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A Gustavo Petro lo que le gusta en realidad es la plaza pública. Allí es feliz echando discursos, ojalá todos los días. En la plaza pública Petro se siente como pez en el agua. Ese es su hábitat natural. A Petro los espacios cerrados –con público seleccionado y con dominio absoluto de los temas– le producen fastidio, angustia y desespero. Al presidente Petro esos espacios donde habla sobre asuntos que los asistentes dominan no le gustan. Lo ponen de mal genio.

Mientras en la plaza pública –sea en Caloto o en Turbo o en cualquier lugar del país– los asistentes lo ven como una especie de mesías, un salvador; en los espacios cerrados su discurso no convence ni emociona. Allí lo miran como un 'culebrero', una especie de encantador de serpientes de esos que todos los días recorren los parques de nuestros pueblos vendiendo menjurjes para curar todos los males: venga señorita que le tengo la cura para ese mal de amor, yo le hago regresar al ser amado en un santiamén y hago que le pida perdón de rodillas por haberla lastimado y también hago que consiga plata con solo tomarse estas goticas de saliva de serpiente del Amazonas, mezclada con sangre de tarántulas de mil patas. Usted no se preocupe que nada de lo que le pasa es culpa suya, señorita, todo es culpa de ese enemigo interno o externo que la quiere ver postrada, ese atarván oligárquico, ese rico desalmado y explotador que abusó de usted por décadas, ese ser despreciable es el único culpable de sus males. Nadie más. Pero usted no se deje, no sea boba que aquí estoy yo para ayudarla. Mire lo que le tengo: una pomada milagrosa de sudor de murciélago, que usted se la unta tres veces al día y enseguida no solo se le curan todos los males, sino que lo tiene pidiéndole cacao de rodillas…

Así, como un hábil culebrero, ven a Petro quienes conocen a fondo los temas de los que habla con propiedad, aunque sin dominarlos.

Entre el papel de 'mesías salvador', que le atribuyen sus fanáticos en la plaza pública y el de 'culebrero y encantador de serpientes', que le atribuyen los especialistas que lo escuchan en los foros y espacios cerrados, Petro se siente mucho más cómodo con la camiseta del primero. En la plaza pública se crece y cautiva. En los foros cerrados se fastidia. Mientras en la plaza pública nadie le pregunta a Petro de dónde saldrá la plata para construir un tren elevado entre Buenaventura y Barranquilla, en un foro o congreso gremial Petro sabe que tiene que explicar –por ejemplo– qué responsabilidad le cabe a su gobierno en la disparada del dólar. ¿Qué medidas está tomando para generar empleos de forma masiva, como se requiere en estos momentos? ¿Qué está haciendo para proteger al sector productivo nacional?

A Gustavo Petro lo que le gusta y disfruta es eso que los expertos en Marketing Político llaman la 'campaña permanente', que no es otra cosa que mantenerse siempre en el rol de candidato, aún siendo presidente. Es decir, la 'campaña permanente' permite que la 'campaña electoral' nunca termine, sino que se prolongue durante el mandato del gobernante. Unos se valen de ella para sostenerse en el poder y otros para impedir que sus opositores accedan a él. Petro –en su rol de 'candidato permanente'– se siente mejor en la plaza pública que en los escenarios cerrados. Así ha quedado evidenciado en las primeras semanas de su mandato.

¿Cuál es el propósito de la campaña permanente de Petro?