría convertirse en un difícil desafío para la naciente administración Duque.
Es pronto para saber si estamos en el comienzo de la marea, en su pico o en su bajada.
Trinos de papel
• Estrategia de @petrogustavo post-derrota ha sido atacar a quienes no votaron por él: que vendieron su voto (todos los del Caribe) y que fueron engañados (prácticamente el resto). Sus votos de 1ra vuelta pueden creer eso pero no veo claro como esos ataques atraen a los demás.
• Los asesinatos de líderes sociales son una confirmación cruenta de la importancia de la doctrina territorial de la paz y las graves falencias de su implementación.
