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La Ciénaga Grande de Santa Marta, uno de los sistemas de humedales costeros más importantes de Colombia y un sitio Ramsar, necesita con urgencia una mirada cargada de acciones que permitan su recuperación.

A este emblemático lugar colombiano, que será uno de los temas de la COP16, requiere de acciones de restauración ecológica, de reducción de impactos humanos, de gestión sostenible de recursos y de participación comunitaria.

Y para que estas acciones o estrategias se cumplan y la Ciénaga Grande de Santa Marta se conserve como un gran pulmón ecológico en el país, debe haber políticas claras y apoyo científico.

Así lo considera el geólogo y docente de la Universidad del Atlántico, Nelson Rangel, para quien esta ciénaga es una proveedora de servicios ecosistémicos.

Este experto advierte que la ubicación de esta ciénaga entre el río Magdalena y el mar Caribe la convierten en un ecosistema de transición clave, con manglares, lagunas y conexiones fluviales que sostienen una rica biodiversidad acuática y terrestre, además posee dos parques nacionales naturales, de allí su gran importancia en el medio ambiente y la urgencia de cuidarla y conservarla.

Los problemas ambientales

El geólogo se muestra preocupado porque pese a las grandes bondades que posee y brinda la ciénaga, ella enfrenta problemas ambientales graves que han afectado su integridad ecológica y los servicios ecosistémicos que ofrece.

“La construcción de carreteras y diques, como la carretera Ciénaga-Barranquilla, ha interrumpido el flujo natural de agua entre el río Magdalena, la ciénaga y el mar Caribe. Esta obstrucción ha reducido el intercambio de agua dulce y salada, lo que ha afectado la salinidad y la capacidad de la ciénaga para mantener su equilibrio ecológico. Ese es un claro ejemplo de alteración hidrológica. Esa alteración en los flujos de agua y a la salinización del suelo, los manglares, que son fundamentales para la salud del ecosistema, han sufrido una alta tasa de mortalidad. Y la pérdida de manglares reduce la capacidad de la ciénaga para actuar como barrera contra la erosión costera y disminuye los hábitats para muchas especies”, indica Rangel.

“La sobrepesca y el uso de prácticas pesqueras no sostenibles han llevado a la disminución de las poblaciones de peces y crustáceos en la Ciénaga Grande de Santa Marta”.

A esto se suma la cantidad de sedimentos y contaminantes, incluyendo agroquímicos, metales pesados y desechos industriales que le llegan a través del río Magdalena que es una de las principales fuentes de agua para la ciénaga.

Concluye el geólogo en que la Ciénaga Grande es un ecosistema esencial para el equilibrio ecológico entre ambientes terrestres, fluviales y marinos, de allí la importancia de ser abordado en la COP16 y que de esta se deriven las acciones necesarias para su recuperación, entre esas señala el adoptar un enfoque integral y multidisciplinario que aborde tanto los problemas ambientales como socioeconómicos; reestablecer el intercambio de agua entre el río Magdalena, la ciénaga y el mar Caribe; la reforestación de manglares y reducir las fuentes de contaminación que llegan a la ciénaga y evaluar la calidad del agua, la biodiversidad y las condiciones ecológicas de la ciénaga de forma constante, entre otras.