Compartir:

Carolina Gómez es una pescadora nacida en Río Negro, Santander, pero a causa de la violencia tuvo que desplazarse hacia Bucaramanga donde dice que le tocó empezar de cero, pues todo lo que tenía tuvo que dejarlo, con la sola intención de salvar la vida de su pequeño hijo y la suya.

Hoy, casi treinta años después, está radicada en Puerto Wilches, Santander, donde tuvo dos hijos más y labora como pescadora en las aguas del Magdalena Medio.

La mujer trigueña, de contextura gruesa, y con una fuerte y aguerrida voz dice 'que los tiempos no han cambiado mucho', considera que la guerra sigue y a eso se le suman terceros que quieren acabar con aquello que les regala su sustento de cada día: el río Magdalena.

Y es que la minería ilegal, el fracking, la contaminación, la falta de cultura ciudadana y la presencia de grupos armados, que han dejado cientos de personas asesinadas y otras tantas amenazadas, hacen parte del diario vivir de los pescadores de los pueblos ribereños, al menos en la zona centro y norte del principal afluente del país.