Compartir:

Este será el segundo año que Marlenis Martínez, fiel devota de San José, no participará en la procesión que en cada Semana Santa organizan en su municipio, San José de Uré, departamento de Córdoba, porque la pandemia por la covid-19 prohibió las celebraciones masivas para evitar que los contagios siga en aumento.

'Comenzábamos las procesiones los domingos de Ramos y también salíamos los miércoles, pero ahora -debido a la pandemia- se han dejado de hacer muchas cosas. Vamos a orar en casa', dice en tono resignado.

Lo mismo ocurrió con Ana de la Ossa de Soto, que para esta época acostumbra a viajar a su natal Sincé, Sucre, para unirse a la procesión en la que por muchos años ha participado.

'Tenemos que ser responsables con eso de las medidas. Acabo de recibir la primera dosis de la vacuna y debo cuidarme', añade. Cuenta que seguirá todas las ceremonias litúrgicas por las redes sociales.

'Con ayuda de mis nietos me conecto a la misa, esto nos cambió la vida porque no es lo mismo que estar allí. Claro, pero hay que seguir con el autocuidado'. expresa.

Acatando las medidas dispuestas por el Gobierno nacional, las arquidiócesis de la Costa, en reunión con las autoridades de ciudades capitales, acordaron no celebrar las procesiones presenciales, pero sí oficiar algunas ceremonias religiosas con los protocolos exigidos como uso de tapabocas, toma de temperatura a inscripción previa para asistir a los actos oficiales.

'No podemos perder lo que 'dolorosamente' hemos aprendido. Todo es gracia en nuestra vida. Cuando termine la emergencia, cuidaremos y trataremos con más responsabilidad a nuestra gente', es el llamado que hace a los fieles el obispo de Cartagena, monseñor Jorge Enrique Jiménez, para tomar consciencia sobre el cumplimiento de las normas de bioseguridad.