La misma noche del 26 de septiembre pasado, cuando Vanesa Orozco, 17 años, llegó a la inspección permanente de Policía en la carrera tercera de esta capital, descalza y angustiada, a denunciar que cuatro hombres en una camioneta negra, de vidrios polarizados, la habían secuestrado junto con su hijo de un año y tres meses de edad, se dispuso un gran operativo de búsqueda en la ciudad de los presuntos autores del rapto del pequeño Sebastián Orozco.
En esa ocasión la joven relató que estaba paseando al niño en el parque del barrio La Nevada, a las 5 p.m. de ese día, cuando dos hombres que usaban gorras se bajaron armados de una camioneta Toyota Prado la obligaron a subirse con el menor al vehículo, en el que estaban dos sujetos más esperándolos.
Dijo que le vendaron los ojos y la tuvieron dos horas y media dando vueltas en la ciudad, mientras le preguntaban por su padre Guido Orozco, quien, al parecer, tenía algunas deudas en el sector; después la bajaron del automotor, en el mirador de la Avenida Circunvalar, detrás de la fábrica DPA, y desaparecieron con el pequeño.
La historia sacada como de una película empezó a generar dudas entre las autoridades, en medio de los operativos para dar con el paradero de los supuestos secuestradores y del niño, que final y tristemente fue hallado muerto, a las 7:45 de la mañana del día siguiente, atascado entre las ramas de un árbol en el lecho del río Guatapurí, en inmediaciones del barrio Zapato en Mano. Vanesa Orozco y su mamá Everlides De Ávila, protagonizaron desgarradoras escenas de dolor, mientras la comunidad consternada manifestaba su rechazo y pedía que a los responsables les cayera todo el peso de la ley.
Primeras inconsistencias
El mismo 27 de septiembre, cuando fue encontrado sin vida el menor, los investigadores que asumieron el caso detectaron una serie de inconsistencias que le hicieron perder fuerza al testimonio de la joven madre.
Al comandante de la Policía del Cesar, coronel Hugo Javier Velásquez, le parecía extraño que el secuestro hubiese ocurrido en un sector donde hay un permanente flujo vehicular y tránsito de personas, pero, según la mujer, nadie vio nada. Además, la forma como se produjo el supuesto secuestro evidenciaba una operación criminal de gran magnitud, que en caso de ser para el cobro de una deuda a su padre esta debía ser por varios millones.
Vanesa se presentó sin zapatos a la Inspección y dijo que los secuestradores se los habían quitado, también contó que le arrebataron al niño pero ella no tenía signos de forcejeo, ni ninguna magulladura. Todo esto conllevó a que perdiera credibilidad su versión.
El 3 de octubre, Vanesa fue interrogada nuevamente por un Defensor de Familia, con la asistencia de agentes del Cuerpo Técnico de Investigación de la Fiscalía, CTI. Entonces la joven aceptó que nada de lo que relató inicialmente era cierto y que había faltado a la verdad por temor.
Los investigadores se interesaron más en la historia que a continuación la mujer les contaría. Dijo que el 26 de septiembre, con las primeras horas de la noche, recibió un mensaje de texto a su celular de Miguel Ángel Nieto Barrios, 23 años, el padre biológico del pequeño Sebastián.
El hombre, asesor comercial en una empresa de la ciudad, la citaba a un encuentro en el puente colgante del balneario Hurtado, en el río Guatapurí, supuestamente la invitaba a que se reunieran para hablar sobre el reconocimiento del niño, que él no había hecho.
Acusa al exmarido
Indicó que, motivada porque al fin Miguel Ángel le daría sus apellidos a Sebastián, se dirigió al sitio. Vanesa relató que estando en el lugar, su exmarido tenía otra intención. Sostuvo que él le pidió que se deshicieran del menor porque se trataba de un estorbo en sus vidas; señaló que ella no aceptó y en reacción éste le arrebató al pequeño y lo lanzó a la corriente del Guatapurí.
De acuerdo con la nueva versión, eso habría ocurrido entre las 7 y las 8 p.m. del 26 de septiembre y acto seguido Nieto huyó corriendo hacia los estaderos y ventas de bebidas que funcionan en la orilla del Río.
Esta hipótesis fue suficiente para que la investigación tomara otro giro. La Fiscalía 17 solicitó a un juez con funciones de control de garantías una orden de captura contra Miguel Ángel Nieto, la cual se hizo efectiva cuando el ahora imputado llegó por voluntad propia a las instalaciones del CTI de Valledupar, luego de que funcionarios del organismo le hicieran una llamada a su celular para que se hiciera presente.
Al llegar al padre biológico le incautaron el teléfono móvil y fue puesto a disposición del Juez Segundo Penal de Valledupar, Fabián Enrique Pumarejo, quien dirigió la audiencia concentrada de legalización de captura, imputación y medida de aseguramiento, al final de la cual fue enviado a la cárcel judicial aunque no se allanó a los cargos. Ahora la Fiscalía y la defensa tienen 90 días para demostrar la responsabilidad o no del indiciado.
Nadie los vio
EL HERALDO contactó a comerciantes del río Guatapurí, en el sector donde supuestamente se produjo el encuentro de la pareja y la muerte del bebé. Elvia Jiménez, quien atiende una venta de comidas y bebidas en el balneario Hurtado y cuyo negocio queda a pocos metros del puente colgante, dijo que esa noche, la del lunes 26, nadie vio a Vanesa ni a Miguel Ángel, mucho menos al niño; tampoco se percataron de discusión ni que hubiesen tirado al pequeño al Río.
Una de las asistentes en su local fue vecina de Vanesa y dice que la hubiera reconocido.
“En ningún momento la vimos por aquí, los comerciantes en este sector somos muy unidos, y si hubiese pasado algo extraño nos hubiéramos dado cuenta; aquí hemos ayudado a capturar ladrones y hasta a rescatar gente que se está ahogando. Por eso es una sorpresa para nosotros que haya dicho que esto sucedió en el puente colgante”, dijo Jiménez.
Otro detalle extraño es que cerca de donde supuestamente sucedió el hecho funciona un CAI de la Policía al cual Vanesa no acudió, sino que dijo que caminó hacia la Avenida Circunvalar donde fue recogida por un taxista.
Dos semanas después, las autoridades siguen sin nada en concreto sobre este caso que ha estremecido a Valledupar y están a la espera de los resultados de Medicina Legal que determinarán si en verdad se trató de un homicidio o no. Además se investigan otras hipótesis.
Reacción
“Una mentira tras otra”
Nerys Barrios, abuela y madre de crianza de Miguel Ángel Nieto, sostuvo que Vanesa Orozco está incurriendo en una mentira tras otra, señaló que con la primera versión engañó a las autoridades y con la segunda tiene involucrado a su nieto en un lío judicial que lo mantiene en la cárcel siendo inocente.
Dijo que como en la hipótesis inicial, la segunda también está llena de inconsistencias. “Mi nieto —explicó— trabaja en una empresa, allí pueden certificar que esa tarde del 26 de septiembre estaba laborando, después se dirigió a su casa, de lo cual pueden dar fe sus vecinos”.
Luz Sandrith Cajar, actual compañera de Miguel Ángel, contó que ella estudia en la escuela nocturna y ese lunes su marido llegó temprano porque tenía que cuidar a su hija de 18 meses. Es más, señaló que se enteró por parte de su suegra, quien vive en La Nevada y es vecina de Vanesa, que esta andaba diciendo que le secuestraron a Sebastián.
“Esa noticia de la desaparición del niño le causó dolor a Miguel Ángel, no pudimos dormir, rezando para que nada malo le pasara al bebé, pero después apareció muerto”, indicó Sandrith. Valledupar
Por Miguel Barrios
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