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De los 16.045 internos que están recluidos en las cárceles en la Costa, 524 sufren de cuatro tipos de afecciones: varicela, tuberculosis, sida y enfermedades psiquiátricas. La cifra corresponde al 3,26% de la población carcelaria, sin embargo, con el alto hacinamiento y las pésimas condiciones de salubridad este número amenaza con seguir subiendo (Infografía: Nivel de hacinamiento en cárceles del Caribe).

En los establecimientos penitenciarios de Valledupar, Santa Marta, Barranquilla, Sincelejo, Montería, Riohacha y Cartagena se contabilizan en total 284 casos de varicela, 60 de VIH, 30 de tuberculosis y 149 de enfermedades psiquiátricas.

Lo que resulta más preocupante es que la mayoría de estos pacientes carecen de un servicio eficiente de atención; muchos dependían de la liquidada Caprecom, y ahora están bajo el cuidado de convenios que no están muy claros para las propias autoridades de salud en los respectivos departamentos.

La situación hace de estos penales unas verdaderas ‘bombas de tiempo’ que ya empiezan a detonar con brotes epidémicos.

Sincelejo

En la cárcel de mediana seguridad La Vega, en Sincelejo, con una capacidad para 550 reclusos, en la actualidad alberga a 1.249, lo que implica un hacinamiento del 143%. Allí, un año después del primer brote de varicela, la enfermedad no se ha podido controlar, comenzó con ocho reclusos, pero a la fecha ya van 180 casos.

Remberto Gómez Martínez, secretario de Salud de la capital sucreña, es consciente de que el brote no ha podido ser erradicado del penal por las condiciones de hacinamiento; lo cual es ratificado por el defensor del Pueblo en Sucre, Óscar Herrera Rebollo, quien anotó que la población que está enferma con varicela ha sido separada del resto, pero esta permanece en un espacio reducido y con poca ventilación.

Por esta razón, la Defensoría del Pueblo interpuso una acción de tutela la semana pasada para que se les garanticen los servicios médicos a los reclusos, especialmente las consultas con especialistas.

El defensor Óscar Herrera precisa en la acción de tutela que existen 100 citas con médicos especialistas para igual número de internos, tanto hombres como mujeres, que están represadas desde hace más de un año y medio.

Valledupar

En el espacio de las duchas, por las noches, duermen hasta 16 internos en una misma celdas. En estas condiciones se encuentran los 1.327 presos de la cárcel judicial de Valledupar, cuya capacidad real es para 256, por lo que el hacinamiento es del 518%.

Desde septiembre del año pasado se han registrado 43 casos de varicela; 13 de VIH y un número no establecido de afectados con otras patologías como hipertensión y diabetes.

Por su parte, la directora del penal, Enilda Vásquez, afirmó que como medida preventiva se restringió el acceso a la cárcel a menores de cinco años, mujeres embarazadas y adultos mayores, con el fin de evitar su contagio; y pidió un 'compás de espera', mientras pasa el riesgo por contagio de varicela.

La secretaria de Salud del Cesar, Carmen Sofía Daza, indicó que se han hecho recomendaciones y seguimiento para tratar de controlar la varicela, pero lo más preocupante son los pacientes con VIH. 'Cuando terminó Caprecom estos pacientes pasaron a ser atendidos por Fiduprevisora, pero no conocemos este convenio ni el alcance del mismo para cumplir', indicó.

Riohacha

De acuerdo con la Defensoría del Pueblo, desde hace dos años la cárcel de Riohacha es la más hacinada del país. Actualmente, registra un hacinamiento del 463%, ya que su capacidad es para 90 internos y tiene 570, según informó el Inpec.

En una reciente visita, del defensor del Pueblo encargado, Alfonso Cajiao Cabrera, aseguró que la mayor queja de los reclusos es por el mal servicio médico y de enfermería que reciben, puesto que es de medio tiempo y no cuentan con suministro de medicamentos. Los detenidos en el penal de la capital guajira reciben el servicio de Fiduprevisora, solo tienen un médico y un odontólogo que trabajan en las mañanas, mientras que dos enfermeras permanecen de ocho de la mañana a cinco de la tarde. Solo cuentan con un convenio con la Clínica Riohacha y el Hospital Nuestra Señora de los Remedios, de Riohacha.

La mayoría de los enfermos tienen zika, resfriados y siete internos con sida. 'Hemos recibido donaciones de medicinas por parte de la Secretaría de Salud departamental y de los familiares para que puedan ser atendidos', aseguró el teniente Fernando Ramírez González del Inpec.

Santa Marta

Con un hacinamiento del 476%, la cárcel Rodrigo de Bastidas de Santa Marta presenta graves problemas sanitarios.

De acuerdo con la Defensoría del Pueblo Regional, actualmente la población carcelaria de ese centro de resocialización es de 1.514 personas siendo su capacidad para 318. 'De este total, 522 son condenados y 992 sindicados', dijo Jenny Sánchez, titular de esa oficina del Ministerio Público.

Las estadísticas presentes muestran que hay 27 pacientes de psiquiatría, 18 con VIH y 14 con tuberculosis.

Aunque se rumoró que el zika se había ‘tomado’ el penal, comisión de salud desvirtuó lo anterior y precisó que no había un solo caso.

Montería

En la cárcel nacional Las Mercedes, en la capital de Córdoba, los reportes indican que desde el año pasado se han confirmado 12 casos de tuberculosis. Sin embargo, el riesgo es alto teniendo en cuenta que el hacinamiento en este penal supera el 115%: con una capacidad para 847 internos, alberga actualmente a 2.058.

Cartagena

La cárcel de San Sebastián de Ternera, de Cartagena, tiene en estos momentos una población de 2.380 internos, cuando su capacidad real es para 1.100; el hacinamiento es del 216%. La mitad de los reclusos en este penal son sindicados, a la espera de ser procesados.

La defensora del Pueblo, Irina Junieles, dijo que en el centro se vive un grave problema de salubridad: el hacinamiento y las altas temperaturas de la sequía propaga las infecciones entre la población carcelaria, sobre todo de carácter dermatológico.

Junieles sostuvo que solo hay un médico para atender a todos los internos que presta sus servicios entre las 8 de la mañana y las 6 de la tarde. En la noche queda una enfermera junto con una bala de oxígeno desactualizada, sin un resucitador ni un vehículo para transportar a los pacientes.