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“No iré a Suiza, nos dirigimos inmediatamente a Colombia. El escenario del foro de paz no es un foro libre para discutir los caminos de la paz entre Rusia y Ucrania. Sus conclusiones ya están predeterminadas. Lo que hemos encontrado en relación a la conferencia de paz –entre comillas– en Suiza es básicamente un alinderamiento al lado de la guerra y nosotros no estamos de acuerdo con eso”. Con estas palabras, el presidente Gustavo Petro puso fin de manera intempestiva, desde Estocolmo, Suecia, a su periplo por Europa, que tenía como razón principal asistir a la “Cumbre de Paz en Suiza, a la que han confirmado su asistencia 90 países, cuyos gobiernos buscan una salida pacífica a la invasión militar de Rusia a Ucrania, que dio origen a un conflicto armado, que casi dos años después no parece encontrar salida.

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El sorpresivo anuncio de Petro a pocas horas de iniciarse la Cumbre de Paz en Suiza –que tenía en su agenda un encuentro con el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky– frustró la posibilidad de que casi cien jefes de Estado escucharan la voz de quien se ha autodenominado “líder mundial de paz”.

De esta manera, Petro desaprovechó una gran oportunidad no solo para plantear salidas a los conflictos de Ucrania y Rusia y de Israel y Palestina, sino para venderle al mundo la “paz total colombiana”, bandera principal de su gobierno. No tendrá Petro un mejor escenario para hablarle al mundo de las bondades de su política de reconciliación con las organizaciones armadas al margen de la ley.

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Ante el retorno de Petro y su numerosa comitiva al país tres días antes de lo presupuestado –luego del cumplir con una apretada agenda social en Estocolmo, que incluyó su encuentro con los reyes Carlos XVI Gustavo de Suecia y la reina Silvia– surgen varias inquietudes acerca de los beneficios y utilidad del viaje, así como sobre los verdaderos motivos de la interrupción repentina del periplo de Petro por el viejo continente.

Una de las inquietudes más llamativas tiene que ver con los beneficios y la oportunidad del viaje, en momentos en que buena parte del país está siendo azotada por ataques terroristas de organizaciones criminales, entre ellas las disidencias de las Farc que lidera alias Iván Mordisco en Cauca y Valle del Cauca. Mientras Petro saludaba sonriente y con el celular en la mano al rey Carlos XVI Gustavo de Suecia y a la reina Silvia, los habitantes de Jamundí y de otras poblaciones del suroccidente eran sometidos a inclementes ataques por parte de los criminales dirigidos por alias Iván Mordisco. En esta población vallecaucana la explosión de una “moto bomba” causó la muerte de un humilde cuidador de vehículos.

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Al regresar al país sin cumplir con el motivo principal de su viaje a Europa –que no era otro que asistir a la Cumbre de Paz de Suiza– Petro terminó dándoles la razón a quienes cuestionaron la inutilidad de su viaje, puesto que su visita a Suecia tenía más razones sociales que políticas, económicas o comerciales.

¿Tuvo sentido el viaje a Suecia para reunirse con los 26 embajadores de Colombia en Europa, en momentos en que el suroccidente del país estaba bajo el fuego de los grupos guerrilleros y narcotraficantes? ¿Era necesario ese derroche de recursos y esa pérdida de tiempo? ¿Debió viajar Petro hasta Estocolmo solo para saludar a sus embajadores en el viejo continente y preguntarles cómo van los acuerdos de cooperación firmados con cada gobierno? La verdad es que –sin su asistencia a Suiza– Petro bien pudo ahorrarse ese viaje y ahorrarnos esa plata.

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¿Cómo le fue a Petro en Suecia y por qué no fue a Suiza, que era la razón principal de su nuevo periplo por Europa?