Luego de padecer la más despiadada y sucia campaña presidencial de las últimas décadas, Colombia elige hoy al sucesor de Iván Duque en la Presidencia de la República. Solo hay dos nombres para escoger: el ex alcalde de Bogotá y ex guerrillero desmovilizado del M-19 Gustavo Petro y el empresario y ex alcalde de Bucaramanga Rodolfo Hernández. Uno de los dos ocupará la Casa de Nariño a partir del próximo 7 de agosto.
Las encuestas indican que quien gane lo hará por un margen muy estrecho, lo que significa que el perdedor deberá reconocer el resultado con gallardía y espíritu patriótico. Pero esa decisión no será nada fácil, puesto que si alguien ha sido cuestionado en estas elecciones ha sido precisamente el registrador nacional Alexander Vega, cuyo desempeño recibió duras críticas por distintos sectores, en especial por parte de representantes del Pacto Histórico de Gustavo Petro.
Reconocer la derrota será, pues, fundamental para sanar las heridas que ha dejado una campaña virulenta y cruel en la que se han irrespetando desde el derecho a la intimidad hasta la reputación y el buen nombre, tanto de los candidatos como de sus familias. La 'línea ética' ha sido corrida de forma constante y sin ningún tipo de escrúpulos.