Las declaraciones de la congresista de Farc Sandra Ramírez, quien fue elegida como segunda vicepresidenta del Senado, sobre la negación de una política de reclutamiento de menores en el interior de la extinta guerrilla avivaron una gran polémica.
Organizaciones de víctimas salieron en contra de las declaraciones y alegaron que los dirigentes del partido Farc mienten.
Según el Observatorio de Memoria y Conflicto del Centro Nacional de Memoria Histórica se han registrado 8.701 casos de reclutamiento y utilización de niños, niñas y adolescentes durante el conflicto armado por parte de las guerrillas. De los cuales, el 54% se le atribuyen a las Farc.
Pese a esto, el ahora jefe del Partido Farc, Rodrigo Londoño ‘Timochenko’, aseguró que 'el ingreso a las Farc era voluntario' y que no hubieran 'alcanzado tanto logros en medio de la lucha armada' si sus militantes hubiesen estado de manera obligada.
Además, aceptó que sí ingresaron jóvenes de 15 años, pero que se amparaban en las leyes del Derecho Internacional Humanitario.
Vale la pena recordar que, aunque hoy los dirigentes del partido que nació tras el Acuerdo de Paz nieguen el reclutamiento de menores, el 24 de marzo de 2017 el grupo guerrillero hizo la primera entrega de menores. Además, un informe de la ONU da cuenta de que hasta el 31 de diciembre de 2017 habían entregado 135 menores de edad, de los cuales 75 son niñas y 60 niños.
En esta ocasión, la organización mundial denunció que no habían entregado a todos los menores reclutados.
Lorena Murcia, directora de Florecer con Colombia, calificó como indignante y revictimizantes las declaraciones de los dirigentes del Partido Farc. 'Negar el reclutamiento es una falta a la verdad y un incumplimiento a los Acuerdos de Paz. Negar esta práctica debilita aún más ese acuerdo. Ellos firmaron para enfrentar a las víctimas y decirles: ‘Yo los recluté, les pido perdón y ahora lo vamos a afrontar’', expresó.
Murcia, que dijo haber sido reclutada por las Farc en Caquetá cuando tenía 10 años, describió algunos de los modus operandi de esta práctica. 'A algunos les decían que los enseñarían a leer y a escribir, que en 15 días los regresaban. Mentira, ningún niño volvía. A otros, les mandaban guerrilleros y guerrilleras para que los enamoraran y se enfilaran con ellos y después se los entregaban a los comandantes y seguían con la o el siguiente. También iban a las fincas y ponían a escoger a la mamá a cuál hijo entregar para aportar con la construcción de un mejor país'.
Concluyó: 'Las cosas en este país cambiarían si el victimario reconociera. Por lo menos que le dijera a su víctima que reconoce que le causó daño y que no ponga en tela de juicio el dolor de las víctimas. Si aceptan sus delitos y la JEP les da una pena, así sea 8 o 10 años, que es poco para tanto dolor, pero la víctima sabrá que no quedó en impunidad. El reconocimiento es el primer paso cuando uno quiere construir la paz'.