Colombia va a cumplir seis meses de cuarentena. ¡Es una barbaridad! Pocos países en el mundo han estado casi 180 días confinados. Desde un comienzo se dijo que la economía no resistiría semejante encerramiento obligatorio. Y no resistió: las cifras son tan demoledoras como desalentadoras.
No obstante, algunas ciudades, entre ellas Barranquilla, comienzan a encontrar un respiro en medio de la crisis, después de mostrar una tendencia decreciente, tanto en número de contagiados como de muertos. Ello ha permitido una 'reapertura inteligente' de varios sectores estratégicos, como el comercio y la industria. El hecho de que los restaurantes de la ciudad empiecen a reabrir sus puertas envía un mensaje de optimismo en medio de la desazón que empezaba a generalizarse.
El frente del entretenimiento también debe integrarse cuanto antes a esta nueva dinámica del sector productivo no solo por su importancia en la generación de empleos, sino –sobre todo– en lo que tiene que ver con la salud mental de los habitantes de la ciudad, especialmente en niños, adolescentes y adultos mayores, quienes empiezan a mostrar los efectos de un confinamiento tan prologado. Es necesario que Barranquilla prenda de nuevo sus motores.
Pese a las cifras alentadoras que muestra Barranquilla, otras ciudades, como Bogotá, prefieren mantener una cuarentena sectorizada, con las consecuencias económicas y laborales que ello implica. El desempleo se disparó y las cifras de crecimiento –que venían siendo de las mejores del país– están llegando a unos niveles de dramatismo muy preocupantes en la capital colombiana. La parálisis de Bogotá tiene efectos en todo el país.
Es evidente que –con las cifras en las manos– al Gobierno le ha resultado muy difícil mantener la apuesta inicial de salvar tanto la salud como la economía. El costo de esta decisión resultó demasiado elevado en ambos frentes. En lo que tiene que ver con la salud, el país ya superó los 520.000 contagiados, los 16.500 fallecidos y los 350.000 recuperados. El primer lugar en número de contagiados lo ocupa Bogotá, que presenta más de 180.000 casos, mientras que el departamento del Atlántico, incluyendo Barranquilla, alcanzó los 62.000 casos.
El famoso 'pico de contagio', a partir del cual empezaría a decrecer el número de contagiados, sigue sin aparecer. Mientras ciudades como Medellín y Bucaramanga todavía tienen tendencias crecientes, Barranquilla y Cali parecen haber alcanzado el techo de contagiados. Contrario a lo anunciado inicialmente, ahora el Gobierno nacional sostiene que no habrá un solo pico de contagio nacional, sino que se presentará por ciudades y departamentos.
En lo que tiene que ver con la economía, los números también son desalentadores. El Producto Interno Bruto (PIB) registró una histórica caída del 15.7 por ciento durante el segundo trimestre del año, uno de los más altos de América Latina, al tiempo que el desempleo sigue desbocado en todo el país.
La apuesta del presidente Iván Duque de una reactivación económica, una vez empiecen a sentirse los efectos de la inyección proyectada para los próximos dos años de 100 billones de pesos, parece más una proyección optimista que un cálculo realista.
El tono efusivo de su anuncio durante la instalación de la nueva legislatura del Congreso, el pasado 20 de julio, contrasta con la pérdida de más de 4 millones de empleos, según estudios de Fedesarrollo. Aunque en los últimos meses ha mostrado una leve mejoría, es evidente que en materia laboral todavía no hemos superado los estragos causados por la pandemia en abril.
Mientras los planes del Gobierno por fomentar el emprendimiento avanzan a un ritmo muy lento en el Congreso, un buen número de pequeñas y medianas empresas debieron declararse en bancarrota, ante la imposibilidad de pagar arriendos, nómina y proveedores. Las ayudas financieras tardaron en llegar y en algunos casos ni siquiera aparecieron. La reactivación del empleo requiere de medidas novedosas extraordinarias, así como de grandes músculos financieros oficiales y privados. Se requiere plata, pero también mucha creatividad para reactivar los sectores de la economía más afectados. En este sentido el Gobierno debe ser mucho más agresivo y menos tímido en sus medidas de lo que se ha mostrado hasta el momento.
¿Qué hacer ante este panorama?