De los 80 artículos que tiene en total la reforma laboral, la plenaria de la Cámara aprobó en segundo debate la semana pasada 34 y negó uno.
Esta semana sigue la discusión y, de pasar en la cámara baja –como se espera que suceda, pues el Ejecutivo tiene mayorías–, deberá ir a dos debates más en el Senado –plaza difícil para la Casa de Nariño–, uno en la Comisión Séptima –donde se hundió en la legislatura pasada la reforma a la salud– y otro en la plenaria –donde la reforma pensional estuvo estancada durante varios meses–.
Lo avalado sobre los contratos a término fijo es que el término máximo es de cuatro años y que deberán celebrarse por escrito o se entenderá “celebrado a término indefinido”, y no podrán tener prórrogas indefinidas. En los contratos por obra o labor deben celebrarse por escrito, detallando la actividad, y en caso de que no se cumpla o si el trabajador sigue laborando después de terminar, se volverá un contrato a término indefinido.
El trabajo nocturno arrancará desde las 7:00 p. m. e irá hasta las 6:00 a. m., y por cada hora trabajada el empleador deberá pagar 35 % más del sueldo.
Y se reconocerá la relación de trabajo y los derechos laborales a los domiciliarios de las aplicaciones digitales, y se reglamentarán las relaciones independientes y autónomas, que no pueden incluir cláusulas de exclusividad.
Entre los temas principales que restan por discutirse se encuentra la ampliación de la licencia de paternidad de dos a cuatro semanas; y el contrato agropecuario, que según el Ministerio del Trabajo formalizaría a más de un 1,5 millones de trabajadores del campo; la formalización del trabajo doméstico, las garantías sobre el derecho de asociación sindical y la vinculación a la seguridad social de las madres y padres comunitarios y sustitutos.
Para Charles Chapman, experto laboralista, “el enfoque de la reforma laboral es desacertado y acentuará el grave panorama en cuanto a las alarmantes cifras de desempleo e informalidad, como también debido a los desafortunados números de empresas en cierre y entrando en liquidación”.
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“Nuestra reiterada petición es que la prioridad de la reforma laboral debe ser la creación de empleo formal y la reducción de la informalidad. Hoy tres de cada cuatro colombianos no tienen empleo formal y el Gobierno tiene la obligación de generar las condiciones apropiadas para que el empleo formal en Colombia sea una realidad. Eso pasará cuando el Gobierno entienda que somos un país de micros y pequeñas empresas, las cuales están sometidas a unas reglas laborales que no son adecuadas para su capacidad y también que actualmente estamos en crisis económica, entonces no es el momento para generar cargas que terminen de liquidar las empresas hoy en riesgo de liquidarse”, indicó a EL HERALDO.
Saida Quintero, directora del Área Laboral de la Universidad del Rosario, consideró que en la reforma se mantienen los sobrecostos de algunas de las propuestas como la que tiene que ver con las dos horas adicionales de recargo nocturno, “lo que nos deja por fuera de parámetros internacionales en términos de jornadas y recargos nocturnos”.
Y puntualizó en EL HERALDO que “resulta positivo el acuerdo al que entiendo se llegó para efectos de eliminar el artículo del proyecto que pretendía incrementar en más del doble las indemnizaciones por despido en los casos de contratos de trabajo a término indefinido”.
El senador Mauricio Gómez, del Partido Liberal, señaló en EL HERALDO que la reforma no es conveniente: “Con una desaceleración de la economía compleja, una carga impositiva alta, el peor cóctel de todos, la laboral, más la tributaria, más el bajo recaudo, eso afecta la competitividad de los empresarios y eso termina afectando a la clase trabajadora”.
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Y frente a cómo le iría al proyecto indicó: “Sabemos que en la Cámara pasará muy rápidamente como lo han hecho otras reformas, pero en el Senado es a otro precio y aquí el debate lo daremos con argumentos, con altura, sin personalismos”.
El senador Carlos Meisel, del Centro Democrático, comentó en EL HERALDO: “Se dice que los que no queremos votar la reforma estamos en contra del trabajador, todo lo contrario. Los buenos empresarios tratamos bien a nuestros trabajadores, los malos no. Yo tengo la seguridad que un ciudadano con sus prestaciones, con su seguro médico, cotizando para su vejez, etcétera, es mucho más feliz que el ciudadano que tiene que vivir con la incertidumbre de la informalidad”.
Y expresó finalmente que “el que sabe que a final de mes tiene la certeza de recibir un sueldo vive mucho mejor que el que sale a embolar zapatos todos los días sin saber cuánto ingreso retorna a su casa”.