Se veía venir. Nunca antes una tragedia había sido tan anunciada. Las cifras sobre el desempleo en abril, dadas a conocer por el DANE el pasado viernes, muestran en toda su dimensión la otra pandemia que se nos vino encima por cuenta del coronavirus: la del desempleo y el hambre.
Aunque el aumento del desempleo en abril se esperaba, lo que cayó como un verdadero mazazo en el estado de ánimo de los colombianos fue la dimensión de la tragedia. Estábamos esperando un ciclón y se nos vino encima un tsunami. Se trata de una verdadera hecatombe en términos laborales, económicos, sociales y hasta de salud pública. Se trata de millones de personas que en abril perdieron sus empleos y hasta sus empresas. Detrás de cada puesto de trabajo que se pierde hay un drama, pues se trata de familias enteras que se ven afectadas por la pérdida de un empleo.
Por cuenta de la cuarentena declarada por el Gobierno Nacional desde el pasado 25 de marzo, 5,4 millones de empleos fueron destruidos en el pasado mes de abril, si se compara con el mismo período de 2019. En abril la tasa de desocupación se disparó a 19,8 por ciento, la más alta de los últimos 20 años. Ella estuvo 9,5 puntos porcentuales por encima de la de abril del año pasado, que fue de 10,3 por ciento.
Para decirlo sin rodeos: el coronavirus arrasó con 5,4 millones de puestos de trabajo en abril, mes en el que se sintió con mayor rigor el efecto de la cuarentena declarada por el presidente Iván Duque. De 21,9 millones de colombianos que trabajaban en abril de 2019, este año en el mismo mes tan solo quedaron 16,5 millones. Los desempleados aumentaron 1,56 millones, mientras que las personas inactivas -quienes no trabajan, pero tampoco buscan empleo- se incrementaron en 4,3 millones.
Aunque la crisis ha golpeado todos los sectores del país, comercio, industria y entretenimiento resultaron los más afectados por la pandemia. Entre los tres perdieron cerca de 1,5 millones de empleos.
La mayoría de los puestos de trabajo que se perdieron corresponden al sector privado y buena parte de los nuevos desempleados son personas entre los 25 y los 54 años de edad. La mayoría son mujeres.
El desempleo juvenil pasó del 18,5 por ciento en abril del año pasado al 22,8 por ciento en abril de este año. El daño causado en este sector de la población es no solo económico, sino emocional para quienes tienen expectativas laborales, luego de culminar estudios universitarios. La desmotivación al no poder acceder a un puesto de trabajo genera frustración y acaba con la autoestima de los nuevos profesionales.
En la Región Caribe, ciudades como Cartagena y Barranquilla, que en los últimos años habían mostrado cifras de desempleos de un dígito, pasaron a tener registros de dos dígitos. Aunque es bueno aclarar que si bien es cierto que tradicionalmente el empleo formal en estas dos ciudades ha estado por encima del promedio nacional, no es menos cierto que las cifras de informalidad también son de las más altas del país, superando muchas veces el 55 por ciento.
En la Región Caribe, Barranquilla registró una tasa de desempleo en abril de 12,1%, Cartagena 11,7%, Santa Marta 16,2%, Montería 16,9%, Valledupar 20,7%, Sincelejo 21,1% y Riohacha 22,1%. Son cifras demoledoras que evidencian los efectos del coronavirus en la Región Caribe.
Ante este panorama apocalíptico la pregunta que surge es: ¿Qué deben hacer tanto el Gobierno Nacional como los alcaldes y gobernadores para tratar de evitar que la tragedia tenga consecuencias mucho más graves?