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Ningún presidente colombiano debió enfrentar una situación tan incierta y compleja como la que está viviendo Iván Duque por cuenta de la pandemia del coronavirus. Ninguna guerra –sea externa, como la que nos enfrentó con Perú entre 1932 y 1933; o interna, como la que libramos contra las Farc por seis décadas– demandó tanto esfuerzo y sacrificio no solo del Gobierno nacional, sino de todos los colombianos.

Del triunfo o la derrota contra el coronavirus depende no solo la vida de millones de compatriotas, sino el futuro de la economía y la suerte de las nuevas generaciones. Hoy el Gobierno nacional debe escuchar con la misma atención y cuidado tanto a expertos en pandemias –como los epidemiólogos– como a los economistas, quienes también tienen recomendaciones que hacerle.

Ocurre, sin embargo, que tanto epidemiólogos como economistas están hoy en orillas contrarias, en lo que tiene que ver con la lucha contra el coronavirus, lo que hace mucho más difícil la solución del problema por parte del Gobierno, que deberá tomar medidas siguiendo los consejos de ambas partes.

Un ejemplo concreto del antagonismo entre epidemiólogos y economistas es el relacionado con el tiempo de duración de la cuarentena, decretada por el Gobierno para tratar de 'aplanar la curva de crecimiento' de personas contagiadas. Para los especialistas en epidemiología, el tiempo de duración de la cuarentena dependerá del 'aplanamiento de la curva', que puede ser varias semanas o –incluso– meses. De hecho, en Bogotá la alcaldesa Claudia López habló de extender el confinamiento mucho más allá del 13 de abril, fecha fijada por el presidente Duque para levantar la medida.

Pero economistas y dirigentes gremiales consideran que el cierre prolongado del sector productivo es tanto como un suicidio, por las graves e irreversibles consecuencias que tendría para la economía nacional. Ellos consideran –con razón– que ninguna economía resiste un cierre de varios meses. Ninguna. Ni las más poderosas, como Estados Unidos y Alemania, ni mucho menos las más precarias y dependientes como la colombiana. 'Apagar' la economía se traduciría en millones de personas desempleadas –más de las que hay– y miles de millones de pesos en pérdidas para el sector productivo.

El desempleo, por ejemplo, que en Colombia hoy es del orden del 13 por ciento, podría quedar por encima del 20 o 22 por ciento, según cálculos optimistas. En ese mismo frente, Estados Unidos, que este año había alcanzado la cifra histórica de desempleo del 3 por ciento, tiene una proyección para lo que resta del 2020 entre el 15 y el 18 por ciento, por cuenta del coronavirus.

Teniendo en cuenta las opiniones de unos y otros, el Gobierno nacional ha venido adoptando decisiones para tratar de minimizar el impacto del coronavirus en la economía, pero también para evitar que la crisis sanitaria –que ya se empieza a sentir– no termine por colapsar el Sistema Nacional de Salud, en especial la red hospitalaria, que tampoco estaba preparada para un tsunami de esta magnitud. Hasta el momento, las cosas le han salido bastante bien al presidente Duque, quien de la mano de alcaldes y gobernadores logró superar la llamada 'fase de contención' con cifras manejables y dentro de lo presupuestado.

Pero hay un tercer frente en esta batalla que el Gobierno libra contra el coronavirus, que no es menos importante que los dos anteriores: el frente social. En un país con niveles de pobreza y de pobreza extrema verdaderamente escandalosos, especialmente en departamentos y ciudades de la Región Caribe, es necesario que el Gobierno adopte medidas urgentes para tratar de contener 'una tragedia social' de consecuencias catastróficas.

De hecho, hacia allá enfocó el presidente Duque sus primeras decisiones, como fue todo el paquete de medidas dirigidas a asistir programas como Familias y Jóvenes en Acción. Sobre la marcha el Gobierno ha tenido que adoptar medidas para repartir mercados y entregar subsidios con el fin de que la población más vulnerable –que en algunas ciudades alcanza hasta el 40 por ciento– no queden desprotegidas y desabastecidas.

Una inmensa población que apenas sobrevive con el producido del día a día y que se ve obligada de la noche a la mañana a confinarse en sus casas, en condiciones muchas veces infrahumanas, es una bomba de tiempo que en cualquier momento puede estallar, si deja de contar con la asistencia del Estado y la solidaridad de los colombianos.

¿Qué está haciendo y como le ha ido al Gobierno nacional en los tres frentes de batalla contra el coronavirus?