En mayo del 2022 se llevará a cabo la primera vuelta para elegir al sucesor de Iván Duque. Parece mucho tiempo, porque todavía falta todo el 2021 y cinco meses del año siguiente. Pese a ello en el ruedo electoral ya hay cerca de 30 precandidatos con deseos de llegar a la Casa de Nariño. Se trata de una baraja numerosa y variopinta en la que hay de todo como en botica. Y eso que todavía faltan registros de varios municipios, como dirían los veteranos cronistas políticos.
Aunque falta un buen trecho para las elecciones presidenciales, lo cierto es que el próximo año se hablará más de quienes aspiren a suceder a Duque que del propio presidente, cuya figura empezará a reconocerse por lo que podría llamarse su legado, que tendría que pasar necesariamente por lo que hizo o dejó de hacer durante la pandemia que azota al país desde comienzos de año.
En el escenario político electoral del próximo año volverán a tener un papel protagónico los excandidatos Sergio Fajardo y Gustavo Petro, quienes acaparan hoy la atención de la opinión pública. Ambos fueron derrotados por Duque en 2018. Fajardo en primera vuelta y Petro en la segunda.
Pero pese al evidente protagonismo que tienen hoy y que tendrán en 2021, tanto Fajardo como Petro, quienes puntean en las encuestas, nada garantiza que la pelea definitiva por escoger al sucesor de Duque será entre ellos dos. Ese escenario podría cambiar de forma radical el próximo año.
Y ello es así porque ninguno de los dos ha logrado apoderarse del creciente 'espectro electoral del centro', que será el gran protagonista del 2022. Fajardo parece perder el terreno que había ganado al posicionarse como el candidato alejado de los extremos cada día más polarizados, mientras Petro sigue empecinado en radicalizar su discurso y con ello se aleja cada día más de la amplia franja de votantes moderados y racionales.
En el caso de Fajardo –gran referente de los votantes del centro en las elecciones presidenciales pasadas– su figura se ha venido desdibujando hasta el punto de que aunque se sabe que el centro será protagonista electoral en el 2022, no se da por descontado que ese protagonismo correrá por cuenta del ex gobernador de Antioquia.
El escándalo de Hidroituango, al que terminó vinculado por decisión de la Contraloría General, afectó su imagen de funcionario disciplinado, impoluto y juicioso. Sus explicaciones acerca de la 'delegación de sus funciones' carecen de la contundencia que amerita la grave situación en la que están comprometidos miles de millones de pesos del proyecto de infraestructura más ambicioso del país en los últimos años. La tibieza de sus explicaciones terminará pasándole cuenta de cobro en la próxima campaña presidencial.
En lo que tiene que ver con Gustavo Petro, su gran apuesta es la de convertirse en el 'llanero solitario' del 2022. No de otra manera puede interpretarse su intención de alejarse de quienes podrían ser sus aliados en la próxima contienda, incluyendo sectores de 'centroizquierda', pero con un discurso menos radical y mucho más dado a los consensos. El propósito petrista de 'fajardizar' a quien piense distinto poco ayuda en una campaña en la que para ganar lo que se requiere es sumar y no restar.
En la línea de sumar y no restar está el uribismo con el expresidente Álvaro Uribe a la cabeza, quien desde su finca El Ubérrimo, en Córdoba, ha realizado acercamientos con sectores influyentes y decisivos de la política nacional, como Cambio Radical, representado por el exalcalde de Barranquilla Alex Char, quien también jugará sus cartas en el 2022. Uribe se ha reunido además con la ex presidenta del Congreso Dilian Francisca Toro, del partido de La U, así como con dirigentes del Partido Conservador. A esa coalición podría sumarse el 'gavirismo liberal', en cabeza de César y Simón Gaviria.
Así las cosas, el 2021 arranca en materia política electoral con un enorme manto de incertidumbre en el que nada está escrito en materia de candidaturas. Los votantes alejados de los extremos y cansados de los discursos polarizadores pasan a ser objetos de seducción. En ellos está el secreto para el triunfo o el fracaso de los aspirantes a suceder a Duque. Y es en ese terreno donde precisamente están dadas las posibilidades para el surgimiento y la consolidación de una candidatura no solo viable, sino –sobre todo– exitosa. Y esa candidatura todavía no se vislumbra con claridad. Por eso el 2021 será tan importante en materia electoral. Veamos, pues, cómo será el escenario preelectoral del 2021.