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La instalación de la tercera legislatura del Congreso arranca en medio de sombras. El escándalo de la Ungrd, que ha salpicado a congresistas de diferentes partidos, ha puesto en entredicho la gestión de los proyectos en el Salón Elíptico, generando el mismo tufo de corrupción que tanto prometió vencer el actual gobierno.

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De acuerdo con varios analistas políticos el gobierno del presidente Gustavo Petro se juega el último año en que tendrá maniobra política en el Legislativo, pues la cuarta legislatura es considerada como un espacio meramente electoral y donde cada partido se mueve de acuerdo con esto.

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No obstante, las relaciones del Ejecutivo y el Capitolio no han sido las mejores durante la era petrista, y aunque al principio hubo una especie de luna de miel con una coalición amplia, esta fue derivando cada vez más en un vaivén de gobernabilidad que hace que el Parlamento apruebe algunas iniciativas oficialistas mientras que otras, quizá las reformas más importantes, se hundan.

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Lo cierto es que el escándalo que crece en torno a la Ungrd como herramienta para buscar el favor de parlamentarios golpea por igual al Gobierno y a los partidos políticos, más allá de la discusión planteada sobre si se trata de gestión parlamentaria o de hechos de corrupción.

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“El testimonio de Olmedo López, integrante del Polo Democrático y el Pacto Histórico, es la corroboración de que la corrupción es la peor enfermedad del país: todo vale. No hay excusa ideológica; es simplemente la falta de ética, una palabra que les fastidia a los corruptos que se disfrazan y esconden detrás de máscaras de supuesta honestidad. Están por todos lados”, cuestionó el excandidato presidencial Sergio Fajardo.