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Aunque era un sueño que tenía desde que se lanzó Iván Duque como candidato presidencial, Judith Baca -como es su nombre de pila- nunca se imaginó que discutir con el conductor de taxi que la transportaba hacia la cita médica sobre política le significaría más adelante estar en la posesión del Presidente de la República de Colombia.

Todo inició, según relata a EL HERALDO, el pasado 15 de junio cuando la mujer nacida en Soledad (Atlántico) se dirigía hacia un centro hospitalario a cumplir con una consulta de medicina general y, en el transcurso de la ruta, el taxista indaga por su candidato favorito a dos días de las elecciones presidenciales.

'Apenas yo le respondo que mi voto era por Duque, el conductor me dijo que tenía que votar por Gustavo Petro. Sin embargo, yo estaba segura que no votaría por un hombre de izquierda, teniendo en cuenta la actualidad de los pueblos izquierdistas', recuerda Baca con un tono triunfalista.

Lo que no sabía la mujer era que el chofer la estaba grabando con la cámara de su teléfono celular, el cual estaba ubicado cerca de la caja de cambios del vehículo, en un ángulo prudente en el que se podía ver y escuchar correctamente sus inclinaciones ideológicas.

El video fue propagado, en medio de la tensión que había en el país por la jornada electoral, en las redes sociales, superando la barrera de las 92 mil reproducciones solo en Twitter. Debido al auge, sus declaraciones llegaron a líderes de opinión y personas cercanas al Centro Democrático, quienes coincidieron al afirmar que 'doña Judith debe estar en la posesión de Duque'.

Una idea 'latente'

La idea empezó a rondar con más fuerza el 17 de junio, tras el anuncio de la victoria del abogado bogotano con 10 millones de votos a su favor.

Unos once días antes de la posesión, el Congreso de la República le envió la invitación formal a la mujer de 71 años de edad vía correo electrónico.

'Estuve muy contenta, era un sueño que se me estaba haciendo realidad en ese momento', narra Baca, con un tono de emoción.

Después de cinco años, la oriunda de Soledad, habitante del barrio Pumarejo, volvió a Bogotá. Pero esta vez no por motivos familiares, sino por motivos presidenciales, haciendo uso de la tarjeta de invitación que incluía viáticos y estadía en la capital del país.

Aunque iba por todo lo alto, el traslado al altiplano cundiboyacense fue por tierra. 'Preferimos viajar en bus, porque la altura le hace daño a mi mamá', confiesa Diana Baca, quien la acompañó hasta el último instante en la aventura por la Casa de Nariño.

La idea, según cuentan, era llegar sin contratiempos a la ceremonia oficial. Pero antes, debían buscar, en la mañana del lunes, la invitación impresa que indicaba, además, que debía asistir en 'traje de calle oscuro' y que su llegada, como los otros asistentes, debía ser con 'una hora de anticipación a la ceremonia'.

En la posesión

Judith e hija cumplieron de manera puntual con los requisitos que exigía la invitación: se acercaron a la Plaza de Bolívar, a las 2:00 de la tarde, cubierta por un vestido liso azul oscuro que no superaba sus rodillas y un lazo dorado que rodeaba su cintura, diseñado por Diana Rolando.

'Fue algo inolvidable, estaba sentada al lado de personalidades del Gobierno, siendo una persona humilde del barrio Pumarejo', resalta la soledeña, a quien no le importó el frío ni la brisa que afectó hasta el escenario, porque estaba junto a los protagonistas de la tarde.

Allí estaba ella, en uno de los asientos del bloque ‘Atlántico’, al frente de la tarima principal, y a su lado izquierdo tenía a la nueva ministra del Trabajo, Alicia Arango, a quien no dudó un momento en hacerle una 'respetuosa' sugerencia.

'Le sugerí que tuviera en cuenta el reconocimiento de la prima técnica para los trabajadores administrativos de educación y la Ministra me dijo que podía ser viable', dice Judith.

Escuchó los discursos y se quedó hasta el final. A diferencia de su hija, quien terminó con los dedos de las manos y de los pies entumecidos, Baca ingresó a la Casa de Nariño, con permiso de las autoridades, se tomó fotos con la familia Uribe y solo le faltó con Duque. Pero cumplió su sueño: estar en la posesión del Presidente que la identifica.