Ciertamente América Latina ha venido presentando durante estos últimos años un viraje hacia la izquierda, que se consolidó el pasado 19 de junio con la elección en segunda vuelta del líder colombiano del Pacto Histórico Gustavo Petro, y que posiblemente terminará de configurarse en octubre, de triunfar en los comicios de Brasil el expresidente y de nuevo candidato a la presidencia Luiz Inácio Lula da Silva.
Desde diferentes miradas esta tendencia refleja un cansancio popular y un desgaste de las instituciones gubernamentales, que además se refuerza con la llegada de la pandemia por la covid-19, entre otros factores de carácter acumulativo, enmarcados por las nuevas generaciones, la penetración de las redes sociales y las crisis económicas y sociales que se intensificaron durante las últimas décadas, dependiendo de cada caso.
Sin embargo, pese a que muchos especulan que la llegada de esta corriente podría augurar una longevidad de la misma en la región, expertos aclaran y recuerdan que el presagio no necesariamente puede materializarse, dado que hace apenas unos años la tendencia estaba revertida y países como Argentina, con Mauricio Macri; Chile, con Sebastián Piñera; Perú, con Pedro Pablo Kuczynski; Brasil, con Jair Bolsonaro o Bolivia con Jeanine Áñez, eran gobernados por líderes de derecha.