En mayo pasado los miembros del Comité Nacional del Paro (CNP) se pronunciaron sobre los efectos de la huelga, que para ese momento –un mes después de iniciada– había dejado pérdidas multimillonarias, 18 personas muertas, decenas de empresas quebradas y miles de desempleados en todo el país.
'El paro nacional ha logrado un momento de cambio y no se puede desperdiciar. Atrás quedó la idea de una ciudadanía inmóvil y ajena o distante de la situación social, económica y política, la de ahora es una ciudadanía activa, preocupada y dispuesta a hacer escuchar su voz y sus necesidades', dijeron los voceros del Comité Nacional del Paro.
A comienzos de junio –cuando millones de colombianos se encontraban desesperados y pagaban las consecuencias del Paro Nacional– se conocieron las declaraciones de Nelson Alarcón, uno de los voceros del sindicato de maestros afiliados a Fecode, quien en una intervención ante varios manifestantes expresó las verdaderas motivaciones de la parálisis nacional. 'Aquí tenemos que robustecer el movimiento. Esto es de largo aliento. Esto es para llegar con miras al 2022 y seguir mucho más allá y derrotar al Centro Democrático, para derrotar a la ultraderecha y llegar al poder en el 2022', declaró Alarcón a los manifestantes.
En ese momento toda Colombia padecía las consecuencias de la parálisis nacional, cuyos efectos vinieron a sumarse a los de la pandemia del coronavirus, que también había dejado cientos de empresas quebradas y miles de familias enlutadas. El panorama nacional era, pues, desolador.
Pero mientras la inmensa mayoría de los colombianos padecían en carne propia los efectos del llamado Paro Nacional, sus promotores –azuzados por políticos opositores al Gobierno– se mantenían firmes en las calles, unos de forma pacífica y otros valiéndose de actos violentos contra los sistemas de transporte masivos de las principales ciudades del país. Los vándalos también atentaron contra miembros de la Fuerza Pública, locales comerciales y sucursales bancarias.