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Dos hechos políticos muy controvertidos han marcado este fin de año. El primero es la inclusión en las listas al Congreso del llamado Pacto Histórico de aspirantes relacionados con excongresistas condenados por parapolítica y el segundo es el hundimiento por falta de quórum del proyecto de ley que recortaba el período de vacaciones de los congresistas.

Llama la atención que ambos hechos tienen como protagonistas partidos políticos y congresistas cuya principal bandera es la lucha contra la corrupción y las malas prácticas de la llamada política tradicional.

Tanto en la inclusión en las listas del Pacto Histórico –que tiene como figura principal al candidato presidencial Gustavo Petro– de familiares de parapolíticos, como en el hundimiento de la iniciativa que recortaba las vacaciones de los congresistas, quedó evidenciado el doble discurso de quienes dicen ser los representantes de la nueva política. Es claro que –al menos en estos dos casos– sus mañas no tienen nada que envidiarle a las de quienes ellos señalan –entre otras cosas– de ser corruptos, clientelistas y politiqueros.

El caso más sonado de 'colados' en la lista del Pacto Histórico es el de la exrepresentante y exsenadora por el partido de La U Sandra Villadiego, esposa del ex representante de Bolívar Miguel Ángel Rangel, condenado por parapolítica por la Corte Suprema de Justicia. Villadiego tiene el número 104 entre los aspirantes del Pacto Histórico a la Cámara por Bolívar.

El nombre de Sandra Villadiego fue incluido pese al rechazo de varios partidos y movimientos de izquierda, integrantes del Pacto Histórico. Ellos no solo se opusieron a la inclusión de Villadiego en la lista, sino que denunciaron hechos muy graves que tienen que ver con el supuesto ofrecimiento de dineros por parte de Rangel para que su esposa hiciera parte de los aspirantes a la Cámara. Los graves señalamientos fueron realizados por la lideresa y defensora de Derechos Humanos de Bolívar, Jazmín Piedrahita, en el programa Mañanas BLU de Blu Radio. 'Nadie quiere a Villadiego en las listas del Pacto Histórico de Bolívar, pero aún así la metieron', sostuvo Piedrahita en la entrevista.

Sobre ese mismo episodio habló el periodista Daniel Coronell en La W, quien se refirió a un encuentro entre Gustavo Petro y los esposos Miguel Ángel Rangel y Sandra Villadiego. De esta forma Coronell respondió a Petro, quien había dicho en esa misma emisora que no tenía conocimiento de la inclusión de Villadiego en las listas del Pacto Histórico. Uno de los temas tratados en dicho encuentro habría sido precisamente el del ingreso de Villadiego a la lista.

El otro episodio lamentable y vergonzoso, que compromete a quienes pregonan ser los abanderados de la anticorrupción y las buenas prácticas en la política ahora en tiempos electorales, tiene que ver con el hundimiento del proyecto de ley que recortaba las vacaciones de los congresistas. La iniciativa fracasó en su último debate por falta de quórum, pues buena parte de los senadores que decían apoyarla a la hora de la votación se ausentaron del recinto. Es decir, prefirieron escaparse antes de respaldar un proyecto que cuenta con un enorme apoyo popular.

El ponente del proyecto –el representante por el Centro Democrático Gabriel Santos– definió lo sucedido con una frase contundente: 'La vieja política sigue reinando en el Congreso'.

Y es que –en efecto– en la lista de los 56 congresistas 'fugitivos' están Gustavo Bolívar, Angélica Lozano, Roy Barreras, así como los precandidatos y candidatos presidenciales David Barguil, Jorge Enrique Robledo, Rodrigo Lara y Luis Fernando Velasco, todos ellos 'abanderados' de la lucha contra la corrupción y la politiquería. ¿No es acaso un acto de corrupción y politiquería no votar en su último debate la ley que recortaba el período de vacaciones de los congresistas? ¿De qué lucha contra la corrupción hablan los aspirantes a la Presidencia si no son capaces de votar una ley que les quita una de sus gabelas?

Para justificar su ausencia en la votación definitiva todos los 'fugitivos' han encontrado miles de excusa, pero ninguna de ellas sirve para justificar el hecho de haber contribuido al hundimiento de la iniciativa.

¿Qué hay detrás del hecho de que quienes cuestionan la corrupción se valgan de prácticas corruptas para alcanzar sus objetivos o evadir sus responsabilidades? ¿Tiene esa conducta reprochable alguna justificación?