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En medio de un gigantesco escándalo judicial y político se cumple el primer año de gobierno de Gustavo Petro, el primer presidente de izquierda en la historia del país y uno de los arranques de mandato, con la excepción del de Ernesto Samper, más controvertidos de que se tenga registro. El jefe de Estado, adorado por las multitudes en sus discursos sin teleprompter, inteligente, conocedor del país y con empatía por los menos favorecidos, deja un balance agridulce en una génesis de gestión sellada por su ensimismamiento a la hora de lograr acuerdos, su incapacidad para reconocer errores y su terquedad cuando se trata de dejar atrás luchas ideologizadas para buscar avances posibles y plurales.