Por tradición ancestral, conviviendo armónicamente con la naturaleza, las comunidades indígenas que habitan la Sierra Nevada de Santa Marta no emplean en el cultivo del café, algo que los mercados valoran cada vez más, además de sus atributos de taza.
De acuerdo con un informe de la Federación Nacional de Cafeteros, FNC, el Café Orgánico de la Sierra se ha convertido en un referente de Colombia para el mundo.
'Se inserta en la categoría de los cafés especiales y tiene una creciente demanda por parte de compradores especializados de países como Japón, Corea del Sur, Estados Unidos y Alemania, que tienen una cultura orgánica en aumento y ven en este café un atributo diferencial y exclusivo en cuanto a productos orgánicos, ya que se mezclan tres factores fundamentales como el origen, condiciones de producción y taza diferenciada', precisa la entidad en un comunicado..
Y es que este café viene de una tradición ancestral que se ha convertido en forma de vida para los indígenas, logrando así una producción equilibrada que se basa en el manejo racional de los recursos naturales y asegurando una producción agrícola estable a largo plazo.
'En nuestro diario vivir tenemos la misión de convivir en armonía con la naturaleza y todos los seres vivientes, es por esto que nosotros no usamos ningún producto químico que afecte a quienes nos rodean', sostienen los mamos.
Cabe resaltar que la FNC ha sido una pieza clave para construir y crear vínculos comerciales a largo plazo entre las comunidades productoras de café orgánico, los clientes y los consumidores, enfocándose principalmente en el desarrollo económico auto-sostenible y el fortalecimiento cultural de los productores, lo que se ha traducido en mejores ingresos y bienestar para ellos y sus familias.
Los indígenas comercializan el café pensando claramente en que es un servicio para la sociedad y eso da un valor agregado, pues los compradores son conscientes de lo que se está produciendo, que es totalmente orgánico, y que detrás de cada cultivo de café se carga una historia.
El café es el único producto que permite a los aborígenes del macizo intertropical, tener una economía estable.
A JAPÓN. En mayo pasado y con la premisa de que 'si se puede', el presidente de la República, Juan Manuel Santos, despachó desde el puerto de Santa Marta, hacía Japón, 26 toneladas de café orgánico producidos por campesinos víctimas del despojo de tierras, habitantes de la vereda La Secreta, en Ciénaga, Magdalena.
Ante un grupo de agricultores de Aracataca, Pivijay, El Retén, Remolino, Zona Bananera y de otras localidades del departamento, el Jefe de Estado, celebró que se estén dando esta clase de experiencias y aseveró que 'es parte fundamental del proceso de paz'.
'Estas familias restituidas convertidas en empresarios, son el fiel ejemplo de que la paz es posible y que ésta se está consolidando en el campo'.
El mandatario nacional, manifestó que en el campo hay espacio para todos y que 'tan eficiente es el gran empresario como el campesino que hoy nos da ejemplo de emprendimiento, exportando'.
'Que esta experiencia se multiplique en todo el país', aseveró.
Destacó que hace un tiempo uno venía a esta zona y solo había desolación en las tierras despojadas por los violentos, hoy, luego de un gran esfuerzo del Estado, 'vemos progreso y familias ejemplo de emprendimiento'.
'Me alegra saber que más familias van a exportar, como por ejemplo, café producido en el Tablón de Gómez, Nariño y carne de Valencia, Córdoba'.
EL CAFÉ. Los departamentos cafeteros de Magdalena, Cesar y La Guajira, al norte de Colombia, se dividen este imponente sistema montañoso, catalogado como el macizo costero más grande del mundo, con una altura de 5.775 m.s.n.m, y reconocido por la Unesco como reserva de la biósfera y patrimonio de la humanidad.
Gracias a sus condiciones de producción, que dependen exclusivamente de factores climáticos, el café de la Sierra Nevada es un producto diferenciado y de origen. Tiene aroma pronunciado, cuerpo alto, buen tamaño del grano, mínima acidez y forma de cultivo ancestral. Existe una sola cosecha al año, entre octubre y diciembre, lo que además le da un carácter de edición limitada, teniendo en cuenta que en el resto del país se producen dos cosechas.