Ni Superman ni sepulturero. Gregorio Eljach Pacheco, abogado, ex secretario General del Senado, asumirá a sus 65 años el cargo más importante de su vida pública tras ser elegido con una votación histórica como procurador General de la Nación, en reemplazo de Margarita Cabello. El ternado por el presidente Gustavo Petro se ha puesto como meta repotenciar al Ministerio Público, para lo que buscará el respaldo de las altas cortes y el Congreso, porque tiene claro que superhéroe no es. Tampoco cuenten con él los extremistas que proponían acabar con la entidad.
Ante quienes le espetan que será un procurador de bolsillo, reivindica independencia tanto del jefe de Estado como de los senadores, sus antiguos compañeros, que lo escogieron. Y, por el contrario, extiende su mano como generador de confianza institucional para tender puentes entre sectores políticos para acabar con la polarización, edificar país y fortalecer la democracia.
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Eljach, el hombre de los consensos, encuentra en la mixtura de su origen, formación académica e intelectual, las fortalezas para lidiar con sus retos. En esa amalgama de saberes conviven, por igual, su pasión por la música de los juglares vallenatos que escuchaba cuando gateaba en San Juan del Cesar y el gusto por la lectura que tanto disfrutó mientras estudiaba en Popayán.
¿Cuál será su enfoque para dirigir la Procuraduría General de la Nación?
Mi elección es el resultado de la unidad en la diversidad. Fui ternado por el presidente de la República, Gustavo Petro, en un acto de generosidad democrática, pero fui elegido por el Senado, por mayoría absoluta. Hubo un consenso de todos los sectores políticos para lograr esta decisión.
El país ha visto como el Senado ha controvertido algunas propuestas del presidente Petro, pero en el caso de la elección de procurador, se alcanzó un consenso. Entonces, procuraré que ese consenso, en el que concurrieron todas las fuerzas políticas, se pueda hacer también con todos los actores políticos para fortalecer nuestra institucionalidad.
¿Cómo se convirtió en el ternado del jefe de Estado?
Fue un acto de generosidad del presidente de la República, insisto, que tuvo una respuesta favorable de todos los sectores políticos con asiento en el Senado. Al ser el resultado de grandes diferencias, sé que podemos seguirlo haciendo para tomar otras decisiones que los colombianos necesitan y reclaman.
¿De qué habló con el presidente Petro cuando se vieron, antes de ser ternado por él?
Conozco al presidente Petro desde hace muchos años. Cuando él era senador, yo ya era el secretario General del Senado, compartimos mucho tiempo en el mismo espacio, de manera que no somos unos desconocidos. Él me invitó a la Casa de Nariño para preguntarme si aceptaba la nominación y le respondí que me sentía muy honrado.
Ahora, el presidente me habló de dos cosas en esa conversación. La primera es que fuera implacable con la corrupción, inclusive si se trataba de funcionarios suyos. Y la segunda, que ojalá la Procuraduría no se convirtiera en una policía política para perseguir a los contradictores. Y si él no me lo hubiera planteado, debo decir que esos dos puntos son de mi entera convicción.
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Combatiremos la corrupción, venga donde venga y la Procuraduría no se convertirá en instrumento de persecución contra nadie. Llevo más de 40 años de vida pública y no hay una sola persona que tenga quejas en mi contra por haberlo perseguido por sus condiciones políticas ni por ninguna otra razón. Al presidente y a todos los sectores políticos les aseguro que respecto a mi pueden dormir tranquilos.
¿Es cierto que la Corte Suprema de Justicia recibió su inclusión en la terna con malestar?
No de ahora, sino desde hace mucho tiempo, por mi trabajo en la Secretaría General del Senado, mantengo las mejores relaciones con las honorables Cortes. Estoy muy agradecido con la Corte Suprema de Justicia que escogió y validó mi hoja de vida como candidato a la Procuraduría General de la Nación. Lo que ocurrió es lo normal del juego democrático.
Después de mi elección he tenido la oportunidad de hablar con muchos magistrados de manera grata y respetuosa. Y tengo claro que para la buena marcha de mi ejercicio como procurador es indispensable contar con toda la rama judicial, incluidas las cortes, para construir juntos.
¿Cree que influirá en su gestión haber sido ternado por el presidente Petro y su cercanía con la mayoría de congresistas?
Tengo una recia formación jurídica que es parte de mi esencia personal. Me he formado en la academia, he sido catedrático en la materia y he escrito textos sobre derecho público. Con esto quiero decir que las circunstancias de haber sido ternado y elegido por un consenso pocas veces visto no cambian la esencia de mi formación, que es lo fundamental para ejercer esta dignidad.
Hoy soy el procurador General de la nación ternado por el presidente de la República, pero sería el mismo procurador si me hubiera ternado la Corte Suprema de Justicia. El mismo.
Sin embargo, no faltan los que dicen que la suya será una Procuraduría de bolsillo, ¿qué les responde?
Hoy me siento el procurador General de la Nación de todos los colombianos. Como lo han reconocido inclusive mis críticos, no tengo jefes políticos. Nadie puede atribuirse la potestad de ser mi jefe. El jefe soy yo. Como tal daré garantías a todos los colombianos.
Su nombre ha caído bien en diferentes sectores políticos, ¿cómo interpretar eso en tiempos de tanta polarización?
Su pregunta debe llevar a muchos sectores que hoy están en confrontación a reflexionar. El factor que ha permitido este consenso, esta unidad en la diversidad, es la confianza. Confianza de todos los sectores políticos en mi condición de garante. Genero confianza institucional y este activo lo pondré al servicio del fortalecimiento de la democracia.
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Me dedicaré a repotenciar la Procuraduría General de la Nación para el cumplimiento de su misionalidad, para enfrentar el demonio de la corrupción, para defender los derechos humanos, pero también para ponerme al servicio, con todos los actores del país, de la búsqueda del consenso institucional. Me verán como procurador General generando una gran conversación con todos ellos, con la institucionalidad, en los territorios, porque tenemos que superar la polarización.
¿Se declarará impedido en procesos en los que estén vinculados parlamentarios que le sean cercanos?
Las normas son muy claras en determinar las circunstancias en las que el procurador debería declararse impedido para investigar a los congresistas. Mi formación jurídica me permite establecer con mucho rigor esas situaciones. Daré ejemplo de transparencia al país, a los servidores públicos, y la Procuraduría tiene que convertirse en una magistratura moral.
¿Qué cambiaría o mejoraría en el Ministerio Público a partir del primer día que asuma el cargo?
He dicho que repotenciaré la Procuraduría General de la Nación. Eso quiere decir hacerla más eficaz, más vibrante, más útil para el ciudadano. Me propongo buscar el apoyo de las altas Cortes para diseñar ese proceso y también necesitamos del apoyo del Congreso de la República.
El procurador no será un Superman actuando solo en esta búsqueda del fortalecimiento del ministerio público. Obviamente no seré sepulturero de la Procuraduría General de la Nación.
¿Cómo blindará su gestión de los riesgos de corrupción, clientelismo o politización?
Daré prioridad a la carrera administrativa, que ya es un mandato de los jueces. Hay un proceso en marcha que me impone la obligación de acatar esa determinación. Los que más saben del ministerio público están en el Ministerio Público. Para los cargos que se necesiten acudiré fundamentalmente a la academia y a las canteras de la rama judicial, que es donde están las personas expertas en los asuntos misionales de la Procuraduría.
¿Cree que la Procuraduría tiene competencia para suspender a los mandatarios elegidos de manera popular? ¿Cómo lidiará con ese asunto?
Es un tema en el que han estado interviniendo la Corte Interamericana de Derechos Humanos, la Corte Constitucional de Colombia y el Consejo De Estado. En ese sentido, la Corte Constitucional adoptó una interpretación para armonizar los preceptos de la Corte IDH que forman parte ya de nuestro bloque de constitucionalidad y que debemos acatar. El Consejo de Estado está a punto de pronunciarse también de fondo sobre esa discusión.
Pero tanto la Corte como el Consejo de Estado han exhortado al Congreso a legislar sobre la materia. Me propongo como Procurador General de la Nación trabajar con las cortes para hacer una propuesta al Legislativo que ponga fin a las contradicciones sobre la materia y deje en firme las reglas que nos habrán de regir, de manera que sean eficaces en la lucha contra la corrupción. Sobre esto tengo mucha confianza de lograr consenso.
Usted habla de que se siente guajiro, ¿qué significa que alguien de esa región del Caribe asuma como procurador, teniendo en cuenta que ese departamento ha sido golpeado por la corrupción y las malas administraciones?
Claro que me siento guajiro, me siento caribe. Aprendí a gatear, a caminar, pasé mis primeros años inmerso en la cultura Caribe, en San Juan del Cesar, en La Guajira. Admito que allí ha habido problemas graves en el manejo de los recursos públicos, desde hace mucho tiempo. Pero la corrupción golpea a todo el país. No estoy tan seguro de que se pueda decir que hay zonas del país más corruptas que otras.
En todo caso, haré un trabajo especial en los territorios, que es donde está la gente más vulnerable. Y estaré especialmente vigilante de lo que ha venido pasando en La Guajira con sus recursos públicos. En los últimos escándalos de corrupción, los protagonistas no han sido propiamente guajiros. La población ha sido víctima de abusos de personajes de otras partes del país.
¿De dónde surgió su amor por la cultura y las artes?
Fui afortunado de tener unos padres muy responsables. Mi padre, de origen libanés, y mi madre, una mujer de Popayán, me inculcaron desde muy temprano la vocación por el estudio, el conocimiento y el trabajo. Recuerdo que mi padre hacía sesiones especiales de lectura para todos mis hermanos. Crecí inmerso entre los juglares vallenatos y, luego, cuando fui a Popayán a estudiar en la Universidad del Cauca, tuve los mejores profesores. Popayán, por entonces, era una ciudad universitaria, del conocimiento, giraba alrededor de todo ello.
No puedo terminar esta entrevista sin decirle a EL HERALDO, un órgano tan importante que le habla al Caribe Colombiano, que me siento Caribe. Si bien soy guajiro, me identifico mucho con la cultura Caribe. Mi retiro de la vida pública será en esa región del país. De hecho, voy con mucha frecuencia a Barranquilla y es posible que termine allí en alguna actividad intelectual cuando salga de la Procuraduría.
Antes tiene por delante este reto, ¿qué le falta por aportarle al país tras una carrera política tan extensa?
La vida ha sido muy generosa conmigo. Comencé mi vida profesional en el ministerio público, como Personero de Popayán, y la termino como procurador General de la Nación. Tengo una clara vocación de servicio público y, desde esta posición, no tengo agenda política ni otra distinta a la que me impone el cargo desde el punto de vista legal y constitucional, más allá de la que me impone esta dignidad, así que me entregaré por completo a trabajar por el logro del consenso institucional.
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Esto implica que los líderes de las ramas del poder público, los organismos de control, los actores políticos y sociales, los académicos, los empresarios, los medios de comunicación, entremos en una conversación para ponernos de acuerdo sobre lo esencial, porque un país polarizado no avanza, no edifica, no construye.
Espero que al finalizar mi periodo haya contribuido de manera cierta, eficaz, con todos los instrumentos que la Constitución y la ley le dan a la Procuraduría General de la Nación, a crear un clima de entendimiento institucional que le permita a nuestra nación avanzar de manera tranquila y en paz a estadios de prosperidad. Si lo logro, y estoy seguro de que lo conseguiré, habré cumplido mi mayor sueño con la institucionalidad a la que me debo.