En los primeros 100 días de un gobierno –desde los tiempos de Franklin D. Roosevelt en los Estados Unidos– lo que queda en evidencia –más que políticas y ejecuciones, que por obvias razones deben esperar meses y hasta años para materializarse–es el liderazgo del nuevo presidente y su capacidad de generar consensos. Es su talante, como diría Álvaro Gómez Hurtado.