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A Rodolfo Solano Fontalvo se le puede considerar una especie de vigía del río Magdalena, precisamente en el punto más crítico de la gran erosión que se presenta en el municipio ribereño de Salamina.

Sentado frente a las aguas que han arrancado 150 metros de la carretera entre Salamina y El Piñón, asegura que desde el 2010 no veía una emergencia de una magnitud como la actual.

Solano, de 46 años, quien habla pausado y luce bigote poblado como charro de película mexicana, confiesa que por las noches siente miedo.  

'Yo estoy con mi idea de que aquí va a pasar algo, porque cuando esos carros pesados pasan a toda velocidad el terraplén se menea', asegura.

Este padre de cuatro hijos, que vive en unión libre con Einadis Mosquera, es el encargado de vigilar la turbina que extrae el agua del río para regar los cultivos de palma aledaños.

'Anoche el río se llevó otro pedazo del terraplén, y arrancó matas de plátano en el sitio la Bonga', añade, refiriéndose al aguacero de dos horas que se precipitó sobre la zona de la emergencia.

El equipo periodístico de EL HERALDO se desplazó hasta la zona declarada en calamidad pública, para constatar la creciente erosión que se registra en este punto de la ribera del Magdalena.